EPÍLOGO

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"Acá tenía dos años. Laura está haciéndole upa a Andrés. Mirá que chiquitito que estaba Pablo." Ricardo apunta con su dedo las fotos del álbum familiar para que Lionel las vea. Hoy les toca a las dos familias juntarse para ir programando los eventos que se sucederán en un futuro cercano.

"Era hermoso. Bah, es hermoso." Scaloni sonríe y pasa sus dedos sobre la foto con el cobertor plástico del álbum, acariciando con ternura la foto. Su anillo de oro refleja destellos contra el vidrio del departamento que compraron cuando se casaron.

Es que cuando Lionel y Pablo decidieron casarse hace tres años, consideraron que necesitaban un nuevo espacio para vivir, neutro. Por lo tanto, vendieron sus respectivos departamentos y compraron uno grande y luminoso en Caballito. Sus familias aceptaron de inmediato la unión, por el simple hecho de que jamás los habían visto tan felices, cada uno por su lado, como lo estaban ahora juntos. Y es que desde esa primera noche en la que se reencontraron, se volvieron inseparables. Como adolescentes enamorados, se mandaban mensajes, audios y fotos todo el día. A tal punto que Lionel tenía que poner en silencio su celular si estaba en medio de una reunión porque no podía parar de sonreírle a la pantalla cada vez que abría el teléfono.

Fue así que ese mismo año, cuatro meses después, Scaloni hizo la gran pregunta a Pablo, frente al Estadio Monumental de sus amores, y el más joven entre lágrimas le dijo que sí.

"¿Siguen con las fotos? Uf, viejo cortala con eso," rebufa Aimar, sentándose junto a su esposo.

Lionel pasa un brazo por detrás de su espalda y lo atrae hacia su cuerpo, mientras sigue mirando los recuerdos familiares. "¿Y esto?" pregunta el mayor.

"Ah, eso es de una kermese que había en el barrio. A Pablo le tocó disfrazarse de payasito," explica Ricardo, mostrándole la foto del muchacho adolescente, con bonete, traje, nariz y cara pintarrajeada.

"Qué vergüenza," Pablo se acerca y cierra el álbum. "Suficiente, ya está." Sus ojos café se elevan para enfocarse en otra persona. "Suegra, yo sé que es su nieto, pero ¿me hace el favor de pasarme a mi hijo un ratito?"

Eulalia sostiene al bebé de tres meses en sus brazos dándole suaves palmaditas en la espalda mientras lo carga contra su pecho. Ángel Scaloni juega con una de sus manitas, mientras su mujer intenta arrullarlo, sin éxito. Su marido está demasiado entretenido rompiendo las pelotas, como siempre. "Ya, ya, ahora te lo paso Pablito."

Ariel Scaloni Aimar llegó a este mundo con una mamá adolescente que no podía hacerse cargo de él y lo entregó en adopción. Para fortuna de Pablo y Lionel, quienes venían buscando un bebé para adoptar desde hacía un año, se les dio la oportunidad casi milagrosamente. Cuando se postularon, sabían que su buen pasar económico y su estabilidad podrían facilitar las cosas, eso sumado a los complementos familiares de ambos lados que apoyaban la moción completamente. Fue así que cuando les avisaron de que la mamá estaba a punto de dar a luz al bebé, los dos se pusieron nerviosos como si ellos mismos estuviesen embarazados. Pablo fue el primero en tomarlo en brazos cuando se lo entregaron. Lionel tuvo que sostenerlo por la espalda porque el nivel de emoción del cordobés era muy fuerte y tenía terror de que se le cayera de los brazos. Miedos de padres primerizos, por supuesto.

Los primeros días fueron jodidos. Aunque ambos sabían cambiar pañales por sus sobrinos, tener un hijo propio cambiaba todas las cosas. Horas y horas para hacerlo dormir, visitas del equipo de Seguimiento de Vinculación a cualquier hora del día, corridas hasta el almacén más cercano para comprar pañales, leche y toallitas húmedas, en fin, una locura que les cambió la vida de la noche a la mañana.

Pablo recibe a su hijo en brazos y besa su cabecita, acercándolo a su pecho. El bebé sonríe cuando su otro papá le besa la manito haciendo ruidos graciosos y los abuelos se babean observándolos. Laura viene desde la cocina con un termo y un mate, listos para empezar la ronda. "A ver si le dejan lugar a la madrina que tiene que cebar, che." Lionel y Pablo se corren un poco en el gran sillón para que la hermana mayor de los Aimar se siente.

Cuerpo Extraño (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora