Dos caminos unidos

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No estaba nervioso. Debería, pero no. Se sentía ansioso, como cuando quería que una poción se hiciese de manera instantánea, pero no estaba nervioso.

En pocos minutos iba a casarse con Sirius Black y quería que acabase ya.

Había unos pocos invitados más de los esperados, casi todos del profesorado. Potter se quedaría esa noche, y toda esa semana en casa de los Weasley, mientras ellos "disfrutaban" la Luna de Miel: Un pequeño viaje al interior de Irlanda que en realidad él usaba para recopilar ingredientes y la mujer para... Lo que fuera que fuese a hacer. No le interesaba mucho.

Albus Dumbledore estaba alegre apoyado en el atril sacado de la biblioteca. Pronto su biblioteca- ¿Todo bien, Severus?

-Sí- Se colocó más cerca del hombre y el resto de invitados se sentó, excepto Lupin que era el padrino de bodas y estaba a su lado. El hombre iba con traje al estilo muggle de camisa blanca, corbata azul y traje negro. Él iba todo de negro, para variar, pero el interior de su túnica era verde botella muy oscuro.

-¿Nervioso?- Preguntó el más joven. Todo el mundo se lo había preguntado, hasta su ahijado Draco en una carta, dado que los Malfoy no iban a venir.

-En absoluto- En realidad, el del olor a nervios era el otro. El hombre sonrió ante su respuesta.

La marcha nupcial salió del gramófono y él se giró lo justo para escuchar a Lupin decir "Merlín en el cielo, está preciosa".

Potter, que en realidad en casa se portaba casi bien, con un traje de túnica escarlata oscura y pantalones negros llevaba del brazo a la mujer.

Y debía decir que era la omega más bonita que había visto en toda su vida.

Llevaba un vestido de novia blanco como la nieve, con un corsé de pedrería que mostraba sus hombros, gran parte de su espalda, clavícula y escote. El resto era una falda larga con vuelo brillante. Llevaba un moño bajo, elegante, con mechones sueltos del cual salía un velo largo que arrastraba. También llevaba algunas pequeñas flores en el pelo, igual que cristales diminutos y no llevaba casi maquillaje, pero el poco que llevaba le hacía parecer que tenía los ojos de color plata más grandes del mundo. Estaba muy sonriente y ligeramente sonrojada.

Potter la llevaba muy alegre del brazo y su cara le hacía parecer tanto a su padre, que agobiaba. Se fijó en la solapa del bolsillo de su túnica y vio que llevaba un lirio blanco, igual que el ramo que llevaba la mujer.

Por Lily.

Ella fue dama de honor de Lily y ahora ella no podía corresponder por igual. Lupin debió cerciorarse como él, porque lloró ligeramente. A mitad camino, Potter se la cedió al hombrelobo.

-Toda tuya, Remus.

-Estás preciosa, Sirius.

-Gracias, Lunático...

La mujer le dio un beso en la mejilla al chico y el hombre le atusó el cabello indomable- Gracias por traerme, Cornamenta Junior- El chico sonrió aún más y se sentó en su sitio, en primera fila con Granger y el pequeño de los Weasley.

El resto del camino entre ambos amigos se le hizo nostálgico, amargo y duro de contemplar. Ver allí, a los tres, fue un deja vú, impactante y realista. Faltaba Lily y les faltaba ir en uniforme. Siempre estaba él apartado: Fuera del grupo de Los Merodeadores.

Y se dio cuenta de que todo había acabado. Que todo era distinto, que ahora él era el fuerte. Se dio cuenta cuando vio a Potter con los ojos verdes brillantes de Lily hablando con Granger, y Lupin se acercó a él con muchas más cicatrices, llevando a Sirius Black vestida de novia. Su futura esposa. Nada volvería a ser igual.

Sirius, la OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora