Quidditch

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Después de aquel día, si bien no se habían divorciado (aún), si que vivían separados. Él mezclaba la habitación de invitados de Grimmauld Place, el sofá y su habitación de Hogwarts para pernoctar, pero no vivía como tal en la mansión.

Había visto a su, de nuevo aún, actual esposa tan pocas veces que podía contarlas con los dedos de una mano. Siempre con un semblante triste y los ojos perdidos, y su olor era tan fuerte que era nauseabundo de lo agobiante que era: Extremadamente dulzón hasta el mareo y, a la vez, fuertemente con olor a humo y algo quemado, como corcho.

-¿Vas a venir mañana al Mundial?- Le dijo de repente un día entrando al laboratorio.

-No creo.

-Deberías venir, el Ministro se interesó en volver a verte después de enterarse de nuestra boda. También estarán los Malfoy, podrás ver a tu ahijado fuera del Colegio- Ella no sabía que si los había visto después de la Luna de Miel- Solo lo digo... Te vendrá bien algo de influencia.

La miró. Su tono era vacío y sin sentimientos, aunque su olor era más neutral que la última vez que la vio.

-Me lo pensaré- Se atrevió a preguntar- ¿Y Potter?

Ella parpadeó varias veces seguidas- En La Madriguera. No hemos vuelto a hablar desde que se fue pero Molly me ha escrito varias veces. Dice que sigue muy enfadado conmigo y no quiere hablar del tema. Irán al Mundial todos juntos, no vendrá con nosotros.

¿Estaba enfadado con ella? ¿Por qué? ¿Por casarse con él, quizás? Al fin y al cabo, era tan egoísta como su padre, no le extrañaría en absoluto.

Al día siguiente, si que partieron juntos al Mundial vía chimenea directa desde el Ministerio, al fin y al cabo, ellos tenían preferencia e influencia. Él vestía todo de negro pero sin túnica. Sirius iba vestida de verde esmeralda con un vestido de falda con corte tulipán por las rodillas, de cuello y mangas largas pero de espalda abierta con el pelo recogido en un moño elegante con mechones sueltos y maquillaje a juego. Sus tacones caminando por la casa lo sacaron de sus pensamientos que iban dirigidos a lo delgada que estaba de nuevo y a sus ojeras. Se había tomado un filtro de paz y emitía un olor antiséptico por ello disimulado con perfume de manzana.

Pronto acabaron en una pequeña cabaña de madera que estaba cerca del estadio que solo tenía una recepción y chimeneas, por donde la élite, los aurores y otros empleados necesarios, viajaban con rapidez por allí debido a que no se podía hacer de otra forma por los hechizos antiaparición puestos en la zona.

Todo el área estaba llena de tiendas de campaña, caravanas muggle modificadas y certificadas, y cabañas de madera mágicamente en pie. Mitad color verde esmeralda irlandés y mitad naranja oscuro búlgaro, con la magia que flotaba en el ambiente y el olor a alcohol, tabaco, comida étnica, alegría y flirteo llenaba sus fosas nasales.

La fuerte presencia de alfas con profesiones que implicaban una gran presencia de testosterona le hizo erguirse nada más poner un pie fuera de la chimenea. Muchos políticos, aurores y auroras, jugadores y jugadoras...

Sirius emitió un quejido y arrugó la nariz en respuesta. Él emitió un gruñido más propio de cuando estaba dando clase en los últimos cursos, donde las clases estaban llenas de adolescentes hormonales que se descontrolaban a la mínima, y él tenía que mantener la armonía.

-¿Qué cojones es esto? ¿Una fiesta de fin de curso?- Echó media sonrisa. Su comentario le hizo gracia- ¿Vamos a hacer una competición de ver a quién se la chupan más? Putos gilipollas...- Estaba cabreada. El sinfín de olores sexualmente exacerbados no ayudaba en absoluto a su estado de ánimo ya alterado.

Caminaron hasta el hostal cercano justo al lado del estadio, detrás de las gradas de Irlanda. Se instalaron en la habitación que era bastante grande, con una cama casi tan grande como la de Grimmauld Place, varios aparadores y un baño enorme con bañera a ras de suelo. No mucho después, la mujer se dirigió a él- ¿Vamos a la fiesta?

Sirius, la OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora