Aquel desplante fue el punto de partida que reinició nuestra competición. Una competición en la que ahora me tocaba no solo ir contra él sino también contra mí misma y mis estúpidos sentimientos. Bajé a la cocina a por agua y sus ojos castaños no dejaron de mirarme ni un maldito segundo. Mi madre me encargó tender ropa en el patio y me quitó el cesto de las manos. Me puse a ordenar los botes de salsa del estante de la sal y se quedó observándome desde la puerta, con esa intensidad que tan nerviosa me ponía (no podía dejarme simplemente paz, no). Y el remate vino a la hora de la comida, cuando me puso un plato de guiso caldoso que desprendía un humo delicioso justo delante de donde me acababa de sentar y se me situó lado, con los brazos apoyados en la mesa.
—Creo que un buen caldo te puede ayudar a recuperar fuerzas —murmuró—. Dicen que es lo mejor para la enfermedad.
—No me hace falta. —Empujé el cuenco hacia él—. Estoy fenomenal, gracias.
—Pero está bueno.
—Entonces comételo tu.
—Lo he hecho para ti.
—Pero yo no te lo he pedido.
Me lo volvió a ofrecer. Se lo regresé.
—Hace un rato te quería dar la maceta pero me diste con la puerta en las narices —resopló, con la molestia pintada en la cara—. Y ahora me haces feos con la comida.
—¿Y qué te esperabas? —le cuestioné—. ¿Una fiesta de agradecimiento por tus primorosos detalles? No voy a reforzarte el ego que ya te cargas tu solito.
Y así, henchida de orgullo, me levanté, cogí tres piezas de fruta del bol de la encimera y me largué.
Okey, contador a cero. Park Verónica 1 - Jeon Jung Kook 0. Y esta vez no pensaba ceder ni un punto. Ni uno solo.
Los días siguientes transcurrieron de forma similar, con la salvedad de que pensé que regresar a clase podría venirme bien para centrar la cabeza y quitarme el desánimo de encima. Sin embargo, de nada me sirvió porque, a pesar de que entraba, salía y buscaba distracciones, compartir techo con Jung Kook me lo tiraba todo por tierra. Me lo encontraba cada dos por tres y pasar de él no resultaba sencillo.
Me esforzaba por levantarme más temprano de lo habitual y retrasaba mi regreso pero, cogiera el horario que cogiese, siempre se me anticipaba y me lo tenía que topar. Cuando no me lo encontraba en el salón haciendo abdominales, estaba saltando a la comba en el pasillo, en la cocina preparando algo o dando vueltas por la casa con la escoba en la mano, y su presencia a mi alrededor me hacía sentir terriblemente incómoda.
Percibía la profundidad de su mirada sobre mí como si estuviera clavada con chinchetas y, aunque trataba de hacerme la tonta e ir a lo mío, al final los ojos se me terminaban yendo también detrás de él. Y se me iban mucho más cuando, por ejemplo, nos chocabámos por el pasillo, que era bastante estrecho, y se pegaba a la pared para cederme el paso con una amabilidad que, por cierto, me sentaba fatal.
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ÚLTIMO DESEO 《JJK》
RomanceBienvenido, usuario. Por favor, ingresa nombre de usuario. Por favor, introduce fecha de nacimiento. Por favor, autoriza geolocalización. Por favor, introduce contraseña. Repite contraseña. Un momento... Generando perfil... ¡Gracias por la esp...