Interacción

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Levantó una ceja, con incredulidad- Repite despacio, Black.

-Solo digo, que si quieres ser mi alfa.

Parpadeó. Tragándose las ganas de echarse a reír- ¿Te has echado un Confundus a ti misma o algo así?- Dijo con sarcasmo.

-Solo era una pregunta- Ladeó la cabeza como un perro.

-¿Y por qué yo?

-Por practicidad. Eres un Alfa sin Omega, los celos, incluso con supresores, son una mierda- Se sentó en la mesa de la cocina dejando bailar sus pies- Por poder. Eres un mago fuerte, los cachorros nos saldrían poderosos.

-¿Quién ha dicho que quiero hijos?- Todo el mundo sabía que odiaba a los niños.

-¿No los quieres?- Ella levantó una ceja.

No respondió y siguió con la poción que tenía que hacer, por desgracia, en la cocina de Grimmauld Place. Porque para todos era un malhumorado, y aunque no le gustaban los niños, si que quería ser padre. Nadie lo sabía, excepto Black, que tenía una asquerosa facilidad para leerle desde siempre.

-Y por último, por sentimentalismo- La miró- Tenemos las misma edad, una brújula moral similar, un estilo de vida parecido y creo que esperamos lo mismo el uno del otro- Volvió a ladear la cabeza y tuvo la sensación de que la mujer frente a él no era la misma Sirius Black que conoció en el Colegio. Ni tan siquiera la que salió de Azkaban hacía unos meses.

-¿Si te digo que me lo pensaré, me dejarás en paz?

Ella se bajó de un salto con una sonrisa, dándole a su cara naturalmente juvenil, unos años menos- Trato hecho. Pero no te lo pienses mucho- Dijo posándose a su lado, su tono era jocoso. Se quedó mirando, primero, el caldero y a continuación, a él- Porque el siguiente de la lista es Dumbledore- Fue tan inesperado que soltó un improperio. Ella solo sonrió.

Mentiría si dijera que no se lo pensó esos días.

Muchos matrimonios por amor duraban meses, y otros concertados duraban hasta la muerte.

Black era inaguantable. Y era la omega menos omega del mundo. Bueno, a ratos.

Pero siempre había querido una familia o al menos, hijos.

No era fea, de hecho, independientemente de su atractivo de omega, debía ser una de las mujeres más bonitas que conocía. Y poderosa. Y sin escrúpulos.

-Quiero hablar de los arreglos sobre esta... Posible unión- Dijo, sentándose en el despacho de ella, días después.

-¿Quieres un acuerdo prematrimonial?

Parpadeó- ¿No lo quieres tú?- Ella negó- Tienes muchos bienes.

-Las casas y el oro son frugales. Si nos divorciamos, ¿querrías mi casa o la mitad de mi bóveda?- Negó- No tienes pinta de ser de ese tipo de persona, te gusta sacarte las castañas del fuego- Ella se levantó al mueble bar- Igualmente, a menos que quieras irte con otra persona, no pretendo que ocurra un divorcio entre nosotros- Le sirvió una copa de whisky del bueno con hielo, él la aceptó. Se apoyó en la mesa frente a él, dándole desde el ángulo más bajo en el cuál él se encontraba, una bonita vista de sus piernas coronadas por unos tacones imposibles.

-¿Hasta que la muerte nos separe?- Dijo con sarcasmo.

Ella se rió- Hasta que la muerte nos separe- Se sentó del todo en el escritorio- Solo quiero a alguien con quien compartir penas y alegrías, con quien dejar los días pasar. No tiene por qué haber amor entre nosotros, solo respeto mutuo y confianza- Le miró- Nada de secretos... Ninguno... Ni de la Orden, ni de los Mortífagos...- Cruzó las piernas- Se lo que te ha pedido Dumbledore y se porqué te lo ha pedido. Y no me gusta un pelo- Él levantó una ceja, no sabía si era el alcohol o qué (ya llevaba dos vasos), pero más que molestarle que ella supiera que protegía a Harry por Lily, su fallecida mejor amiga y amor de su juventud, le hacía hasta gracia- ¿Algo a decir?

Sirius, la OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora