PROLOGO

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20 años han pasado. ¿Tan rápido han pasado 20 años? No lo sabría decir. Nadie sabría decir que cosas se perdieron en los 20 años que han pasado desde que inicio la Guerra.

Solo los más veteranos recuerdan que hubo un tiempo de paz. Un tiempo en dónde las ciudades no estaban destruidas y en dónde la gente charlaba tranquilamente sin miedo a que una bomba les cayera encima.

Nadie recuerda muy bien porque comenzó está guerra, o si hubieron detonantes para que se llevará a cabo un enfrentamiento entre los 5 continentes del planeta, pero de lo que algunos estaban seguros, es que existio un hombre solitario, algunas veces era un vagabundo, otras veces era un magnate de una extinta corporación. Y algunas veces, creyeron, era un loco que se vestía de blanco y salía todas las noches a masacrar a los criminales más perversos de las ciudades.

Nadie lo recordaba con certeza, muchos años habían pasado desde que la paz dejo de existir en todo Joyland, ahora, la gente se había acostumbrado a los tiroteos, a los tanques paseando por las calles y a los militares creando sus propios gobiernos para tener algo de control sobre la asustada población civil.

Aquel hombre solitario había desaparecido del radar de muchos. Nunca tuvo amigos significativos, mucho menos familiares que se preocuparan por el. Era un hombre solitario, y como diría aquella canción popular, solitario es un hombre sin amor.

¿Acaso había amado a alguien en toda su vida? Lo dudaba, pero si de algo estaba seguro aquel misterioso sujeto, es que su soledad le consumía la cordura cada vez que el sol se ocultaba y las lunas se alzaban al cielo, iluminando la oscuridad de la noche.

En la oscuridad de la noche, todas las cosas perversas de las que el hombre era capaz sucedían, ocultas ante los ojos de las masas asustadas por los horrores de la Guerra.

Y el hombre solitario salía todas las noches a combatirlas. Crímenes de guerra, violaciones, torturas despiadadas a inocentes o a soldados novatos, el hombre solitario salía a combatir todas las noches, porque esa era su misión, porque ese era su encargo, porque así se lo demandaban las lunas.

Lo demandaban las lunas, Konshu o la posible Esquizofrenia que estaba desarrollando, no sabía con certeza nada de lo que le estaba pasando en estos momentos.

A penas dormía, a penas tenía tiempo de pensar en su salud mental, ahora debía permanecer siempre alerta de las cosas. En cualquier momento, una tropa enemiga podría aparecer solo para joderle el día.

No, no podía, no debía dormir, el crimen y la maldad abundaban en las trincheras y en las selvas, en las zonas de combate, los señores de la Guerra mataban inocentes y torturaban pobladores locales, violaban mujeres y esclavizaban niños.

La justicia debía ser repartida, debía ser más duro que antes, más mortal, más precavido, más astuto.

Estos no eran mafiosos ni sicarios novatos, no eran capos de la droga con ambiciones de controlar una parte de la ciudad, no. Estos serán señores de la Guerra, dispuestos a masacrar poblados enteros con tal de que sus tropas pudieran acaparar más terreno.

Se había acabado el tiempo de ser parcial, ya no había cabida para la diplomacia ni los buenos modales. La Guerra lo estaba cambiando por completo, lo estaba remontando a sus viejas calañas. Su tiempo como mercenario parecía que nunca acabo.

Pero ahora no peleaba por dinero ni por joyas, no, ahora peleaba para traer la justicia al campo de batalla, y traía la venganza hacia todo aquel que osara a masacrar inocentes usando como excusa la Guerra en la que el planeta se hallaba inmerso.

No había tiempo de ser piadoso, ni de mostrar debilidades ni siquiera a los posibles aliados. El era un hombre solitario, y probablemente lo sería hasta el último día de su vida.

MOON KNIGHT: SHADOWLANDSWhere stories live. Discover now