20 | Sí pero así no

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Afortunadamente, el desencuentro no pasó a mayores

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Afortunadamente, el desencuentro no pasó a mayores. Jung Kook se quedó unos instantes en silencio, echando chispas hasta por las orejas, pero al final se fue, eso sí, sin dejar de echarnos miradas asesinas. Tae Hyung, en cambio, volvió a sentarse y, como si nada hubiera ocurrido, regresó a la tarea de hacerme dibujitos en el cuaderno.

—¿Qué ha sido eso? —parpadeé, alucinada—. ¿Se puede saber que os ha pasado?

—Ya te dije que todo fue por decirle lo que pensaba —replicó, sin levantar los ojos del gatito de espaldas que estaba diseñando—. No lleva bien que le afeen las cosas pero yo no llevo bien lo que hizo.

—¿Y qué fue exactamente lo que hizo?

—No vayas a la carrera. —Cambió el tema—. Aunque te parezca dadivoso y se muestre preocupado por ayudarte, en realidad no le importas —continuó—. Solo busca llamar tu atención porque le ofende no haberte visto destrozada y que pases de él. —Garabateó una luna encima del animal—. Te lo digo en serio.

Tenía razón, lo sabía (y demasiado bien) pero, pese a todo, ¿podía ignorar el hecho de que, si yo no acudía al estadio, nadie más lo haría? Su madre andaba de viaje con el tipo ese. Estaría solo. Solo y sin apoyo de ninguna clase y, aunque no había pedido explícitamente mi asistencia ni, por supuesto, esperaba que lo hiciera, algo dentro de mí quería entender que, si me había dado tantas entradas, había sido por algo. Y, para colmo de males, resultó tener razón en lo que a Yoon Gi se refería porque, cuando la clase terminó y me acerqué a entregarle uno de los tickets, los ojos se le abrieron de forma descomunal.

—¿Son para la final? —Se lo pegó a la nariz—. ¿Cómo lo has conseguido? Esta mañana fui a la oficina del decano a buscar una pero la secretaria me dijo que hacía días que se habían agotado.

—Conozco a alguien que corre.

—¿Ah, sí? —La apatía se esfumó como por arte de magia de su rostro—. ¿A quién?

—A Jung Kook.

—¿Jung Kook? —repitió—. ¿El mismo Jung Kook que la semana pasada hizo una de las remontadas más espectaculares que he visto en la vida? —Vaya; sí que estaba puesto, sí—. ¡Ese tío es un fenómeno! ¡Le admiro un montón!

Pues qué suerte la mía entonces. Me daba que me iba a tocar limar asperezas con la parte implicada como forma de entablar amistad.

—¿Y de qué le conoces? —inquirió a continuación—. Te ha dado muchas entradas. Eso es raro. ¿Salís juntos?

Por poco me da un ataque de tos.

—No, no. —Me apresuré a negarlo (cómo para no hacerlo)—. Solo hablamos de vez en cuando porque nuestras madres se conocen. Ayuda en el restaurante de mi familia.

—Ah, qué susto.

Arqueé la ceja.

—Sí, es que a mi prima le gusta —me aclaró—. Imagínate, detesta el deporte pero se ha inscrito como auxiliar voluntaria en los entrenamientos de atletismo solo para poder verle y darle toallas.

ÚLTIMO DESEO 《JJK》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora