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–Tony.

El castaño levantó la mirada al instante en que oyó su nombre ser pronunciado por su novio.

–¿Qué vas a pedir cariño?

Tony pestañeo rápido tratando de concentrase y volvió a mirar el menú que tenía en sus manos. Steve lo había llevado a cenar a un restaurante particularmente extravagante. Candelabros dorados colgando del techo, mesas perfectamente adornadas y lujosos cuadros colgados en las paredes. El ambiente se sentía emotivo y cómodo, pero Tony no.

Él se sentía sumamente incómodo e inseguro, apagado. Vestia un traje a la medida, elegante y perfecto para la ocasión. Claro que, toda la imagen que el atuendo daba no era suficiente para hacer olvidar a Tony que su rostro era cubierto por una ligera capa de maquillaje.

Ocultando los moretones.

–Tony –Steve le tomó la mano sobre la mesa–. Cielo, ¿qué vas a pedir?

–Yo... Lasaña de carne esta bien.

Steve asintió sonriente y llamó al mesero, automáticamente  Tony bajó la mirada evitando que le vieran el rostro, ya que si alguien lo hacía, era seguro que Steve se enojaría con él.

Minutos después el mesero se marchó con la orden y el silencio volvió a reinar entre Tony y Steve.

–Tony, por favor –rogó Steve volviendo a tomar su mano–. Disfruta esta noche, por mi, ¿si?

Al castaño se le cerró la garanta, respiró levemente y miró directamente a los ojos azules de Steve, que lo miraban con tanto amor y dulzura que le era imposible no compararlos con los ojos violentos y casi rojizos que aparecían cuando peleaban.

Peleas...

Tony ya estaba harto de ellas.

Y ya se sabía de memoria el proceso. Steve se enojaba por algo y luego lo compensaba con besos, abrazos y regalos llamativos. Como el de ahora, una salida costosa a un restaurante costoso con una cena costosa.

Era como si entre mayor fuera el precio del detalle, más rápido olvidaría Tony las peleas y marcas rojizas que le quedaban.

Pero Tony no mentiría si dijera que le gustaba eso; el Steve detallista, amoroso y romántico. Por un momento se podía permitir sentirse bien y normal. Sin embargo al mismo tiempo lo odiaba, porque ese Steve solo aparecía después de un golpe y un perdón”.

Tony ya había perdido la cuenta de cuantos perdón” le había dicho Steve.

–Mírame –le dijo el rubio exigente mientras tomaba su mentón–. Te amo Tony. Te amo demasiado y lo sabes ¿verdad?

Tony lo miró con cautela durante unos segundos.

–Mira lo que te doy, lo que somos –Steve acariciaba su rostro tal y como la primera vez que golpeó. Parecía que había pasado mucho tiempo desde esa vez, aún cuando en realidad habían pasado tan solo dos meses–. Nadie mas te dará todo esto que yo te doy Tony. Nadie.

El castaño asintió ido.

–Lo se Steve –murmuró, su mente estaba en una batalla interna–. Y-Yo... también te amo Steve.

Porque si se portaba bien, todo iría bien. Estarían bien.

Después de todo, ¿quién sería sin él?

Te Amo TonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora