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Steve Hydra Rogers creció en una familia rota y disfuncional.

Desde niño aprendió a obedecer y temer. Su padre, el Coronel Joseph Hydra, era un hombre duro y estricto, la guerra lo había amargado tanto, que terminó por amargar a su propia familia y todo lo que existiera a su alrededor.

Para Steve, su niñez fue un carrusel de recuerdos dolorosos llenos de golpes, sangre y miedo. Steve creció viendo a su padre golpear a su madre hasta dejarla sangrando, creció temiendo a su padre cada que cometía un error, creció y creció...

Hasta convertirse en un jovencito perdido y sin madre.

Quien había huido en cuanto tuvo la oportunidad, y tanto Steve como su padre jamás la volvieron a ver. Desapareció sin dejar rastro, dejando a su hijo con el mismo monstruo del que ella había huido.

Así, la vida de Steve se llenó de duras expectativas y estrictas reglas que debía cumplir para enorgullecer a su padre y no hacerlo enfadar. Su vida se torno oscura y solitaria, era el chico con un padre abusador que tenía el suficiente poder como para hacer lo que le diera gana sin recibir sanción alguna.

Era un chico sin un lugar al cual pertenecer.

Pero entonces, un día, conoció a un chico grandioso, conoció a James Barnes –Bucky como él solía decirle– éste se volvió su mejor amigo, y con el tiempo, también su amor prohibido.

Con él todo fue maravilla, al fin había descubierto lo que era sentirse amado, lo que era que alguien te abrazara y te necesitara, lo que era sentirse a salvo y enamorado.

Pero Steve venía tan roto...

Con traumas y un pasado tan oscuro que se negaba a aceptar, en la mente de Steve, él estaba bien, todo estaba bien; algo en lo que Bucky no acordaba, el castaño se daba cuenta de como era su rota pareja, pequeños detalles presente en su relación le hicieron estar siempre alerta con Steve. Pero en su interior él creía, esperanzado, que con paciencia y cariño lograría reeducar a Steve y enseñarle que había cosas buenas.

Claro que eso no fue suficiente...

Y un día, después de recibir un fuerte golpe por parte de Steve, Bucky dijo que no podía más. Él no aguantaría el maltrato ni la violencia.

Y Steve explotó.

La sensación de abandono se instaló en él y llenó de pánico actuó sin pensar, desesperado ante la idea de que lo dejaran. Después de eso, no hay momento en la vida de Steve en que se arrepienta más de lo que hizo.

Perdió la cabeza; jaló a Bucky reteniéndolo, pero éste se defendió, y entre jalones y lágrimas, Steve empujó a su compañero muy fuerte hasta hacerlo caer de manera dolorosa, Bucky se golpeó la cabeza antes del impacto.

Y Steve no volvió a ver vida en sus ojos nunca más.

Si no hubiera sido por su padre, la cárcel se hubiera vuelto su hogar, pero lo sacó. Y al salir, enterado del ligero romance, su padre lo golpeó más feo que nunca, cada golpe iba cargado del odio y desprecio que su padre sentía por él.

–Eres un maricon de mierda, deshonra para tu apellido, una puta decepción igual que tu madre –cada golpe hacía a Steve retorcerse de dolor, cada golpe lo rompía–. Escuchame bien imbécil, si no te adaptas a las reglas de mi maldita casa, te largas.

Y eso hizo.

Se fue lejos, lejos de su padre, los golpes, insultos y también de la culpa. Pero no importaba a donde fuera, siempre sentía lo mismo, siempre sintiendo ira y desprecio hacía él. Intento volver a salir con alguien, pero todos eran como Bucky, todos huían. Su ira era implacable y su genio incontrolable.

Hasta que lo conoció.

Y todo cambió. Trato de mejorar, de ser diferente, de convencerse que todo estaba bien. O al menos así había sido al principio, hasta que el miedo y los celos enfermizos lo dominaron, la ira lo controló y todo se le fue de las manos, todo empeoró. Steve sólo lo quería para él, sin distracciones, encerrados en su eterna burbuja de amor. Una burbuja que empezaba a tornarse oscura y sin vida.

–Perdón.

Steve tomaba el rostro de Tony mientras lo sostenía en su regazo. Sollozaba abrazándolo, rogando y suplicando.

–Perdoname. No estaba pensando, no pensé. Perdoname, por favor, por favor...

La mirada de Tony estaba perdida, el brillo que había sido tan característico de ella, se había esfumado. Ya no quedaba nada.

–Dime algo Tony, por favor.

La culpa le carcomía, la vida se drenaba. Y Tony moría lentamente.

Te amo Tony. Perdoname, perdoname por favor.

Steve podía haber hecho cosas muy crueles.

Pero él nunca quiso ser eso, él nunca quiso ser un monstruo, él nunca quiso ser su padre...

Pero era un niño herido y roto al que jamás le enseñaron la palabra amor. A quien jamás le dieron besos y abrazos.

Al que jamás quisieron...

*N/A: Escribí este capítulo no para justificar las terribles acciones de Steve, si no para darle un transfondo a su conducta, para que entiendan el por qué de algunos comportamientos. Espero ustedes los comprendan. Gracias

Te Amo TonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora