15 - Impulso

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Había escuchado esa palabra antes, había experimentado el concepto de ello varias veces pero aún así no lo veía venir cuando sucedía, el cuerpo solo se desprende de la mente, los pensamientos se esfumaban y la sensación de estar en un sueño se hacía presente, el disociar era algo normal en su vida pero desde la llegada del niño dejo de pasar hasta esa ocasión.

Si hay que buscarle una escusa a las acciones, las pueden hallar fácilmente, como el reprimirse por largo tiempo teniendo el pecado en frente. El tener los impulsos a flote por la presencia de un rut cercano y medicarse a tope para evitar que esos mismo se desbordaran para causar daño y aún con todas las precauciones hay cosas que no se pueden evitar o no se quieren evitar, la mente es confusa, las personas lo son.

Las drogas son algo curioso, la primera vez es solo una probada por curiosidad, la segunda se vuelve un gusto culposo y en la tercera se vuelve adicción, cada vez se necesita un poco más y un poco más, hasta que la necesidad de consumirlo hace que el cuerpo se sienta en abstinencia, súplica aquello, empieza a manipular la mente por ello. Suelen decir que el peor momento para probarla es cuando no se está estable, es darle vida aquello que agonizaba y entonces el cuerpo crea más dependencia. Mal momento para que el niño llegará, mal momento para hacerlo sabiendo que su RUT estaba cerca y era peligroso, pero la adicción había sido plantada en su sistema y un beso no era suficiente, las caricias tampoco lo eran y sin percatarse de sus acciones pasó lo que pasó y solo salió del trance cuando sus ojos dilatados volvieron a la normalidad mientras caían sobre el cuerpo del omega, aquel que tenía los ojos cerrados con fuerza, con el rostro tan mojado y en medio de sus piernas yacía el desastre que escurría de su pequeño cuerpo, nada más que fluidos entre blanco y rojo, un rojo tan brillando que manchaba la piel de ambos y fue entonces que se alejó sintiéndose culpable.

Lo sucedido después de eso también fue confuso para el alfa, ahora solo lucen como fotografías de malos momentos para su memoria. Huyó en ese momento sin saber siquiera a dónde, estuvo varado en un parque por unas horas hasta que Daniela lo llamó como si ya supiera lo que había sucedido, quizás era es mito de conexión entre hermanos. Le dio indicaciones de ir a su departamento y le hizo quedarse ahí por un tiempo, no era bueno regresar a casa, tampoco quería hacerlo. El solo recordar la mirada de miedo del niño en sus ojos le hacía temblar, si ya antes el miedo al rechazo le hacían tener ganas de vomitar, el que lo hiciera el pequeño era aún más angustiante, ahora se odiaba más que nunca por haberle hecho tal cosa y a pesar de sentir eso, aún anhelaba al niño. El efecto de los inhibidores dejan de hacer efecto y comenzaba a ser tortuosa la lejanía con el Omega, sus pensamientos estaban llenos de el, llenos de los recuerdos reprimidos de lo que había hecho y el arrepentimiento se volvía deseo, lo volvería a hacer, quería hacerlo, estaba comportándose como un animal mordisqueando sus propios brazos y manos para que el dolor le hiciera entrar en razón pero fueron difíciles los días que duró el rut, ya lo había experimentado antes pero ahora la intensidad de este le causaba una incomodidad tan grande, no importaba cuántas veces se masturbara, no se calmaba y dolía, quizás era una manera de pagar con el karma. Cuando finalmente térmico el ciclo de rut, su mente estuvo más clara, apenas estaba asimilando sus actos cuando recibió una llamada, era Daniela y no se escuchaba muy bien al teléfono, apenas entendió sus palabras, solo podía notar la desesperación en su voz.

— ¡Tienes que regresar a-ahora! El atavío está... —. No hubo un saludo, solo se escuchaba angustia y cuando terminó de hablar el miedo le invadió nuevamente, no estaba mentalmente preparado para volver pero tampoco podía quedarse sin hacer nada y menos con Daniela en ese estado y el dejar solo al niño tampoco era una opción factible, tenía que volver.

— Estoy ahí en 20 minutos, cuidalo hasta entonces. —. Ella colgó de inmediato y fue entonces que se apresuró a ir a casa pero se estanco en la entrada, en la puerta y en la manija de esta dudando en entrar, las cosas no tenían porque suceder así, tenía miedo de ver nuevamente esa mirada de terror pero debía hacerlo, al menos estaría Daniela para ayudarle o algo por el estilo pero al abrir la puerta esta no estaba con seguro siquiera y no había rastro de su hermana en dentro y un aroma sutil se podía percibir en el aire pero tampoco había rastro del niño por ningun lado, comenzó a llamarlo pero no había respuesta alguna y entonces la angustia le hizo buscar y desordenar a cada paso que daba en el lugar y cuando la casa fue un desastre tomo su móvil para llamar a su hermana pero ella no respondía y no respondió a ninguna de sus 23 llamadas seguidas. Al dejarse caer sobre el sillón en la sala recordó el móvil que le había regalado al niño, llamo y el sonido melódico comenzó a escucharse muy lejos. Siguió desesperado el sonido hasta el único lugar que no habia buscado: el cuarto de lavado, donde yacía un cúmulo de ropa sucia y en medio de ella estaba el niño con el cuerpo encogido mientras temblaba, su cola se encargaba de enrollarlo pero lo que más se destacaba en tal escena era ese aroma, esa esencia dulce que se intensificaba y se desplazaba hasta su nariz, una nueva droga o la misma que ya había probado pero en una mayor dosis, la suficiente fuerte como para causar la sobredosis que hizo que tomara al niño en un agarre para poder obtener más de esta y seguir en el pico de la adicción. El arrepentimiento se fue en cuanto lo tuvo consigo una vez mas.

Ilusión | Yaoi Omegaverse [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora