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—No has hecho uso de mi SOS

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—No has hecho uso de mi SOS.

La imprevista aparición de Tae Hyung me dio un susto de muerte. Ya eran cerca de las tres de la madrugada, un manto de oscuridad inmensa se ceñía sobre la balsa de agua marítima, reflejando en ella centenares de puntitos brillantes que tintineaban y el murmullo del oleaje era lo único se escuchaba en todo el perímetro. No había contado con que alguien andara desvelado como yo.

—¡Dios mío! —Me llevé la mano al pecho, con teatralidad, y él me mostró la dentadura al completo—. ¿Qué haces aquí tan tarde? Pensaba que todos dormíais.

—¿Y tu? —me devolvió la pregunta—. ¿No te parece que es igual de tarde para ti?

—Soy una persona nocturna —respondí—. Me gusta la quietud de la noche. Me ayuda a relajarme y a aclarar las ideas.

—¿Y qué te inquieta tanto como para que no te importe que mañana vayas a aparecer en el desayuno en "modo panda"?

Demasiado.

Por una parte estaba lo de Yoon Gi. Su confesión me había impactado una barbaridad y, aunque le había visto terminar la velada chapoteando como un niño pequeño en el agua, sabía que ese estado no duraría mucho y me preocupaba que la verdad que tanto miedo le daba revelar le terminara destruyendo. Por otra, que Jimin siguiera aferrado a esa tendencia de ayuda abnegada tampoco me parecía lo mejor pero no podía decírselo sin meter de alguna forma la pata. Pero, sin duda, el que más me agobiaba, y con diferencia, era Jung Kook.

Había vuelto a desaparecer. A eso de la una habíamos empezado a jugar al "responde o bebe" y se había escabullido sin decir nada y, por supuesto, sin contestar al teléfono, exactamente como el día de la carrera. Y, también como entonces, me habían saltado todas las alarmas.

De verdad, pero qué maldita manía tenía de perderse por ahí. Y eso que ahora sabía lo que me preocupaba. Lo sabía y le daba igual. ¡Le daba igual! De lo contrario, no lo seguiría haciendo. Qué coraje. Jung Kook, maldito desagradecido.

—Digamos que tengo en mente varias cosas —opté por ser difusa.

Salí de la terraza y dejé que mis pasos, contenidos entre el enojo y la ansiedad, me llevaran a la orilla de la playa. La humedad del viento me azotó el cabello pero la bofetada del aire en la cara me resultó fresca, reconfortante.

—¿Te fue mal la conversación con Jung Kook? —Tae Hyung me siguió.

—No, para nada. —Rocé el agua con los zapatos—. Aceptó mi compañía e incluso escuchó mis consejos.

—No sé. —Él arrugó la boca, en un mohín—. Suena demasiado estupendo para proceder de él.

Pese a la mesura del tono, el comentario me molestó. ¿Por qué me lo tenía que estar recordando a cada rato? ¿Por qué no me daba ni un poco tregua? Me hacía sentir estúpida por estar enamorada y, aún peor, por sugerirme sin parar que interpusiera una barrera que ya no tenía ganas de interponer. Tenía claro lo que ocurría con Jung Kook, sabía lo que esperar de él (y lo que no) y también lo que quería hacer.

ÚLTIMO DESEO 《JJK》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora