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Ya había pasado un día después de la muerte de Azami, Ann había estado mal debido a la culpabilidad que inundaba su mente, pues Azami había muerto intentando salvarla.
Y Elisa... Le ha pegado un poco fuerte la muerte de la pequeña, le había tomado cariño y se la habían arrebatado.
Habían hablado muchas veces de mudarse juntas cuando salieran de aquí, ya que Azami vivía sola y Elisa con su corazón de pollo no lo soportó, tampoco me opuse ante aquella idea.
Saqué todos esos pensamientos de mi cabeza y me levanté de la silla en la que me encontraba sentado, tomé una bandeja y coloqué un café más unas dos tostadas encima de la misma; Caminé hacia la habitación en la que se encontraba mi novia y entré a esta guardando un breve silencio.
— Linda... Debes comer algo. -Dije en tono suave dejando la bandeja sobre la mesa de noche- Elisa.
Ella simplemente no respondió, estaba tirada en la cama envuelta en una manta fundiéndose en su propio sudor y lágrimas que ya casi no salían.
— Elisa, no has comido nada desde ayer en la mañana. -Volví a hablar al notar que ella no lo haría- Aunque sea toma un poco de agua, mañana nuestra visa expira ¿Qué harás si te toca un juego de espadas? Estás tan débil que si acaso podrás caminar.
— Si eso pasa, solo moriré. -Respondió con simpleza y tosquedad, comenzaba a irritarme su actitud.
Muy poco me enojaba con Elisa, no planeaba hacerlo ahora pero se está comportando como una niña y yo no soy el ser más paciente de este mundo.
— Elisa, solo te pido que comas o bebas algo, solo eso. -Pasé una de mis manos por mi rostro intentando guardar la calma pero comenzaba a ser difícil-
— Vete, Shuntaro.
— ¿Es en serio que te vas a comportar así? -Me levanté de la cama girando sobre mis talones para mirarla, ella no se movió- Dios, Elisa... Te comportas peor que una niña de quince años, Azami tenía dieciséis y era más madura que tú.
Y ahí es cuando su cuerpo reaccionó, se sentó en la cama y me miró furiosa.
— No vuelvas a pronunciar su nombre...
— ¿Por qué? ¿Crees que se enoje? -Realmente mi furia estaba hablando por sí sola, quería callarme e irme pero no podía- ¡Está muerta, Elisa! Ahora solo es un cadáver en el montón, acéptalo.
