Un ojo logra abrirse con dificultad.
El otro sigue pegado con lagañas y al primer rayo de sol que cae sobre él, Pablo vuelve a cerrar ambos con una punzada de dolor en la sien. La cabeza le retumba por la cantidad de alcohol que tomó y gira en la cama para mirar la hora en el celular.
Un momento.
Lo último que recuerda de anoche es la espalda desnuda de su jefe mientras caminaba hacia el baño. El resto es sumamente confuso. Se lleva una mano a la frente y frunce el ceño, tratando recordar más. Es ahí cuando se da cuenta de que está completamente desnudo y en su propia cama. El tema es cómo hizo para llegar por sus propios medios considerando lo borracho que estaba anoche.
Finos y elegantes labios.
Ojos plagados de deseo.
Piel contra piel.
Pablo se tapa la boca con la mano. Levanta un poco las sábanas y mira debajo. Sí, no fue un sueño. Pasó. Tuvieron sexo. Él tuvo sexo con su jefe. Inhala profundo y exhala con pesar en su pecho. No pasó a mayores, fue una masturbación conjunta, nada más. Con besos. Y manotazos desesperados. Aimar se tapa los ojos con un brazo. No quiere ver la luz de un nuevo día. Eso significaría tener que enfrentar la realidad de que se acostó con un hombre por primera vez.
Y que le gustó.
¿O no?
De a poco las imágenes se vuelven más vívidas y revive la manera en que su sangre corría como un torrente embravecido por sus venas apenas Scaloni lo tocó. Algo se quebró. Un cancerbero que se liberó de sus cadenas infernales para arrasar con todo lo que tenía a mano, sobre todo su cordura. Un destructor de límites que no sabía que tenía, hasta que se traspasaron, y al mismo tiempo tampoco lo sintió como un evento antinatural. Fue crudo, voraz, genuino.
Y eso lo asusta.
No había sentido ese tipo de adrenalina por nadie en su vida. Ni siquiera cuando perdió su virginidad con su primera novia o cuando se puso de novio con Micaela. Experimentó una vez el besarse con un pibe en un vestuario del club del barrio en su Río Cuarto natal, pero fue algo del momento sin ninguna repercusión. Nada que le generara las famosas mariposas en el estómago ni algo por el estilo. Fue curiosidad y tomó el suceso como tal, como una experiencia más que la vida puso en su camino. Ni remotamente pensó que cambiaría el destino de su vida amorosa o su identidad sexual. Pasó.
Sí, lo de anoche también pasó.
La diferencia es que no hay punto de comparación con lo que sintió cuando tenía dieciséis años y ahora, a sus casi cuarenta y tres. Los orgasmos que tuvo con Mica eran otra cosa y-
Pablo se sienta de repente en la cama y se cachetea con ambas manos ¿Cómo puede comparar una noche de calentura con las experiencias de su novia? ¿Por qué le está dando entidad a un hombre, y no cualquier hombre si no, su jefe, con el cual pasó una noche en estado de ebriedad? Lleva sus rodillas a su mentón y mira hacia la ventana. Su primera experiencia con alguien del mismo sexo.
Y ahora... ¿qué?
Lo primero es bañarse y salir de la cama. No puede quedarse a pensar porque es el primer día de trabajo y los esperan. Sus pies se apoyan en la pequeña alfombra junto a la cama pero no puede pararse. Siente que las piernas le pesan una tonelada. Una especie de parálisis.
Miedo.
Tener que enfrentarlo será lo más complejo que ha hecho en su vida, sin dudas ¿Cómo se supone que tiene que saludarlo? ¿Cómo siempre? Imposible. El tipo no es de palo, sabe perfectamente qué pasó. Algo le va a decir ¿Y si lo echa del departamento y le dice que tiene que encontrarse su propio lugar? No, no puede. La empresa está pagando el alojamiento y cuando les pregunten por qué necesitan cada uno un lugar propio, no podrán responder 'porque nos acostamos la primera noche que llegamos y no sabemos que hacer con esto.' ¿Qué estará pasando por la cabeza de Scaloni ahora? Hay solo una manera de averiguarlo.
Pasan dos minutos hasta que finalmente logra ponerse de pie y vestirse con un bóxer que encuentra cerca. Apoya la mano en el picaporte y con cierto temor, abre la puerta. Desde el pasillo no se escucha nada. Asoma un poco más la cabeza e intenta ver para el lado del living, si está trabajando ya o no. Vacío.
"En media hora salimos."
El miocardio casi sale despedido por su boca. Pablo se da vuelta espantado y se lleva una mano al pecho. Frente a sus ojos, Scaloni lo observa con la misma mirada gélida de siempre mientras se hace el nudo de la corbata.
"Ah, sí, sí. Me pego una ducha y... y..." Pablo camina con pasos torpes hasta una pared pensando que estaría el ingreso del baño, pero se tropieza contra el mármol y se golpea el hombro. Desesperado, busca la puerta rápido y corre para encerrarse.
Escapar.
Su yugular late rápidamente mientras apoya su espalda contra la puerta del baño. Siente el latido de su corazón en sus oídos y le tiemblan las piernas ¿Qué mierda le pasa? Evidentemente fue un error con un compañero de trabajo, nada más. Scaloni está tranquilo, lo trató como si no hubiese pasado nada y lo peor es que ahora Pablo se siente como un imbécil mayor, pensando en que es el único que se está haciendo la cabeza por un suceso que el otro ni registra.
Entra a la ducha y deja que su cuerpo se relaje unos minutos, con los ojos cerrados. El agua serpentea por sus músculos fatigados, no por ejercicio físico sino por la tensión que está viviendo desde que despertó. Aseado, se enrosca un toallón en la cintura para ir a su cuarto y se frena antes de abrir la puerta ¿Y si se lo cruza de nuevo? Ah, no puede más de tanta incomodidad. Tiene que cortar con la línea de pensamiento que le va a cagar el día al pedo.
Regresa a su habitación y se viste. Se dirige al living y encuentra a su compañero parado junto a la ventana revisando cosas en su celular. Pablo respira hondo y se acerca, manos en los bolsillos. El silencio reina entre ambos por unos instantes hasta que Scaloni es el que decide cortar el momento incómodo. "Yu-min me avisó que está abajo. Vamos."
No cruzan palabra en el ascensor. Un cierto nivel de indignación sube por el pecho de Pablo que se siente usado, como una puta barata para sacarse las ganas a la noche y olvidarse al otro día. Pero ¿qué esperaba? ¿arrumacos mañaneros y desayuno en la cama? Esto es la vida real, no una novela. Fue una mezcla de alcohol y calentura y el mayor está dejando muy en claro el concepto. Por lo tanto, no vale la pena enroscarse solo, haciéndose una película que no es.
¿Cuál película, exactamente?
Yu-min los saluda amablemente y charla con Scaloni, a quien le pregunta si pudo dormir bien. Es con doble sentido, se puede ver en la sonrisa compinche del jovencito y el argentino le responde que durmió bien, de manera seca.
"¿No hicieron nada anoche?" pregunta el coreano.
Pablo instintivamente se cruza de piernas y mira por la ventanilla, Scaloni levanta el mentón, casi amenazante. "No. Estábamos cansados por el viaje."
"¿Nada de nada?" insiste.
"Nada."
Yu-min capta la indirecta y vuelve su atención al camino mientras el chofer sigue la marcha, inmutable. Llegan al edificio de Samsung, que parece sacado de una película futurista con sus cortes abruptos y sus vidrios espejados, tan brillantes que parecen de plata. A la entrada les dan sus pases magnéticos para poder ingresar y sus tarjetas corporativas para sus gastos. La primera parada es la oficina que compartirán, en el mismo pasillo en el que está el equipo de programación. Dejan sus maletines con lo indispensable. Pablo coloca una foto suya y de su novia en su escritorio. Se queda observándola por unos instantes, con la mente en blanco.
"Buen día, gente. Vamos yendo para la sala de conferencias ¿sí?" dice Sonny asomándose desde la puerta.
La planificación de la mejora del sistema de VAR que quieren implementar consta de varios ítems. De principio, estimar la cantidad de errores humanos que pueden generarse incluso dentro con los operadores en la cabina y minimizarlos con un sistema automático de sensores en el campo. Dichos errores humanos serán analizados con el uso del mismo sistema que inició en 2017 y la experiencia de los argentinos que pueden aportar su conocimiento in situ. Ambos estuvieron ligados muy cercanamente a la organización de la AFA con la compra de sus productos para entrenamiento: el pasto híbrido con fibras artificiales, la tecnología KeeperRef para control de línea de gol, las canilleras con sensores para diferenciar posibles lesiones de golpes comunes, y más. Muchos de las experiencias con los distintos planteles de la selección fueron mejorando la calidad de su empresa y su rendimiento.
Sonny apunta con el dedo sobre la pantalla frente a ellos, los posibles puntos débiles a analizar y mejorar. Pablo toma nota rápidamente en su laptop, pensando en qué atajos serían más convenientes usar para la programación de los sensores que quieren implementar.
"Mi sugerencia," comienza diciendo luego de levantar la mano, "es adaptar las cámaras a un nivel al ras del piso pero que no capte las vibraciones del suelo. Ahí vamos a necesitar de la gente de óptica para que trabajen en un modelo inteligente de recepción."
Sonny asiente. "Samsung Display puede tranquilamente centrarse en eso si les damos las especificaciones ¿Algo más?"
Scaloni es el que agrega su punto de vista. "Se pueden hacer pruebas piloto durante la primera mitad del esquema estipulado con jugadores que no sean de la selección coreana. Porque seguramente no somos los únicos que estamos trabajando en esto."
El líder de equipo sonríe. "Efectivamente. Tenemos dato de fuente segura de que LG está haciendo algo similar. Por razones obvias, van a usar al seleccionado nacional para las pruebas. Si usamos los mismos jugadores, el dinero hace milagros y seguramente se filtrará nuestro proyecto a través de ellos. Bien pensado."
Los demás miembros del equipo apoyan la moción y toman nota. La reunión sigue sin problemas, Pablo y Scaloni interactúan como profesionales, centrados en su labor. Luego de la reunión cada uno vuelve a su oficina y los argentinos se enfocan en hacer búsqueda de referencias para la investigación. Pablo mira de reojo cada tanto el escritorio de su compañero pero no atina a decir nada, a excepción de mencionar algún artículo que haya encontrado y les sirva para su trabajo. Un trato amable, cordial, básico.
A la salida, usan sus tarjetas magnéticas por primera vez para pasar por los molinetes de cristal y se dirigen a la entrada para esperar el auto que la empresa alquiló para ellos. Un flamante Hyundai Elantra gris plata se destaca con el reflejo de las luces de la calle. A Pablo se le cae la baba y el valet parking le entrega la llave a Scaloni para conducirlo.
Cuando llegan al departamento, Pablo se cambia de ropa rápidamente para encontrarse con su compañero de piso. Estima que van a decidir qué comer, pero Scaloni tiene en mente otros planes. Se encuentran en la cocina y sin dirigirle la palabra, abre la heladera y saca unas piezas de carne para hacer a la plancha. Pablo se acerca cauteloso.
"¿Hay algo para hacer ensalada?" pregunta, mirando por encima de su hombro.
"No sé. Fijate," es su tajante respuesta.
El joven parpadea nerviosamente un par de veces ante la frialdad recibida y abre la heladera. Está hasta las pelotas de comida, los coreanos tuvieron la delicadeza de llenársela con alimentos relativamente similares a los que se comen en Argentina. Pablo se agacha para la parte de verduras y abre el cajón que tiene de todo. Saca unos tomates y unas hojas de lechuga. "¿Querés algún vegetal en especial?" le pregunta al otro.
"Lo que vos quieras," responde Scaloni mientras quita la grasa de la carne con uno de los cuchillos hiper afilados.
Pablo dice algo por lo bajo, casi imperceptible y se dispone a preparar la ensalada con condimentos básicos, pero que tiene que reconocer luego configurar su cerebro para leer palabras como 'sal' y 'pimienta' en alfabeto hangul.
Cenan juntos, en silencio. Scaloni prende la televisión del living para que haga ruido y corte la tensión incómoda del aire. Pablo tiene la gran pregunta en la punta de la lengua pero no tiene las pelotas para liberar al elefante en la habitación. Hasta que no aguanta más y empieza con algo básico. "¿Dormiste bien anoche?"
"Sí," responde su jefe antes de llevarse un bocado a la boca.
Pablo insiste. "¿Te sentís bien?"
Es entonces cuando el mayor finalmente levanta la mirada del plato para enfrentarlo mientras mastica su comida tranquilamente, manteniendo su expresión ilegible. "Sí, ¿por?"
Los labios de Pablo tiemblan con una mezcla de bronca y vergüenza. "No, por nada."
Si alguna duda le quedaba, ahora ya la evacuó. Fue un accidente causado por el alcohol y nada más, sin sentimientos ni compromiso. Lo curioso es que la primera piedra la tiró la persona que menos pensaría que lo haría, pero claro, nada está escrito en esta vida. Todo es un continuum de sucesos que pueden cambiar de un segundo a otro. Terminan de cenar, ponen los platos en el lavavajilla y cada uno se dirige a su habitación.
Boca arriba, Pablo no puede evitar sentirse como un estúpido a cuerda por hacerse la cabeza por algo que su compañero tomó con toda la naturalidad del mundo. Se siente insultado, usado y pisoteado. Los momentos que revivió a la mañana con tantas preguntas ahora los siente como patadas en la cabeza. Tiene que convivir un año entero con Scaloni y apenas si pasaron un poco más de veinticuatro horas. Lo que empezó como un sueño dorado a nivel personal y profesional ahora se convierte en una tortura, en todo sentido.
Pero aquella mirada de fuego de anoche es difícil de ignorar en sus recuerdos.
Su teléfono vibra y se acuerda de que no le dio bola en todo el día porque en Corea, todo el mundo usa su celular en modo silencio. En la pantalla, un mensaje que no quería leer.
[Llamada perdida de: Mica – 10:30 pm]Notas:
Algunos términos y elementos de asistencia de arbitraje son reales y otros son inventados. Me tomo licencia personal para esto a fin de que la historia tenga sentido en futuros capítulos.
El conteo final es de 20 capítulos + Epílogo :)
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Cuerpo Extraño (Scaloni x Aimar)
FanfictionScaloni y Aimar son empresarios senior y junior en una empresa de tecnología que comercializa los sistemas de control automático en fútbol. Les sale una pasantía por un año a Corea del Sur, a Samsung para adquirir más conocimientos para sus producto...