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Todo se volvía a repetir...

En cuanto entraron al departamento, Steve comenzó a gritar enojado, haciendo que Tony se encogiera en su lugar. Cada grito se fue convirtiendo en un insulto, y cada insulto hacía sentir a Tony cada vez más agobiado, triste y con ganas de llorar.

–Steve, para ya, por favor... –suplicó Tony retrocediendo al ver como Steve lo miraba con furia y lo iba arrinconando hacía la pared.

–Esto... esto tú lo provocaste Tony. –escupió el rubio con enojo.

–N-No... Tú... Eres tú –tartamudeó el castaño tomando valor–. No puedes reaccionar así, no puedes golpear a alguien de esa manera, son mis amigos y no deberías hacerles na-

Lo siguiente que Tony sintió fue un intenso ardor en la mejilla izquierda.

La palma de Steve había impactado en su rostro, dejándolo mudo y adolorido. Tanta fue la fuerza, que el castaño terminó en el suelo, no sin antes haber chocado con la pared y haber soltado un grito lastimero.

–¡TU VAS A OBEDECERME!

Gritó Steve tomándolo del cuello de su camisa y jalándolo para quedar cara a cara. Acto que hizo que Tony cerrara los ojos de dolor, ojos que ahora estaban húmedos por las lágrimas que no paraban de salir.

Steve nunca lo había golpeado, nunca le había hecho eso, nunca.

No lo reconocía.

El chico rubio, gentil y amable del que se enamoró había sido reemplazado por un chico con la mirada hecha una tormenta, un chico que apretaba sus manos alrededor de su cuello y lo miraba como si fuera el mayor error de su vida.

–S-Steve... –susurró Tony entre lágrimas e hipeos, lo estaba lastimando.

Su cuello dolía. Su cuerpo dolía.

–¡¡¡CÁLLATE!!!

Pero Steve solo podía gritar y sacudirlo con violencia, y Tony solo podía cerrar los ojos esperando a que el sufrimiento acabara.

–¡TE LO HE DADO TODO Y TU SIMPLEMENTE TE CONVIERTES EN UNA PUTA RAMERA!

Tony sollozó mas fuerte mientras trataba de alejarse asustado.

–Steve, basta... ¡me estas asustando!

Ante lo último, el rubio lo aventó hacía la pared de nuevo. Luego, furioso, empezó a golpear y patear los muebles, a tirar y romper todo lo que estuviera a su paso. El sonido del vidrio impactando en el suelo, hizo temblar más al castaño que aún seguía en el suelo.

YO TE AMO TONY, ¡NO PUEDES HACERME ESTO!

–L-Lo siento. –lloró el castaño temblando aún más.

El rubio lo miró con desprecio mientras se encaminaba a la puerta y estando apunto de girar la perilla volteó mirando a Tony con un gruñido enojado.

–Piensa en lo que nos has hecho Tony –exclamó furioso–. Y recoge toda esta mierda –terminó por decir mientras salía dando un portazo, dejando a Tony en el suelo sollozando y con dolores en todo el cuerpo.

Un hematoma empezaba a formarse en su mejilla izquierda, más moretones saldrían en su espalda lastimada, y sin duda su cuello tendría marcas a los lados por la presión que el rubio había ejercido en el.

Todo él tenía golpes. Golpes...

Tony en ese mismo lugar se hizo bolita, tratando de ocultarse de si mismo, del dolor, los golpes, los gritos y de las voces que discutían en su cabeza.

»Dejalo, nos lastimó.

~No, no somos nada sin él, lo sabes.

»Dejalo, empeorará.

~Quedate, hablen, él entrará en razón. Debe hacerlo.

ȃl no nos ama.

~Él nos ama.

Tony trató de callarlas soltando un gritó lleno de dolor, desesperación y confusión.

Si Steve lo amaba tanto, ¿por qué lo había lastimado?, ¿por qué había roto la promesa de nunca irse?, ¿por qué...?

Te Amo TonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora