04. él dijo, ella dijo

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Moira corrió por los pasillos, su corazón latía como un loco, mientras trataba de no caerse con sus propios pies

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Moira corrió por los pasillos, su corazón latía como un loco, mientras trataba de no caerse con sus propios pies. Candela la había despertado una hora atrás, recordándole que en su cronograma aparecía que en rato la Selección Argentina iban a entrenar y como siempre, ellas tenían que estar ahí presente. La fotógrafa había decidido seguir durmiendo. La próxima vez que abrió sus ojos, su compañera de habitación había puesto un poco de música y le removió las sábanas, y otra no le quedó que sentarse en la cama, mirando a un punto en la nada. Candela le había dicho que se iba a hacer unas cosas y cerró la puerta de la habitación, mencionando que se veían más tarde en el bus. Ella revisó su celular, notando que todavía tenía una hora más para dormir, así que volvió a acostarse y se tapó hasta la cabeza.

La próxima vez que se despertó, miró la hora y soltó todas las puteadas que pasaron por su cabeza. Se había lavado los dientes y se había puesto la ropa en menos de cinco minutos. No podía decir lo mismo de su pelo o del resto de su aspecto. Trataba de convencerse diciendo que su cabello al menos estaba limpio, porque había tomado una ducha ayer por la noche. Había elegido la primera ropa que encontró en su armario y al no encontrar dos medias del mismo par, se había puesto diferentes. Creía que una le pertenecía a Candela, porque jamás la había visto en su vida. Así fue cómo terminó en esa situación, cargada con todo el equipaje y presionando el botón del ascensor eufóricamente. Era tarde, estaba atrasada por quince minutos y no quería que se fueran sin ella. Lo más seguro era que iba a recibir quejas y bronca de las personas encargadas de supervisarla, todo por haber llegado tarde.

La castaña presionó el botón del ascensor varias veces, revisando si alguno de los dos abría sus puertas y cuando milagrosamente escuchó el sonido, corrió en dirección al ascensor de la izquierda. No pudo controlar la velocidad en la que se acercó, y tampoco se percató que había alguien más parado en el medio del cubículo. Chocó con fuerza contra el desconocido, dos manos se pusieron en su cintura y ella soltó un grito.

—Sorry, perdón, perdão.— la chica habló demasiado rápido, recordando todos los idiomas en los que sabía pedir disculpas, aunque no eran muchos. Notó que el bolso más pesado se estaba por caer al suelo, cayendo en cámara lenta. Una mano del desconocido permaneció en su cintura y la otra se separó, para tomar la cinta del bolso y salvar a la cámara. Moira soltó un suspiro, estaba salvada.

—¿Estás bien, Moira?

El desconocido volvió a su posición y ella miró su rostro, dándose cuenta que se trataba de Julián Álvarez. Había estado demasiado distraída al momento de entrar al ascensor, así que lo miró por primera vez. Julián sostuvo el bolso de la cámara con una mano y con la otra permaneció tocando su piel. Moira levantó su cabeza y lo miró atentamente, estaban tan cerca que podía sentir su respiración. Julián olía demasiado bien y traía su cabello mojado, sus ojitos marrones brillaban y la hacían sentir embobada. Tener a un pibe lindo a esa cercanía le traía algunas ideas que la hacían replantearse cualquier cosa que había pensado antes. Como de darle un pico o chaparselo en ese ascensor. La fotógrafa miró los labios de Julián, y como si él estuviera siguiendo el hilo de sus pensamientos, él también miró sus labios.

Spiderverse ✓ ⋆ Julián Álvarez 🕸️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora