Tercera carta

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Querida Marinette:

Hoy llegué un poco más temprano al parque, así que no estabas cuando me senté en el mismo lugar donde te observo ser feliz desde lejos. Como siempre, llegaste sola y te sentaste bajo la gran sombra de un árbol, sacando tu libreta, un lapicero y mucha creatividad. Sabía que ese lugar era tu punto de encuentro con el chico rubio al que ya le habías dado tu corazón sin ningún temor a nada.
Hoy vestías un overol rosa y una blusa blanca por debajo de este. Tenías tu cabello atado con un listón a juego que te hacía lucir más bonita de lo que ya eras.
Esta vez el viento corría más fuerte, logrando que la delgada cinta se soltara y volara hasta la rama de un árbol cercano a ti. Vi cómo intentaste alcanzarla, fallando en el intento, así que aprovechando el momento me acerqué a ti, te di tu listón lo más amable y casual que mis nervios me permitieron, solo para escucharte decirme: "Gracias, me salvaste" y créeme que eso fue más que suficiente para enamorarme.

Querida MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora