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Antes de que el partido contra Países Bajos diera inicio, Moira había ido a chequear que su familia se encontrara acomodada en el palco. Su papá tenía una cara sería, no le gustó mucho que Julián Álvarez se "hiciera el bueno con él" y le preguntó dónde estaba para que pudieran tener una charla. Moira le había respondido que se encontraba preparándose para el partido y que quizás, lo podía ver una vez que el partido terminara. Sentía que era muy pronto para que los dos se conocieran, más cuando todavía no tenía las cosas claras. Aun así, su viejo era bastante intenso y Julián era alguien más apresurado que Flash.
Por otro lado, Mateo estaba más que feliz de estar en ese lugar. Había un montón de comida que podían picar y encima se encontraba hablando con una piba que también estaba en el mismo palco. La rubia se quedó mirándola por un rato, esperaba que no fuera porque había visto la fotografía de ella besándose con un jugador de la Selección Argentina, ya que, hasta el momento, nadie exterior a su familia le había dicho nada. La fotógrafa volvió a su puesto de trabajo, más allá de que el fútbol no fuera su deporte favorito, le gustaba que su familia la pudiera pasar bien en Qatar. Quería lo mejor para ellos en su estadía y el sueño se estaba cumpliendo con el pasar de los partidos. Después de haber vendido la casa en la Costa y el auto de su hermano, al menos Argentina estaba llegando lejos en la competición y ahora tenían buenos asientos. Moira trataba de evitar pensar demasiado en la casa que tenían en la playa, porque volvía a pensar que su familia estaba loca.
El partido fue caótico y se sintió agitada en todo momento. Nahuel Molina había metido un gol, así como también lo hizo Lionel Messi. Sin embargo, un jugador de Países Bajos metió un doblete. El árbitro lo único que hacía era agregar tiempo y ponerles tarjetas amarillas a todos. Esos minutos adicionales agregados por el árbitro habían bastado para que Argentina, que venía ganando hasta entonces, fuera empatada. Incluso en un momento del partido, los mismos suplentes del equipo contrario se metieron a la cancha y se quisieron agarrar a las piñas con Leandro Paredes y Molina. La situación se había vuelto tan violenta, los insultos y malos tratos volaban por todos lados.
Varios miembros del plantel de Países Bajos habían venido molestando desde antes a su país, soltando comentarios picantes e innecesarios. Había muchas cosas implicadas, bronca que ya venía desde antes y bronca que se había sumado en ese momento. Moira tomó fotografías, era un partido importante, donde cada segundo pasaba algo nuevo. Las redes sociales ardían, la misma tribuna ardía. Nunca había visto un partido tan picante y caótico, no como el que estaba presenciando con sus ojos. El número nueve de Argentina se encontraba sentado en la banca, después de haber jugado por bastante tiempo en la cancha. Era de los pocos que habían evitado recibir una tarjeta amarilla.
Llegaron los penales. El Dibu Martínez se posicionó en el arco y empezó a atajar, también lo hizo el arquero de Países Bajos. Hasta el momento, Argentina iba ganando en los penales, si Lautaro Martínez metía el gol, ya podían pasar a la siguiente etapa y ganar el partido. La fotógrafa sintió que tenía el corazón en la boca, había comenzado a sudar y ya no era sólo una persona que estaba trabajando, también era una persona que estaba presenciando el partido. Había soltado al menos unos cinco insultos al aire en el último tiempo y agarraba con fuerza la cámara, porque necesitaba encontrar algún tipo de apoyo. Moira cerró sus ojos por un segundo y le pidió a cualquier entidad que la estuviera escuchando que por favor les dieran buena suerte. Sus propias emociones se mezclaban: el sueño de ver a Messi levantando la copa, la necesidad de continuar en Qatar por unos días más, ver a su familia ilusionada, compartir más tiempo con un jugador en particular y seguir su amistad con Candela. Si perdían, todo se iba a terminar en ese mismo segundo.
