4 | Bienvenido, usuario

297 49 66
                                    

Psicología del Deporte era la única materia que tenía por la tarde y también la única que, de haber podido elegir, hubiera preferido no cursar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Psicología del Deporte era la única materia que tenía por la tarde y también la única que, de haber podido elegir, hubiera preferido no cursar. El contenido no estaba mal pero era una asignatura obligatoria para varias carreras, de esas que llamaban "multidisciplinares" porque "servían para todo" (palabras textuales del decano en el acto de inauguración), y, por lo tanto, la clase siempre estaba a reventar. No llegar como mínimo media hora antes suponía, en el mejor de los casos, escuchar agazapada en la escalera del aula, y, en el peor, quedarse de pie contra la pared del fondo cerca de la hora y media que duraba la clase.

Por eso volé. Volé por el pasillo hasta que divisé la puerta del aula abierta y me detuve a tomar aire. Tampoco era cuestión de entrar roja como un tomate.

—El del helado de menta está por aquí —comentó una voz aguda a mi espalda—. He fijado su mensaje. Parece fácil de cumplir. Necesito los puntos para desbloquear el nuevo logro.

—Yo lo conseguí ayer —respondió un timbre masculino—. Es un chat que te permite intercambiar mensajes con el autor de un deseo que sigas a fin de facilitar su consecución.

¿Ah, sí? La estúpida idea de descargarla empezó a rondarme por la cabeza. Si lo hacía, me ahorraría andar dando palos de ciego y podría comunicarme con...

No, no hacía falta. Ya había fijado a Gi Oh como objetivo. Solo tenía que hablar un poco más con ella, confirmar que el mensaje era suyo y después intentar que aceptara ayuda.

Entré en el aula. Vaya por Dios; no había sitio. Repasé las filas una por una, por si acaso aparecía algún lugar, con gesto de resignación. Min Yoon Gi estaba en la primera, como de costumbre, con la cabeza metida en un libro. Tras él distinguí a un chico rubio de aspecto sosegado que me llamó la atención por el escrupuloso orden con el que había colocado los bolígrafos y cuadernos. Después había un enorme corrillo. Eran estudiantes de Primero, arremolinados en torno al móvil de uno de ellos y con las mochilas en las sillas. A continuación estaba la bolsa azul que ocupaba dos sitios y que reconocí al instante.

El corazón me dio un vuelco. Ay, no.

—Me tenías preocupado. —La cara de Jung Kook apareció de la nada y se pegó demasiado a la mía, robándome el oxígeno, la calma y hasta la sensatez—. Ya pensaba que no ibas a venir.

¿Ah? ¿Cómo? ¿Qué? Parpadeé, en busca de orden mental.

—Te he guardado un lugar. —No contento con invadir mi espacio personal, se inclinó sobre mí y nuestros ojos se alinearon—. De nada.

Vale. Opción uno: rechazarle y marcharme a la escalera para dejar claro desde el principio que sus intentos de persuasión no iban a funcionar. Opción dos: adoptar la pose juguetona que tanto me iba a costar y seguirle el juego, con la intención de manipularle yo a él. Uf; ¿qué hacía? ¿Lo echaba a un cara o cruz?

—Hay que ver, cuánta amabilidad por tu parte. —Al final me dejé llevar por lo primero que me salió, más parecido a lo segundo. La perspectiva de pisotearle era demasiado fuerte—. Realmente estaba tan pero tan agobiada ante la idea de tener que dar la clase desde la escalera que ahora mismo me siento a punto de estallar por la emoción.

ÚLTIMO DESEO 《JJK》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora