Visita ¿Esperada?

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-¿Qué haces aquí?- Vio a Sirius caminar por el pasillo de Encantamientos. Iba con una camisa negra, chal y falda azul oscura. Estaba algo pálida.

-Normalmente, los maridos dicen "Hola, me alegro de verte".

Ella se acercó y le dio un beso en la mejilla y se quedó cogida de su brazo derecho dado que el otro lo tenía con una caja de exámenes para corregir- ¡No me beses aquí!- Dijo en un susurro.

-Pero si no hay nadie, gruñón- Ella se puso frente de él a besarle con un beso largo y casto. Correspondió brevemente en cuánto se cercioró de que no había nadie cerca.

-¿Me vas a decir qué haces aquí?

-Estoy por el Torneo. McConnan está con gripe de bicornio, Sálomon tiene dos costillas rotas tras una redada de drogas y Dora tenía el día libre. Así que estoy en calidad de experta en ciencias de la guerra por petición de Dumbledore, y por si Alastor no puede estar a la vez con la seguridad de los campeones, la vigilancia y el tumulto de gente.

-¿Ciencias de la guerra? ¿Tumulto de gente?

-Tumulto de gente es porque no se sabe muy bien como van a reaccionar los alumnos en cuanto salgan los campeones de dentro del Cáliz. ¿Irán a abrazar a sus campeones? ¿Los que han perdido iran en contra de sus compañeros por rabia?- Caminaron del brazo hasta su despacho- Ciencias de la guerra es porque soy experta en... Liarla- Ella se rió- Así que creen que yo podré ver lo que los ojos de los demás no ven, y no me extraña que me lo pidan... Por ahora, han pillado a dos de Drumstrang poniendo cepos para osos en la cama de uno de sus compañeros que tiene muchas papeletas. Karkarov los ha mandado atar en sus propias mazmorras del barco.

En su despacho, dejó la caja en su escritorio. Sirius paseó su mano por todas las cosas de los estantes.

-Diría que me sorprende pero...- Ella se abrazó a él por la espalda. De golpe, su olor era triste, parecía que había aguantado todo ese camino a su despacho hasta que se soltó, lo cuál solo daba un motivo a su palidez. Se abrazó con más fuerza y parecía que lloraba- ¿Sirius?

Ella no dijo nada, y él solo puso sus manos sobre las de ella. Que su omega llorase era... Extraño para él. Casi con "dolor" por ella. Más que la molestia habitual cuando alguien lloraba.

-Lo siento... Se que odias la debilidad ajena...- Ella se soltó y la notó limpiarse el rostro.

Se giró para verla. Tenía la carta triste y algunas lágrimas en las pestañas- Omega, ven aquí...- La abrazó.

Le dio calor y emitió un olor para tranquilizarla, algo que su cuerpo había adquirido como capacidad tras marcarla. Ella se abrazó a él- Alfa... Me hice una prueba de embarazo esta mañana... Ha salido negativo. Lo siento mucho, Severus. Lo siento...

Suspiró, sin que se notase, al aire- No debes preocuparte- Dijo sereno- El medimago ya te dijo que has estado en un estado precario durante muchos años. Que tuvieras tu celo no implicaba ovulación pero que tu cuerpo está bien, así que solo hay que intentarlo de nuevo.

-Lo sé, pero aún así...- Ella negó.

Su alfa no podía ver a su omega tan triste, independientemente de sus sentimientos personales por ella.

Metió su nariz en su glándula, eran prácticamente unos "recién marcados" y habían estado separados bastante tiempo para los estándares de una relación de recién mordida.

La llevó al estilo nupcial hasta la siguiente puerta, su habitación, y entre besos y ronroneos, la llevó hasta la cama, la desvistió y lo hicieron mucho más lento y dulce que sus veces anteriores, aunque no por ello menos hambriento porque su parte más instintiva la ha añorado con fuerza y casi enojo.

Sirius, la OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora