Decimotercera carta

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Querida Marinette:

Le dije a Beka que te invitara a nuestra casa. Al inicio se negó, pero luego aceptó y te llamó. Tu suave voz resonó por entre los parlantes del celular y eso fue suficiente para ponerme nervioso. Hablaron un rato hasta que aceptaste venir y al momento de colgar, una voz al fondo se apreció. Era varonil, así que supuse era la voz de tu novio al que ya no quería mencionar.
Cuando llegaste luciendo un bonito vestido azul y tu cabello en una semi coleta alta, mis ojos no dejaron tu apariencia. Me encantaban todas tus facetas. Tus ojos me miraron, dedicándome esas sonrisas tan bonitas que solo tú podías darme. Te acercaste sentándote a mi lado mientras disfrutabas el vago sonido de la guitarra que sentía, nos estaba conectando de alguna manera.
En un arrebato de valentía te pregunté si querías tocar, a lo que me dijiste que no sabías hacerlo, pero que te encantaría, y te enseñé. Te enseñé de la forma más fácil posible la melodía de la canción que era para ti y te gustó. Eso me hizo feliz.

Querida MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora