Arisu

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[Pedido de: SaraLalotel]

Sarah Yoshida era una chica perfecta.

Se esforzaba por sus buenas calificaciones. Pensaba frecuentemente en que la validación académica la beneficiaba constantemente. Desde el primer grado de preescolar, destacó de entre sus compañeros por las distinguidas estrellitas que colocaban en su frente. Sus padres la introdujeron en todos los extracurriculares que pudieron hasta que su mente estuvo tan cansada de trabajar que aprendió a jamás descansar.

Entonces, tomando créditos extra que le ayudarían a entrar a una prestigiosa universidad, decidió inscribirse en el departamento de tutores.

Arisu era muy malo con la química.

También era malo para hablar con mujeres. Sarah jamás tuvo ningún problema enseñando antes como lo tuvo con Arisu, que se distraía constantemente e incluso hacía explotar las mezclas que hacían en el laboratorio. Una vez, en el segundo mes de las tutorías, Alice quemó a Sarah con un mechero, se sintió tan mal que la invitó a comer a su casa.

Sarah no sabía decir que no.

Al terminar de comer y casi en medio de la conversación, Arisu le mostró su colección de videojuegos y Sarah se maravilló con ese mundo, viéndolo jugar mientras razonaba cómo aquel chico podía captar todos los patrones y no una simple fórmula. Entonces se le ocurrió una forma de enseñarle a la par que estimulaba su cerebro con gráficos.

Arisu aprobó aquel siguiente examen con un 8, que aunque no era excelente, para él fue como si hubiese obtenido un 11/10, una estrellita en la cabeza y le hubieran entregado un reconocimiento al mejor desempeño.

Arisu corrió después de obtener su nota por todo el pasillo, hasta que encontró a Sarah, entonces la levantó en el aire, completamente eufórico en medio de un abrazo, y le dio las gracias.

Sarah sintió su corazón latir fuertemente, y después que la bajó, le dijo que no había por qué agradecerle.

Ella pensó que después de eso, él no volvería a hablarle. Su sorpresa fue grande cuando él la invitó a su casa a la mañana siguiente, y ella no pudo negarse. Abrió la puerta de su habitación y entonces él le explicó.

Quería regresarle el favor siendo su tutor de videojuegos.

Aquellas tardes de diversión eran un escape a la vida perfecta que llevaba Sarah. Se permitía reír a carcajada abierta, maldecir a los controles y golpear a Alice cada que le recordaba lo pésima jugadora que era entre bromas.

Pronto ambos eran los mejores amigos. Alice sacaba 8 en química, y Sarah seguía siendo pésima en los videojuegos. Pero siempre tenía a Arisu que la ayudaba, y por eso no temía enfrentar a los enemigos o a los jefes finales en los niveles a los que llegaba únicamente con su ayuda.

Sarah se había enamorado de Arisu, pero no quería decírselo.

Principalmente porque jamás tuvo la necesidad de hacerlo, pero en otra parte, porque sabía que definitivamente aquello no era correspondido. Alice la miraba como se mira a una hermana pequeña, a alguien a quien quieres proteger.

Y cuando cayeron en Borderland, eso fue lo que hizo el joven,

Protegerla.

Pero llegó ella, y Sarah no era tonta. Sus ojos miraban aquellos que jamás la vieron de la misma forma, ahora únicamente enfocados en la jugadora de cabello corto que encontraron en el juego de picas. Karube había palmeado su espalda, viéndolo todo.

—Deberías decirle—le señaló—, no te hace bien que no lo sepa por lo menos. Tendría consideración si lo supiera.

—No lo creo.

Pero ahora no estaba Karube ni Chota para decirle lo que tenía que hacer. Su corazón estaba tan lastimado que creía que no podría más. Arisu estaba destrozado completamente, y ella no podía soportar no encontrar la forma de ayudarlo.

Pero Usagi sí pudo.

Entonces Sarah tuvo que tragarse sus palabras, sus confesiones y ahogar las mariposas en su estómago, porque al final de todo, Arisu no le debía absolutamente nada, y ella no era una egoísta como para arruinar su felicidad.

Pero cómo duele un corazón roto.

Sarah miró a Usagi y a Arisu besarse cuando regresaron de un juego de tréboles en donde pensaron que no sobrevivirían. Él se veía feliz, y eso era todo lo que debía importarle a ella.

¿Entonces por qué corría a toda velocidad hacia la habitación del chico?

—Sarah—exclamó nervioso al verla parada en la puerta que después cerró al entrar. Él se levantó de la cama tan rápido como se dio cuenta de sus ojos—, Dios mío, estás llorando, ¡¿qué ocurrió?!, ¡¿qué tienes?!

Su pecho subía y bajaba violentamente, Arisu se acercó a ella a intentar tomar su mano para comprobar su pulso.

—Te amo—le confesó sin más. Las palabras se atoraron en su garganta tan rápido como las expulsó de su boca.

Arisu se detuvo en ese momento. Su boca se abrió, pero ningún sonido salió a través de esta.

—Sé que la amas a ella—continuó, y su voz trastabilló. Tuvo que mirar al cielo para agarrar valor suficiente—, los he visto, y está bien, estoy bien con eso.

Sarah pensó que iba a desmayarse.

—Nunca fui yo, nunca soy yo—dijo completamente herida—. Pero está bien, puedo vivir con eso. Solo necesito un favor.

Arisu tomó sus manos y entonces sus piernas no pudieron sostenerse por más tiempo.

—Ámame esta noche solamente—le rogó, con los ojos empañados en lágrimas y la voz entrecortada, mirando al suelo—. Por favor, solo esta noche y mañana olvidaremos esto. Es todo lo que necesito.

Arisu la tomó de los brazos ayudándola a ponerse de pie. Sus ojos también estaban llenos de lágrimas, pero en su cara solo asomaba un leve sentimiento de nostalgia.

Y de lástima también.

Los ojos de Sarah eran todo un poema. Podías apreciar su alma herida, pero también su adoración, ansiedad, y el anhelo que sentía en aquel momento en el que Alice se acercó y besó sus labios delicadamente y pasó sus brazos por su cintura.

—No creo que esto te ayude—le dijo, rompiendo su burbuja momentáneamente.

Sarah pensó que él no podía estar más equivocado.

—Solo duerme conmigo, y abrázame mientras lo hago. Es todo lo que te pido—dijo—, y si me remuevo entre sueños dime que todo va a estar bien. Solo quiero despertar contigo aquí. No importa que sea a ella a quien te imagines, o a quien tengas en tu corazón, solo...por favor.

Y Arisu lo hizo, porque Sarah era su mejor amiga, a la persona que más quería.

Quizá fue por eso que le destrozó tanto la carta de despedida que encontró en la almohada en donde ella había dormido, junto con el característico olor a jazmines de su cabello.

Sarah necesitaba sanar, y para hacerlo necesitaba estar lejos de Arisu.

Sarah Yoshida no era una chica perfecta al final de todo.

One Shots|| 𝙰𝚕𝚒𝚌𝚎 𝙸𝚗 𝙱𝚘𝚛𝚍𝚎𝚛𝚕𝚊𝚗𝚍 [ᵖᵉᵈⁱᵈᵒˢ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒˢ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora