Conversaciones

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-¿Vosotros dos? ¿Casaros? ¿Entre vosotros dos? ¿El uno... Con el otro?

Toda la familia Weasley les miraba, estaban todos sentados en el comedor menos él que estaba de pie- Sí, Ron- Dijo la mujer- Severus y yo vamos a casarnos. Los dos. El uno con el otro- Para dar énfasis, igual que en sus clases, gruñó ligeramente como símbolo de dominancia.

Molly fue la primera en levantarse, ignorando su gruñido, ya acostumbrada a una casa llena de alfas, y fue a acercarse a Black... A Sirius... Ahora tenía que pensar en ella con su nombre de pila... Porque en un par de semanas ese apellido desaparecería y llevaría el suyo. Suyo- ¡Felicidades! ¡Oh, querida, me alegro tanto por vosotros dos!- Ambas mujeres se fundieron en un abrazo. Luego, se acercó a él y le abrazó, él lo devolvió a medias- Felicidades Severus, Sirius es una omega maravillosa, vais a formar una bonita familia... Ya era hora de que encontrara un buen alfa como tú.

Tuvo la decencia de cohibirse ante lo dicho. No es que se considerara un mal alfa, es solo que no hacía diferencias y... No le importaba el sexo biológico, ni el sexo secundario. De hecho, le importaba un pimiento la identidad sexual o la orientación sexual.

Le importaba la magia, la astucia, el poder... Y puede que un poco el estatus de sangre. El hecho de que la mujer fuera una omega, sangre limpia, fuerte y bonita, era indiferente pero atractivo. Es como si vas a beber una cerveza y te ofrecen whisky del bueno.

Sus alumnos le felicitaron con un apretón de manos, incluida la Weasley menor.

Comieron todos juntos y le encantó intimidar a sus alumnos en la mesa con la mirada, como en clase. Hasta a Percy Weasley, que ya se había graduado. A Blac... Sirius, eso pareció hacerle gracia, porque la vio varias veces intentando no reírse a carcajada limpia.

-¿Y cuándo vais a casaros?

-En un par de semanas, en Grimmauld Place. Obviamente, estáis todos invitados...- Ella sonrió y olía dulzón, todos los alfas atusaron la nariz de gusto y la única omega de la casa emitió un olor a calabaza dulce en respuesta. Los únicos en no emitir nada eran los más jóvenes que aún no habían despertado del todo su sexo secundario, aunque si olfatearon el aire disimuladamente- Se que es un poco repentino pero... Es que no queríamos esperar más, ¿verdad, Alfa?- Ella también quería jugar a ese juego y a él, le hizo gracia. Las caras de sus alumnos tenían un tic nervioso difícilmente disimulable. ¿El símbolo de la rebeldía y la valentía de los omega de Gryffindor, reducida a una ama de casa y una carita bonita a la que llenar de cachorros?

Ninguno de ellos se enteraba de nada. Ninguno de ellos había vivido los años sesenta y setenta. La guerra. Las muertes. Azkaban...

Sirius podría ser ama de casa, pero era por voluntad propia, nadie la obligaba, él el que menos. Y lo de los cachorros tanto de lo mismo.

Cuando te hartas de perder, haces lo que sea por ganar.

-Por supuesto, Omega- Merlín, sus caras cuando la llamó así, no tuvieron precio. Casi se echa a reír pero solo emitió un ligero gruñido de pecho.

En general, todos olían a nerviosismo excepto los cabeza de familia, y los más mayores de la casa que estaban de visita.

Marcharon de allí a casa de Lupin para el café de media tarde. Vivía en una casa pintoresca en mitad del campo, en las afueras de Londres. Olía a naturaleza pura.

Les recibió extrañado pero gustoso. Les sirvió té y café en la cocina- ¿Y qué os trae por aquí a vosotros dos juntos? Sirius solo me ha escrito para decirme que teníamos que hablar... ¿Dumbledore necesita algo?

Negó. Ahora era su turno y Sirius tuvo que disimular su risa haciendo como que bebía café- En realidad, queríamos contarte que Sirius y yo vamos a casarnos.

Sirius, la OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora