Cuerpo Extraño (Scaloni x Aimar)

Capítulo 2

Desde el aire se empieza a divisar el ondulado suelo coreano, con sus callecitas empinadas en zigzag en los barrios, los rascacielos ultramodernos en la zona céntrica y sus templos y palacios en el medio del casco urbano. Pablo saca fotos con su celular desde la ventanilla del avión, fascinado por la variedad de paisajes que brinda la vista desde el aire. Más tarde cuando se relaje en el hotel, le mandará al chat del grupo familiar las fotos para que disfruten de su aventura.

Scaloni pispea por sobre el hombro de su compañero. Incheon es una de las ciudades más importantes de Corea del Sur, bordeando Seúl con un precioso mar a sus orillas. El vuelo de Asiana Airlines desciende suavemente sobre la pista y ahí comienza todo el trámite rutinario: visa, estadía, preguntas de rigor, control de equipaje, etc. Una vez que ambos tienen sus valijas y bolsos de mano, se encaminan al meeting point del aeropuerto en donde los esperan para el traslado hasta el hotel.

Un coreanito joven, trajeado, sostiene un cartelito que dice 'Mr. Scaloni and Mr. Aimar' mientras se rasca una pierna con la mano libre. Los ejecutivos se aproximan y Pablo estira la mano para saludar al chico, pero Lionel le baja el brazo. El argentino más joven se sorprende y lo mira, confundido hasta que entiende el gesto. Scaloni realiza una leve reverencia para saludar al recién llegado, quien responde de la misma manera.

"Annyeonghaseyo, jeoneun Scaloni Lionel irago hamnida."

Los ojos de Pablo se abren como platos. Aunque sabía que su compañero hablaba coreano, jamás lo escuchó antes y le parecía un rasgo absolutamente fascinante. Imita el movimiento de su superior hacia el receptor y éste lo saluda del mismo modo.

"Bienvenidos a Corea del Sur, mi nombre es Cho Yu-min y seré su guía hasta el hotel. Espero que su viaje no haya sido muy cansador. Por favor, acompáñenme por aquí," les responde el jovencito en coreano gesticulando con una mano para que lo sigan.

"Perdón, me re olvidé," susurra Pablo a su compañero.

"No pasa nada. Acordate, son quince, treinta y cuarenta y cinco grados los niveles de reverencia según el estatus social. A los jefes siempre en cuarenta y cinco, los demás, a quince o a treinta." Scaloni explica en detalle, aunque Pablo ya lo sepa, pero una buena refrescada de conocimientos no viene mal en momentos cruciales como este.

Pablo tiene una leve sensación de mareo a medida que van saliendo del aeropuerto y se dedica a mirar todo por la ventana. Los carteles escritos en hangul le chocan fuertemente, a pesar de que comprende algo de lo que dicen. Toman la ruta 130 y cruzan el gigantesco puente de Yeonjong hacia la península, rumbo a Seúl. El chofer del Bentley con el que los fueron a buscar mira a los recién llegados de reojo una sola vez y continua el trayecto. Yu-min, en el asiento del acompañante, habla rápidamente por teléfono con sus superiores para avisarles de que están en camino al hotel.

Aimar cruza las piernas en el asiento trasero. "¿Te puedo preguntar algo?" le dice a su compañero.

"Sí, obvio." Scaloni levanta la vista de su celular para mirar al joven.

"¿Cuántos idiomas hablás? Te salió re fluido el coreano recién." De hecho, fuera de los videos con los que estuvo estudiando, es la primera vez que Pablo escucha a alguien hablar coreano en vivo y en directo. "Cinco. Inglés, japonés, ruso, chino mandarín y coreano," responde Lionel con total naturalidad, como si fuese algo absolutamente normal.

La quijada de Pablo se cae un poco ante la nueva información y rápidamente cierra la boca para no quedar como un boludo. "Ah, buenísimo," atina a responder, volviendo su interés al paisaje afuera. Un calor de vergüenza lo llena de repente, sintiéndose muchísimo más inferior que su jefe en cuestión de preparación. Apenas si habla inglés y ahora algo de coreano para defenderse. Jamás se le cruzó por la cabeza aprender otros idiomas porque siempre confió en que tendrían traductores o que los demás hablarían algo de inglés y castellano.