Decimoctava carta

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Querida Marinette:

El día que pasé por la ropa de la banda, no imaginé encontrarte de esa manera. Estabas rota, sola y a punto de cometer una estupidez. Corrí a ti con la intención de detenerte, abrazándote mientras sentía el corazón a punto de salírseme. Tus lágrimas mojaron mi camisa, pero no me importó, solo quería saber quién o qué te había puesto en esta situación.
Cuando te calmaste fuiste capaz de abrirte conmigo. Aiden y tú habían terminado su relación de tres años porque te habías dado cuenta que merecías más que un hombre que no apoyaba tu sueño, pero al momento en el que se lo dijiste, sus palabras fueron más crueles de lo que esperabas y quisiste terminar contigo misma antes de aceptar que era verdad.
"No es verdad lo que dice". Fue lo único que pude decirte.
"Pero tiene razón, yo no lo quería como pensaba"
"¿Por qué lo dices?"
"Ya había alguien más". Al escucharte quise creer que hablabas de mí, así que te abracé más fuerte mientras te daba un suave beso en la frente. Ese día no te dejé sola hasta que te calmaste y me juraste que estabas bien. Recogí las cosas dispuesto a irme, hasta que tú, con tus pequeñas manos me detuviste, compartiendo por primera vez, un suave beso en los labios. Desde ahí estuve seguro que el "alguien más" era yo.

Querida MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora