22 | Revelaciones

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Después de haber pasado un sin fin de penalidades junto a un borracho como mi padre y de haber experimentado los estragos del abandono, las deudas y la necesidad, cualquiera con dos dedos de frente hubiera supuesto que, al menos, mi madre había ap...

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Después de haber pasado un sin fin de penalidades junto a un borracho como mi padre y de haber experimentado los estragos del abandono, las deudas y la necesidad, cualquiera con dos dedos de frente hubiera supuesto que, al menos, mi madre había aprendido algo útil.

Yo estaba convencido de ello. Creía que, en cuanto nos recuperáramos económicamente, elegiría mejor su futuro y se rodearía de un entorno adecuado en el que pudiéramos llevar una vida más o menos normal. Tampoco aspiraba a que fuera de cuento de hadas ni andaba con la idea de que, como ya habíamos pasado por mucho, no nos tocaría nada malo nunca más pero estaba seguro de que conseguiría una cierta estabilidad.

Por eso no me importó aceptar el trabajo de recadero en una de las bandas de Kaisoo, ponerme a vender droga ni convertirme en el chico de compañía, por decirlo de alguna manera elegante, de las mujeres que veía con dinero bebiendo solas y ahogando sus penas por los bares. Tenía en mente que sería temporal, que duraría lo justo para salir del atolladero con el banco y comprarnos otra casa. Lo justo para que mi autoconcepto sobre quién quería ser y lo que quería hacer no se ahogara en medio de la mierda. Lo justo para que mi madre se pusiera las pilas y me demostrara que era un mujer con dos dedos de frente y una gran integridad.

Pero no fue así. Como se suele decir, basta que uno desee algo con mucha fuerza para que ocurra lo contrario. La deudas tenían demasiados intereses de demora, Kaisoo y su forma de vida me estaban impregnando a pasos agigantados y mi madre buscó la salida rápida a la situación y se emparejó con Hang. Y, créeme, no pudo haber tomado peor decisión.

Ese cabrón la golpea. Lo hace cada vez que se cabrea o se frustra en el trabajo, y se frustra mucho. Sin embargo, ella no solo no le deja sino que incluso le defiende. Lo hace porque se ha hecho cargo de las deudas, le ha dado una casa, le compra todo lo que se le antoja y, cuando le da el puntazo de "buen marido", se la lleva de viaje. Lo más gracioso es que esos destellos de amor dadivoso le vienen sobretodo cuando yo tengo algún problema o algo importante que hacer pero mi madre no lo ve. Ella no ve nada. Ni siquiera sus moratones ni sus lágrimas. Ni a mí. Nada. Solo tiene ojos para el dinero. Por eso digo que con wones se puede controlar todo y cambiar todo, incluso los afectos.

La revelación me dejó helada. No, más que helada. Había imaginado muchas cosas sobre la relación que tendría con su madre pero nunca que estuviera en una situación semejante.

—¿Por eso querías ganar la carrera? —inquirí, impactada ante la información—. ¿Quieres conseguir que te mire y sacarla de esa casa?

—Llevo años con eso en la mente —confirmó—. Pero es difícil porque, cada vez que me meto a defenderla de Hang, me echan. —Suspiró—. El otro día, sin ir más lejos, el tipo perdió los nervios por algo relacionado con un desacuerdo laboral y le tiró una botella de soju a la cabeza. —Se señaló los puntos—. Yo había ido allí a cambiarme de ropa —continuó—. Recibí el golpe en su lugar.

ÚLTIMO DESEO 《JJK》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora