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Cumplir aquel deseo me hizo sentirme orgullosa y no por los puntos, precisamente

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Cumplir aquel deseo me hizo sentirme orgullosa y no por los puntos, precisamente. Estaba satisfecha de haber sido capaz de entender el trasfondo emocional de un mensaje con apariencia de simple, y me emocionaba la idea de haber podido ayudar a Jimin, aunque fuera un poco, en el duro camino que tenía por delante para deshacerse de la culpa y aceptar la muerte de un hermano que había perdido en unas circunstancias tan inesperadas como terribles.

Por historias como la suya había decidido estudiar Psicología. Las personas tendían a culpabilizarse casi por todo con gran facilidad y a creerse merecedoras de las desgracias que les ocurrían, y esa concepción negativa de su realidad les terminaba arrastrando a padecer trastornos como la depresión o la ansiedad y les determinaba a formarse un concepto casi inexistente de ellos mismos. Conseguir que algunos fueran capaces de mirarse de forma más amable y de aceptar sus errores con la normalidad con la aceptaban los de los demás era una de los objetivos que me había marcado si conseguía convertirme en doctora. Desde la adolescencia trabajar en Salud Mental había sido uno de mis dos sueños reconocidos. Y, en cuanto al otro...

El otro...

Bueno, digamos que el otro era algo bastante más delicado y que no solo dependía de mí. Al principio lo había tenido en lo más alto de mis anhelos, después se había hundido en el fango y, cuando ya creía tenerlo superado, resultaba que volvía a aparecer. Había resurgido, sin ton ni son y con mucha fuerza y estaba...

¡Demonios! ¿Otra vez en mi casa y sentado en el salón? (Y en "mi sofá". Y estirado como el rey de reyes. Y con otra cesta de frutas en la mesa).

—Espero que no te moleste mucho que se quede otra vez, hija. —Mi madre se me acercó, con su talante mesurado, al ver que los ojos se me salían de las órbitas—. Su madre me lo ha vuelto a pedir y ya sabes que no me puedo negar.

El corazón se me aceleró. Maldición; ¿por qué? Cómo me asqueaba estar enfadada y seguir sintiendo esas incómodas mariposas en el estómago. Era el colmo.

—Está bien. —Fingí indiferencia—. Igual hoy estoy muy cansada. Tenía en mente irme a la cama temprano.

Me fui derecha a las escaleras. Ni por asomo pensaba quedarme a ver la representación escénica de "yerno amoroso" que le haría a mi madre. Tampoco quería hablar con él. Ni sentarme con él. Ni mirarle. No.

—¿Era o no era?

Me detuve a medio camino y me asomé disimuladamente por la barandilla. Detecté su cabello pegado a la pantalla del móvil y las inconfundibles bolitas del videojuego de puzzles al que estaba jugando.

—Jimin —amplió, ante mi silencio—. ¿Era el tipo que buscabas?

—No.

—Vaya.

Eso mismo decía yo. Vaya. Vaya con sus formas defensivas en el restaurante y vaya con su pésima actitud al marcharse y dejarme sola con todo el servicio posterior.

ÚLTIMO DESEO 《JJK》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora