CAPÍTULO 9: Despertar

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MADELEINE



Desperté por el sonido de la alama, odio tener que ir un día por la mañana a la universidad y más cuando tengo examen. En lo que pensaba eso, la alarma dejó de sonar, abrí los ojos confundida, que yo sepa no tengo una alarma programada para que se apague a los diez segundos, ¿No es a si?

Era Luck, quien se estaba tumbando de nuevo sobre mí. Con los ojos bien abiertos, recuerdo como nos dormimos ayer y como estamos ahora.



¡Santa madre! ¡Santa madre! ¿Es normal la forma en la que me late el corazón? No, no lo creo.



Respiré e intenté calmarme, pero no demasiado que si no, me vuelvo a dormir y no quiero llegar tarde.

-Tengo que ir a la universidad.- dije cuando vi que abría un ojo para mirarme.

-Me quiero quedar así un rato más.- dijo volviendo a cerrar los ojos.



¿Y mi intento es calmarme? No me ayudas.



Entre la voz, lo adorable que se le ve y lo cómoda que estoy... Tengo que admitir que me puse un poco más nerviosa, pero los latidos de mi corazón esta vez no me traicionaron esta vez.

-Cinco minutos- Sabía que tenía una alarma cinco minutos después. Así que cerré los ojos de nuevo, acariciando el pelo de Lucifer, dejándome disfrutar un poco más de esto, de él.

Se sintió como si solamente hubiesen pasado treinta segundos, pero la alarma estaba de vuelta.

-Lo siento Lucifer, tengo que ir.- dije cuando él volvió a desactivarla entre quejas y muecas de desagrado.



Parece un crio con sus berrinches.



Pensé sonriente.

-Buenos días.- susurró moviendo su pelo en un intento de peinarlo.

Le sonreí y respondí lo mismo antes de bostezar. Anoche no me dio tiempo a fijarme, pero viene con un pijama de cuadros negro y blanco para el pantalón y una camisa negra. Se le veía maravillosamente bien, como es posible que hubiese dormido con alguien como él, Madeleine del pasado no se lo creería.

Salí de la cama y cogí ropa, sabía que él miraba cada uno de mis movimientos, entré al baño y comencé a cambiarme sin alargarme mucho, no le quería hacer esperar mucho, seguro que él debe entrar también.

Escogí una sudadera negra, algo ancha para estar lo más cómoda y calentita posible, el invierno ya está aquí. Y un pantalón tejano azul cielo apretado, me gusta la cintura que me hace. Por último, mis bambas blancas.

Peiné mi pelo dejándolo suelto.

Salí de allí, con el pijama doblado para guardarlo de nuevo en el armario. Miré a Lucifer, dormido otra vez, en mi cama hacia abajo, abrazado a la almohada.

Sonrío enternecida, y es que aunque él intentó el primer día ser un señor serio, no puede negar que se le ve muy bien así. Pienso en la posibilidad de verle así todas las mañanas, algo imposible y posible a la vez.

Lucifer: La dama del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora