Séptima carta

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Querida Marinette:

Hoy la banda tenía una presentación. Beka me dijo que traería a algunos de sus amigos para que vieran mi talento con la guitarra y lo increíble que era. Rápidamente mis pensamientos volaron hacia ti, hacia tu sonrisa y a tus ojos emocionados por vernos. No sabía si todo esto sería lo suficientemente bueno como para que vinieras, pero tenía esperanzas en volver a verte.
Cuando la noche cayó, todos estábamos en el escenario a punto de entrar como normalmente hacíamos. En el momento en el que mis ojos visualizaron al público no pude evitar buscarte, encontrándote con un vestido negro, tu cabello recogido y una gran sonrisa en tu rostro. Eso fue suficiente para emocionarme y lograr que todo lo que cantamos, inevitablemente fuera para ti, porque eras más de lo que podía desear, un simple sueño inalcanzable que pronto tenía que soltar por mi propio bien.
Cuando tus ojos se cruzaron con los míos, tu cara reflejó el día que te ayudé y me sonreíste. Mi corazón se detuvo por unos instantes, perdiéndome solo en tu presencia.

Querida MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora