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Cuando Steve volvió, las maletas de Tony ya estaban hechas.

–¿Qué haces?

Tony tembló en seguida  asustado al oír su voz detrás de él. Lentamente y con el corazón latiendo desenfrenado volteó para ver cara a cara a Steve.

Tony se paralizó.

–Yo... me iré unos días –susurró encogiéndose en su lugar–. Debemos darnos un tiempo Steve.

El castaño lo había pensado mucho, no quería dejarlo, no quería irse, pero las marcas moradas que veía en su cuerpo le hacían llorar y pensar en todo lo sucedido.

No quería eso. No.

–¿En serio lo harás? –preguntó Steve apretando los puños, conteniéndose–. Después de todo lo que he hecho por los dos... Por ti.

El corazón de Tony se encogió de miedo y retrocedió lentamente hasta chocar con la cama–. No... Steve... Yo...

–¡No puedes hacernos esto! –exclamó el rubio alzando los brazos al aire–. Se que te lastime, lo sé, pero no es para que me dejes así como así.

Tony negó despacio tratando de controlar sus temblores corporales–. Me golpeaste Steve... tú me golpeaste.

–¡Pero tu me provocaste!

Tony cerró los ojos involuntariamente al ver como Steve gritaba y daba un paso adelante. Hacía él.

–Mírame Tony –exigió con voz herida el rubio.

Tony abrió los ojos y vislumbró a Steve justo frente a él, extendiendo la mano hacía su golpeado rostro con intenciones de acariciarlo, al instante tembló más.

–¿Crees que puedes irte tan fácil?, ¿a dónde irías cariño?

Tony aguantó un sollozo–. Con mis amigos...

–Ay Tony, Tony, Tony –la voz de Steve se había vuelto suave, compasiva, reconfortante, asquerosamente amable–. ¿Crees qué tus amigos te aceptaran luego de que les dieras la espalda?, ¿luego de que... me escogieras a mi?

Tony se apretó más a la cama tratando inútilmente de alejarse, sin embargo Steve lo retuvo con un apretón de la cintura.

–Soy lo único que te queda Tony, yo te lo he dado todo –la mano que había acariciado con delicadeza su mejilla herida, cambió de dirección hasta posarse en su mentón, el cual Steve tomó con ligera fuerza–. Te di un hogar, protección, mi amor. ¿Y así me lo pagarás cariño?, ¿huyendo?, ¿por qué?, ¿solo por qué me enoje? –Steve apretó con más fuerza el agarre en su mentón, obligándolo a mirar fijamente esos azules ojos que estaban conteniendo una furia voraz–. No seas ridículo Tony...

Tony tragó duro–. S-Sueltame...

–Shhh... no voy a hacerte daño Tony –dijo Steve retomando su tacto suave–. No lo haré.

En eso, los brazos de Steve rodearon a Tony con fuerza y al instante el castaño se soltó a llorar.

Te amo Tony –murmuró el rubio recargando su cabeza en el hombro del castaño–. Te amo tanto que no puedo dejarte ir, no puedes dejarme. Lo nuestro es especial, no dejes que una simple pelea nos separe...

Tony asintió llorando asustado, no quería recibir otro golpe, además estaba y confundido por sus palabras, ¿y si Steve tenía razón en todo?; él se lo había dado todo, había estado con él en sus malos ratos, le había apoyado siempre, lo había tratado con ternura y amor. ¿Y si...?

Steve lo apretó más hacía él, alejándolo de sus pensamientos, reteniéndolo con fuerza.

–Se un buen chico Tony, y todo saldrá bien. Se un buen chico... Y no volveré a enojarme.

Y ahí, entre los brazos de Steve que no lo dejaban ir, algo en Tony cambió. Lo supo, lo sintió, no habría marcha atrás.

No la había.

Te Amo TonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora