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Al ser interrumpidos por Kuina fuimos forzados a separarnos, de haber estado solos no sé que habría pasado.
Y no sé si quiero averiguarlo.
Esta chica realmente me confunde, me hace sentir extraño muchas veces, me hace sentir cosas que no comprendo... Y el no comprender algo se me hace estresante.
¿Qué me has hecho Elisa Takahashi?
— Hey, tierra llamando a Chishiya. -Chasqueó los dedos frente a mi rostro logrando así sacarme de mi trance-
— Lo siento, ¿Qué decías? -Reaccioné al fin dedicándole una mirada a la pelinegra-
— Deberías descansar, mañana será un largo día, no sabemos que es lo que nos espera allá afuera. -Habló en un tono suave que podría jurar que relajaba a a cualquiera y en cualquier situación-
— Si, tienes razón. -Acepté y me levanté para irme, pero un agarre me detuvo-
— Quédate. -Dijo sin más provocando solo la mirara, ¿A qué se refería?- Te ves como una buena almohada.
— ¿Osea que vas a usarme?
— Así como tu lo hiciste conmigo en la playa, si. -Respondió burlona haciendo que me sentara al igual que ella-
— Touche. -Recosté mi espalda y cabeza en el sofá estirando mis brazos en el filo del mismo.
Ella se acercó y recostó su cabeza en mi pecho posteriormente cerrando sus ojos tras encontrarse cómoda, pasé mi brazo por su cintura y recosté mi cabeza sobre la suya.
Era cómodo, no lo niego, pero se sentía extraño estar así con alguien.
No quería sentirme así, no quería sentirme cómodo, no quería sentirme bien, no quería dejar que se metiera en mi mente.
No quiero enamorarme.
( . . . )
Al día siguiente abrí mis ojos debido a la luz que entraba al lugar, Elisa seguía en la misma posición que anoche, se encontraba profundamente dormída.
Se veía tierna, sus ojos cerrados, su ceño ligeramente fruncido, sus labios entreabiertos y su relajada respiración. No quería despertarla, por suerte alguien lo hizo por mi.
— ¡Chicos! ¡Ya levantense, es hora de partie! -Alzó la voz Kuina ya estresada provocando que Elisa se sobresaltara en su lugar abriendo los ojos de poco a poco-
— Ya ni dormir se puede. -Se separó lentamente de mi estrujando sus ojos con el dorso de su mano-
— Ella tiene razón, debemos irnos.
No mucho después los tres salimos del refugio para comenzar a caminar a la estación de trenes.
Kuina iba adelante y Elisa a mi lado, su mirada iba fija en el piso, aún llevaba una falda deportiva negra, la parte de arriba de su traje de baño, una sudadera roja sin cerrar y sus botas negras.
Su cabello siempre estaba suelto y algo despeinado, sus labios algo resecos por lo que aveces pasaba la lengua sobre estos para humedecerlos un poco.
No había notado que me quedé mirándola más tiempo del que me hubiese gustado, ella al percatarse de mi mirada volteó y ladeó un poco su cabeza.
— ¿Todo bien? -Preguntó mirándome fijamente sin detener el paso-
— Si, si. -Respondí nuevamente saliendo de mi trance, últimamente estaba muy distraído.
— ¿Seguro? -yo solo asentí- Oye... Si es por lo de anoche yo..-
No dejé que terminara, solo detuve el paso y la atraje hacia mi juntando sus labios con los míos en un beso.
Ni siquiera sé por qué hice eso.
— No tiene nada que ver con lo que pasó ayer. -Respondí para así comenzar a caminar nuevamente.
( . . . )
— Sabía que te encontraría aquí, no estaba seguro, pero lo sabía. -Hablé al ver a Alice y a su amiga en aquel puesto-
— ¿Tu? ¿Qué haces acá?...
— Nos traicionaste.
— No, solo los usé. -Saqué las cartas de mi bolsillo y sonreí ligeramente- Gracias a ti, tengo todas las cartas a mi poder.
No pasó mucho para que un montón de pantallas se encendieran iluminando así el lugar.
Las pantallas mostraron una figura, una mujer que conocía muy bien.
Mira.
— Lo sabía... Lo sospeché desde el momento en el que pisé la playa. -Susurró Elisa a mi lado, por mi parte solo esbocé una sonrisa al estar...
¿Orgulloso de ella?
( . . . )
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