Me miró largamente, como si esperara que le preguntara al respecto, y, con sinceridad, ganas no me faltaron. Que el dúo inseparable hubiera dejado de serlo era, sin duda, toda una novedad pero no me parecía correcto meterme en el asunto sin haber escuchado primero la versión de Jung Kook, menos aún después del estupendo domingo que habíamos pasado juntos.
Por eso me llevé la mano al colgante, dejé que mis dedos acariciaran la superficie pulida de la piedra y me saqué de la manga una batería de dudas sobre el funcionamiento de los exámenes en la carrera de Ciencias del Deporte con la única intención de cambiar de tema. Y la estrategia funcionó porque el asunto llevó a las calificaciones, éstas dieron pie a hablar de nuevo de Min Yoon Gi, famoso por sacar sobresalientes en todo, y Soo Bin se ocupó de que ya no hubiera punto de retorno.
—¿Sabíais que da clases de refuerzo? —retomó su cantinela de fanática apasionada—. Y pensar que hoy era el día en el que iba a armarme de valor y pedirle que me diera algunas... —Cerró el puño en el aire—. El destino se empeña en separarnos y arrojar mis ilusiones al pozo de desolación.
—Se ha equivocado de carrera. —Tae Hyung se inclinó sobre mi oído, con aire divertido—. Le pega más ser actriz.
—¿Sí, verdad? —Le seguí la broma—. Ya le dije que se cambiara de facultad pero ya ves que Min Yoon Gi la retiene aquí.
—Ese Yoon Gi tiene que ser la repera.
—¿Qué estás murmurando, salta vallas? —La aludida frunció el ceño—. Si quieres quedarte en nuestro club, abstente de hacer comentarios sobre él.
—Sí, sí, entendido. —Éste se apresuró a asentir—. Ya me queda claro que Yoon Gi es un "papi sagrado".
La ocurrencia dio un filón a comentarios alucinante. Estuvimos riéndonos todo lo que quedó de comida y, bajo la cara disgustada de Soo Bin, que nos miraba como si le estuviéramos haciendo una afrenta directa, nos inventamos por lo menos mil situaciones en las que utilizar el nuevo y flamante apelativo. No paramos hasta que nos tuvimos que separar para ir a nuestras materias optativas y a mí me tocó correr (para variar) y tirar de Tae Hyung, que no parecía tener ninguna prisa y sí muchas ganas de seguir de guasa, a fin de llegar a tiempo a Psicología del Deporte. No terminé en la escalera porque Dios, que había bajado del cielo y había adoptado la forma de Jimin, tuvo el increíble detalle de guardarme un sitio en segunda fila.
—¿Qué tal todo? ¿Cómo estás? —me interesé mientras echaba un vistazo rápido por los asientos y Tae Hyung le suplicaba a la chica de atrás que le dejara un hueco en la banca—. ¿Cómo fue el acto conmemorativo?
—Algo duro.
—Lo imagino.
—Puse el helado junto a las ofrendas —murmuró, con una tremenda emoción contenida en la voz—. Me costó mucho. Lloré a mares.
—Es que afrontar asuntos pendientes es muy difícil.
—Lo he comprobado —asintió—. Y también he pensado que parte de lo que me pasa es que la culpa no me permitía dejarlo ir. Era como si el hecho de no haberle despedido, de tener algo inacabado con él, me hiciera creer de un modo absurdo que en algún momento podría regresar y que entonces yo podría pedirle perdón con ese helado. —Sacudió el cabello rubio a ambos lados—. Es raro de explicar. Suena a disparate.
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ÚLTIMO DESEO 《JJK》
RomanceBienvenido, usuario. Por favor, ingresa nombre de usuario. Por favor, introduce fecha de nacimiento. Por favor, autoriza geolocalización. Por favor, introduce contraseña. Repite contraseña. Un momento... Generando perfil... ¡Gracias por la esp...