Muy a lo lejos, bastante lejos, escucho un sonido que poco a poco parece desvanecer el mundo en el que estoy, interrumpiendo la competencia de patinaje en la que estoy y que es uno de mis más grandes sueños. O lo era, en tiempo pasado, porque ya estoy un poco adulta como para aprender desde cero y llegar a competir de ese modo, considero que es necesario aprender desde pequeña.
Todo a mi alrededor desaparece y ahora me encuentro en mi cama, tanteando la mesa de noche para encontrar mi celular y apagar el molesto sonido de la alarma, que me interrumpe mi momento feliz cuando apenas son las siete de la mañana. Mi madre decía que a esa hora no era madrugada, que la madrugada era hasta las cinco, justamente la hora en la que ella se levantaba para ir a trabajar. Pero para mi la madrugada de extiende hasta las ocho, odio levantarme antes de las ocho, pero hoy era mi turno de abrir el restaurante y la ventaja que tengo este día de la semana es salir temprano.Cuando al fin encontré la pantalla táctil, toqué varias veces la misma hasta dar con la X y que la alarma al fin dejara de chillar. Y bueno, otro jueves, el día más horrible de la semana para mi, es como un lunes, por el hecho de que me toca a mi ir temprano. Me duché rápidamente para terminar de despertarme y no me moleste en desayunar, lo haría en el restaurante mientras espero los primeros clientes del día.
Me gustaba esa hora que estaba sola, aprovechaba para preparar las mesas tarareando canciones, bailando con la escoba y para comer lo que se me antojara, eso era hasta las nueve de la mañana donde llegaban los primeros clientes en busca del desayuno, o cuando comenzaban a llegar el resto de mis compañeros de trabajo. Ahí era cuando se acababa la diversión y tenía que bajar el volumen de los altavoces.
El día transcurrió bastante tranquilo, aunque con mucho dinero recaudado porque hubieron muchas de esas típicas cenas de negocios, es uno de los lugares favoritos de los empresarios para venir a cerrar acuerdos y todas esas cosas, sobre todo por esa increíble vista que tenemos del puente de Brooklyn. A veces deleito mis ojos con esos señores y otros no tan señores que vienen con sus trajes impecables a pedir el menú francés. Pero no demasiado, porque tengo que trabajar y odiaría derramar vino sobre alguno de ellos por estar mirándolo. Me despedirán seguramente.
–Camille. –Me llamó Spencer cuando faltaban solo dos horas para que mi jornada laboral terminara, el restaurante sigue abierto hasta la madrugada, pero yo tengo el privilegio de irme a las ocho por haber cumplido con mi turno de venir temprano. Spencer es el tesorero y siempre es el último en irse, a excepción de los jueves, yo siempre le hago compañía, mientras él chequea el dinero que se recaudó en todo el día, yo dejo todo el lugar reluciente y nos vamos solo con unos minutos de diferencia a nuestras casas. Es un gran compañero. –Ven, necesito hablar contigo. –Dijo invitándome a pasar detrás del mostrador mientras ninguna mesa me llamaba ni requería limpieza.
–¿Qué pasó? –Le pregunté interesada por saber qué le preocupaba, no tenía buena cara hoy.
–Necesito que me cubras hoy. –Soltó.
¡No puede ser! ¡No hoy!
–¿Hoy? Spencer, hoy es jueves. –Le reclamé aunque sabía que le debo un favor, él me cubrió hace un mes cuando estuve enferma y tuve que faltar dos días seguidos.
–Si, lo sé, hoy es jueves y perdón por eso. –Habló en voz baja para no llamar la atención de nadie. –Pero tengo problemas y no puedo quedarme hasta tarde, solo tu sabes cerrar la caja y sabes donde está todo, por favor. –Me pidió mostrándome su mejor cara de inocente.
Suspiré, desistiendo de la idea de irme a mirar televisión y comer porquerías hasta quedarme dormida.
–Te va a costar caro. –Dije señalandolo.
–No olvides que me debías un favor, gracias, eres la mejor. –Fue lo último que dijo antes de tomar sus cosas, dejarme las llaves e irse apresuradamente. Me pregunto qué sucederá, nunca lo vi tan desesperado, Spencer siempre es un tipo tranquilo y puede trabajar mejor bajo presión que cualquiera. Imagino que debe ser importante lo que sea que sucedió para que él deje todo en mis manos, sabiendo que al final de las cuentas sigo siendo una mesera.
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Su Secreto《Loki Laufeyson》
Fanfiction¿Es posible enamorarse de alguien que no existe? Sucede todo el tiempo, y Camille no es la excepción. ¿Y si él no es tan ficticio como ella cree? Siempre le ha gustado Marvel y su personaje favorito es el dios de las mentiras, nunca ha faltado al...