Capítulo 7

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Las clases con la profesora de coreano prosiguen su curso. De a poco, la pronunciación de Pablo es más natural, más fluida. Es lo mejor que le pudo pasar desde que llegó a Corea, el sentirse orgulloso de sus propios logros con la fuerza de su empeño.

Algunos roces suceden cada tanto. Una mano que se queda demasiado tiempo sobre la de Pablo mientras explica un concepto, una mirada que se prolonga tal vez más de lo necesario o simples preguntas sobre su vida en Argentina. El argentino responde, cordial, pero con los mínimos detalles para que la chica no se confunda. Aunque tiene que admitir que, si ella piensa algo que no existe, un poco la culpa es suya por el pequeño flirteo de la primera clase. Pablo trata de ser lo más claro posible, pero, o bien ella no quiere entenderlo, o bien genuinamente no puede.

Practican escribir un poco en hangul. A Pablo se le da bastante bien, a pesar de hacerlo en un alfabeto totalmente opuesto al arábigo, pero hay algunos caracteres que se van de renglón.

"Fijate acá. Cuando escribiste 'tiempo, la 's' y la 'i' de sigag  tienen que, en conjunto, estar a la misma altura que los demás caracteres en la oración." Ye Jun hace un círculo en la primera parte de la palabra para marcar el problema. "¿Ves que la patita de la 's' es más grande que la 'i'? En general no te van a molestar por eso, pero para una persona que tiene un trabajo de tu nivel, van a juzgarte si tu escritura no es al menos legible."

Pablo alza las cejas. "¿Legible? Pero ¿qué importa si la patita de la 's' es más grande o más chica? Se lee igual."

"Para nosotros no, da lugar a confusión." Ye Jun esboza una dulce sonrisa y apoya su mano sobre el brazo de Pablo. "Pero en general tu letra es muy prolija. Hay unos cursos de caligrafía coreana que se dictan cerca de mi casa ¿Te interesaría ir conmigo?"

La nuez de Adán de Pablo sube y baja. Para ser sinceros, no quiere ni ir a la esquina con nadie que no sea alguien directamente relacionado con la empresa y por supuesto, con Scaloni. "Ah, qué interesante, pero... no voy a llegar a tiempo. Tenemos mucho trabajo."

Ye Jun se acerca un poco más, próxima a su oído. "¿Y si las clases fuesen privadas conmigo? ¿Te interesaría?"

"Ya estamos teniendo clases privadas," responde Pablo, cortante, sin moverse de su sitio.

La chica se muerde los labios y se sienta nuevamente con la espalda en su silla. "No creo que haya inconveniente en que nos veamos fuera de esta casa ¿o sí?"

Pablo esboza una breve sonrisa que inmediatamente se apaga. "Tengo novia."

"¿Y cuál es el problema?" Ye Jun pregunta risueñamente. "Lo que hagas fuera de tu país..."

"No me interesa." Si no entiende por las buenas, lo entenderá por las malas. Pablo se pone de pie y la mira directo a los ojos. "Por hoy ya terminamos la clase."

Si hay algo que caracteriza a la mujer coreana, es su orgullo propio, y si este llega a ser herido por un rechazo, no es una situación feliz para que nadie. "Ey, es una invitación. Nadie rechazaría algo así viniendo de alguien como yo."

Pablo comienza a perder la paciencia. "¿Disculpame? ¿Quién te crees que sos?"

Ye Jun ríe y se pone de pie también, cruzándose de brazos. "No sé cómo es en tu país, pero nadie en su sano juicio me rechazaría algo como lo que te propuse. A menos que claro, seas gay."

Un zumbido inunda los oídos de Pablo al escuchar esa palabra. "Cerrá el orto," le dice en español, a lo que la chica obviamente no comprende, pero evidentemente entiende el significado intrínseco de que acaba de insultarla.

"¿Ya se te olvidó el coreano que aprendiste? Qué lastimoso. Ni para defender algo tan simple tenés huevos."

...

Desde el estudio se escuchan las voces en aumento y Lionel detiene su lectura para prestar atención. Algo está pasando y no duda en dirigirse al living para ver qué sucede. El cuadro que encuentra lo deja un poco perplejo. Pablo está visiblemente furioso pero conteniéndose y la chica le propina insultos homofóbicos.

"No me sorprendería que seas puto. Los extranjeros se jactan de ser sofisticados pero al final, todos son iguales." Ye Jun ríe, negando con la cabeza. "¿Y para qué mierda sirve tu supuesta novia? ¿Es una pantalla para tus jueguitos con tus compañeros de trabajo?"

"Calmate o te calmo yo."

La voz de Lionel interrumpe la conversación y comienza a juntar sus cosas y a meterlas en el bolso de la profesora. "Me parece patético que por lo único que aceptaras este trabajo fuese para tener una aventura con un extranjero."

"Ahora el otro sale al rescate. Wah, increíble." La chica levanta sus manos de modo defensivo, burlándose de la actitud del mayor.

"Es una cuestión de educación. Por otro lado, su orientación sexual nada tiene que ver con que vos seas un dolor de culo. Te vas ahora," ordena Lionel, entregándole el bolso con sus pertenencias a la joven de una manera no muy amable.

"¡Increíble! Ustedes dos son un asco." Sin otra palabra, la mujer se dirige a la puerta, mientras sigue mascullando insultos por lo bajo.

"¡Es una psicópata!" dice Pablo, pasando sus dedos entre sus mechones de pelo. "Ayer estaba todo bien y hoy me salta a la yugular porque no quiero salir con ella." El joven pone las manos en su cintura y sigue mirando hacia la puerta, perplejo. "¿Son todas así o nos tocó justo esta boluda?"

"En general son muy orgullosas. Ignorala." Lionel acomoda los adornos de la mesa en su lugar, ahora ya vacía sin los libros de texto escolar de la mujer.

"Gracias." Pablo evita mirarlo a los ojos, desviando su atención hacia la ventana. "Por interceder."

"Es lo mínimo que puedo hacer después de lo que te hice." Una pausa. "Voy a salir."

Las palabras de Scaloni quedan pululando en el aire aún después de retirarse nuevamente a su estudio, con un Pablo de pie, observándolo mientras se aleja.

...

A cuatro cuadras del edificio, Lionel encontró hace unos días un wine bar bastante alejado del ruido, con un ambiente ameno y sobre todo, calmo. Pediría un cabernet argentino para sentir un poco el sabor de su tierra estando tan lejos, pero en Corea, incluso un vino en tetra puede salir un ojo de la cara. Los vinos argentinos son artículos de lujo, sin importar la marca. Por algo somos uno de los líderes del mercado.

Se conforma con un Pinot Noir de 2012 y se sienta en la barra, agitando suavemente la copa en círculos. Su vista se pierde en las notas de color sangre que tiñen el cristal, el cual gira lentamente. Necesitaba aire, fuera del espacio compartido con Pablo. También era oportuno darle un poco de aire al chico luego de semejante desplante por la mujer. No pensó que tendrían problemas tan rápido con la población pero claro, eso sucede cuando uno es fachero como Aimar y sumado a eso, exótico según los ojos coreanos.

Lionel baja su mentón, relajando su cuello y hace un recuento. Los ojos dulces, un poco caídos, ofreciendo una vista encantadora. El arco de su nariz perfecta con una pequeña creciente en la punta, coronando una barba despareja que tiene su belleza propia. Scaloni sonríe al recordar el importante lunar en su mejilla izquierda, su marca distintiva que atrae a cualquiera como imán a su rostro. Sus cejas, sus manos venosas, su pequeño cuerpo que tuvo el lujo de saborear esa noche, con sus curvas y contracurvas. No recuerda demasiado de ese momento con excepción de que disfrutaba enormemente los gemidos de placer que venían de su compañero. Eso, definitivamente, era un plus.

Es realmente un hermoso tipo de hombre. No es raro ver en la empresa a las chicas detenerse cada vez que pasa caminando con una carpeta en sus manos. O mientras toma café al lado de la máquina. O cuando charla con sus compañeros.

O tal vez todo eso lo vio él, con el mismo tipo de mirada que las demás.

No es la primera vez que está con un hombre. Ha tenido sus experiencias pasajeras, nada serio, antes y después de divorciarse. El matrimonio fue realmente una experiencia más en su libro de la vida que no le gustaría repetir. Fue más por mandato social que por otra cosa, a fin de darle a sus padres la satisfacción de que el apellido Scaloni se perpetuaría en el tiempo, de generación en generación. Cosa que no sucedió. Cuatro años casado con Elisa y poca intimidad. Eran compañeros de la escuela secundaria y ella siguió su persecución hasta lograr concretar algo. Pero la mujer lo aburría de sobremanera. La famosa chispa de la pasión era un chiste realmente, porque nunca existió. Y de las pocas veces que tuvieron sexo, ninguna resultó en un bebé. Esas cosas surgen o no. Mucho tiene que ver la energía de la pareja en la concreción, no solamente con una mezcla de fluidos corporales.

Sentir, lo que se dice sentir amor por alguien, es una materia que aún no pudo aprobar. Afinidad, calentura, puede ser ¿Algo más profundo? Nunca.

Y sin embargo ahora, a miles de kilómetros de su departamento de avenida Libertador, está pensando en un compañero de trabajo con el que tuvo una simple noche ¿Fue algo realmente trivial? Lionel toma un sorbo de su bebida y respira profundo. Se autocensuró cualquier tipo de idea con respecto a ambos desde ese momento para simplificar las cosas. Pero el hecho de que sigue pensando en él, es innegable. Es imposible no hacerlo mientras convivan bajo el mismo techo. Tiene que respirar su mismo aire, ver su rostro cada momento, encontrarse para la comida. A pesar de que está pasando la mayoría del tiempo en su habitación o en su estudio, hay un límite con respecto a cuanto uno puede evitar una persona.

De repente, sin anunciarse, la sonrisa de Pablo se hace presente en su mente mientras le sirve café a la mañana y le pregunta si quiere galletitas. A pesar de la frialdad con la que lo trata, no puede evitar que su personalidad, brillante como un sol, resplandezca en su presencia. Lionel cierra los ojos un momento y recuerda el primer viaje en auto desde el aeropuerto hasta el departamento, sus dedos rozando sutilmente su muslo, con el único propósito de que supiese que él estaba ahí, que no tuviese miedo. Duda que lo haya incluso sentido porque apenas pudo acercarse. Su propio miedo lo frenó antes de que pudiese ir más lejos y el chico lo percibiera.

Desde la punta de la barra, alguien levanta una copa y lo saluda. Lionel asiente con su cabeza, por cortesía. Jamás había visto a ese hombre, pero sus intenciones eran evidentes. A pesar de la homofobia internalizada que hay en general, la comunidad gay hace lo que puede para poder vivir en esa burbuja de superficialidad y preceptos sociales que dictan sus vidas. Lionel regresa su atención hacia su copa, ignorándolo.

Su teléfono vibra en su bolsillo.

[JOSÉ]: Hola Lio ¿todo bien?

El hombre tipea rápido, sabe que en Argentina son las diez de la mañana y su jefe debe estar ocupado.

[YO]: Todo perfecto. Empezamos con la investigación y hasta ahora los coreanos se han portado bien. Vamos bastante rápido.

[JOSÉ]: ¿Pablito como anda? ¿Se adapta bien?

[YO]: Sí, está practicando coreano para mejorar la dicción. Se puso las pilas. Va bien.

[JOSÉ]: No me lo pierdas de vista. Es un pibe serio pero tengo miedo que se mande alguna cagada, vos sabés lo impulsivo que puede ser a veces.

Un sonido sarcástico escapa los labios de Lionel. Si tan solo supiera que los roles se invirtieron por su culpa. Y no de la manera en que su jefe se imagina.

[YO]: No se preocupe. Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarlo.

Y esas no son sólo palabras vacías, realmente lo siente así.

Quizá si estuviesen en Argentina, las cosas serían distintas. Pero tampoco puede ignorar el hecho de que Pablo tiene novia. No sabe a ciencia cierta qué tan fuerte es la relación de ambos, pero hay un vínculo ahí que no piensa transgredir. No le corresponde. Es verdad que Pablo agarró viaje al primer beso y estuvo bastante proactivo en el momento de intimidad, pero él también había bebido mucho y el alcohol ayuda con la desinhibición. Esto sumado a que, a la mañana siguiente, ni siquiera podía mirarlo a los ojos y se escapó corriendo al baño para encerrarse. Si realmente estuviese todo bien, no hubiese actuado de esa manera, espantado como si Lionel fuese Satanás encarnado.

Scaloni curva sus finos labios en una rígida sonrisa. Sí, tomó la decisión correcta. Que todo siga su curso y esto quede en un recuerdo para ambos. Lionel toma el último trago de vino y deja que la cálida sensación acaricie su garganta.

Hay fuegos que deben permanecer extintos.

Cuerpo Extraño (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora