Sirius se deshizo su trenza y su pelo cayó como una sábana de seda oscura como la noche con reflejos del azul más aristocrático. Su piel brillaba bajo la luz de la chimenea, casi prístina, con cicatrices e imperfecciones aquí y allá. Sus curvas se movieron como ondas en el agua tras la caída de una piedra. Sus pestañas subían y bajaban en sus ojos plata dándole un aire de diosa. Sus labios se movían al ritmo de su respiración suave y tranquila.
Quiso rugir de posesividad.
Tocaron la puerta y estuvo a punto de quejarse en voz alta porque la mujer se puso una bata encima de su camisón corto y sensual que dejaba ver su cuerpo de omega perfecto, dulce y, sobre todo, suyo.
Era Potter. Por la forma de caminar y por el olor. Estaba muy pesado, pero bueno, se acercaba la última prueba y después de lo del agua, Sirius estaba casi rugiente encima del chico omega. Sobre todo cuando el alfa Krum intentó intimidarle con un rugido y fue el mismo Ronald Weasley el que le gruñó de vuelta sacando de golpe un par de colmillos y desarrollándose casi de golpe como un alfa. Desde entonces, ambos amigos parecían un par de hermanos sobre protectores el uno con el otro y le recordó vagamente a Regulus y Sirius.
Pero aún así estaba muy pesado. Como Draco. Vaya pelmazos los dos, todo el santo día detrás de la omega.
-No me gruñas- Le dijo el chico ya en la habitación.
-¿Qué es esto, la Sala Común de Gryffindor?- Dijo ignorando que había gruñido sin pensar.
-Teniendo en cuenta que hay un Slytherin en ella, debe ser por lo menos el infierno.
Iba a replicar pero la mujer dio el alto- Vale ya los dos. Estoy harta de vuestras tonterías.
Él siguió leyendo y, mientras ahijado y madrina hablanban, cuanto más nervioso estaba el chico, más se sentaba cerca de él y más restregaba su mejilla en la pernera de su pantalón. Buscaba consuelo en un alfa de confianza de mayor posición, y eso le hizo sentir alegre a su manera así que solo rascó el indomable cabello del chico, sacando su olor natural a adolescencia, sudor y cera para escobas, y haciéndolo tintinear.
Sirius sonrió disimuladamente y él se hizo el desentendido. A ella le gustaba decirle que le encantaba verle en "modo papá" y él no tenía alma de rebatir lo contrario. Quería al chico a su manera, y por supuesto, se preocupaba por él, por su relación con la profecía y por su crecimiento físico y emocional. Aunque ellos dos tampoco eran un gran ejemplo de padres, dado que venían de familias disfuncionales, meter a Harry en un armario bajo las escaleras no estaba en sus planes (Al menos a corto plazo).
Sin tocar la puerta, Draco entró de golpe. Gruñió y se escondió debajo de la mesa.
Ambos chicos se bufaron mutuamente y el olor a rancio inundó la habitación.
-Ugh...- Dijo en de gafas poniendo cara de disgusto- Olor a alfa en celo...- Recién desarrollado, no todos los omegas reaccionan al celo de un alfa en sus primeras etapas de desarrollo. Pero para Draco, orgulloso por dentro y por fuera, le gruñó con fuerza al sentirse "rechazado". Weasley se lo tomó mejor cuando Harry dijo que olía a "perro mojado", aunque no por ello había menos rojo en sus mejillas a juego con su cabello pelirrojo.
Sirius y Harry se fueron, y él y Draco se quedaron hablando hasta que hizo efecto la poción para deshacerse de casi todo lo molesto del celo. Él abrió las ventanas, dejando correr el aire fresco y sacando el olor a alfa en celo de su dormitorio.
-Esto es una mierda- Dijo el chico intentando no vomitar.
-Lo sé, pero te acostumbras con el tiempo.
-Quiero un omega.
Se carcajeó- Sí, también te acostumbras a eso con el tiempo- El chico se rió de vuelta.
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Sirius, la Omega
Romance#FemaleSirius Levantó una ceja- Repite despacio, Black. -Solo digo, qué si quieres ser mi Alfa.