Chishiya

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—No soportas nada—se burló el de cabello blanco resoplando levemente. En la escaza luz del descanso de residentes, Alex se removió en el sillón antes de azotar la cabeza en el respaldo.

—¡Estoy despierta, doctor! —gritó levantándose completamente sobresaltada—. ¡Lo pasaré a quirófano!, ¡Ahora le consigo los residentes mayores!, ¡Discúlpeme!

Chishiya miró a la joven con los ojos perdidos, luego negó con la cabeza.

—El trauma es real.

Alex volvió a sentarse ahora algo confundida.

—Lo siento—dijo encogiéndose de hombros—. No estoy acostumbrada a las guardias, los residentes a cargo de mí siempre me dejaban dormir.

Chishiya no dudaba que lo hicieran, Alex era muy bonita, él también le hubiese permitido dormir de no ser porque tenían las camas llenas y las interconsultas a reventar. Aquella noche particularmente parecía que todos en Tokio se habían unido para formar accidentes del tipo carambola. Apenas la había movido de su asiento cuando el dispositivo que sonaba para avisar que había problemas hizo el estridente timbre; se trataba de una apendicitis aguda la cual no querían pasar a quirófano porque los residentes de anestesia estaban dormidos en las camas desocupadas de tococirugía.

En la noche eran puramente los residentes quienes atendían todo tipo de urgencias, y se les delegaban a su cargo comandar el hospital. Había algunos estudiantes de medicina revoloteando por los pasillos, llenos de jovialidad y emocionados por cumplir guardias, luego estaban los internos, escondidos renuentemente o atacando las primeras urgencias que arribaban antes de llamar a los residentes, quienes solo deseaban descansar.

Chishiya iba en su tercer año de los cuatro que debía cumplir, era precisamente en ese año cuando se le asignaban los residentes de primero que rotaban con cada uno de ellos. Se había encariñado con Daichi, un residente recién llegado de intercambio y quien estuvo fiel a su lado asistiéndolo durante las cirugías nocturnas; lastimosamente (o afortunadamente), había renunciado hacía dos semanas.

Chishiya pensaba que aquel era un chico listo.

Ahora estaba atado a Alex, una residente de primer año quien podía traer bastantes beneficios (como conseguir que los residentes de medicina interna se ocuparan de los pacientes una vez que fueran dejados en la sala de recuperación, o que sus cirujanos a cargo tuviesen más piedad sobre ellos cuando el temido pase de visita ocurriera durante la mañana, pero Alex también era algo débil (por no decir floja), así que cuando se trataba de ayudar a hacer el censo, o asistir durante las madrugadas, no podías contar con ella.

El pitido de los problemas volvió a resonar, ahora en el bolsillo de Alex. Contestó al interno que se encontraba hablando desde la isla de enfermería de urgencias.

—Doctora—le llamó con sumo respeto el chico con la voz un poco apagada—. Necesitamos a los residentes de cirugía, es una urgencia.

Chishiya tomó el aparato dispuesto a hacer preguntas sobre el triage hospitalario y lo que realmente era una urgencia, pero Alex se lo arrebató de las manos.

—Bajamos—y colgó.

—Te detesto—le recriminó Chishiya—. Los internos no saben realmente qué es una emergencia, no debemos meter las manos o nos enviarán todo lo que encuentren.

—Diviértete un poco—Alex le pegó amistosamente en el hombro a la vez que hacía leves estiramientos—. Quizá podamos meter cuchillo finalmente, eso es lo que te pone feliz, ¿no?

—¿Sabes qué me pondría feliz? —preguntó con una ceja alzada. Alex negó—. Dormir.

—Y a mí un plato de lasagna, pero no podemos obtener todo en esta vida.

Alex palmeó la puerta y Chishiya salió, a pesar que por protocolo interno solo Alex debía bajar y entonces subir a informar lo que pasaba. Bajaron las escaleras con rapidez, pasando por encima de los estudiantes que acababan de salir del hospital para comprar provisiones para pasar la noche (Alex les había quitado unas galletas de chocolate y ahora las compartía con Chishiya).

—Uhhh, femenina de 27 años—informó observando su celular—, apuesta.

—¿Por qué los internos tienen tu número?

—Todo el hospital lo tiene—dijo encogiéndose de hombros—. Perforación de colon en su presunto diagnóstico.

—Apuesto a que es una posible apendicitis aguda que terminará en embarazo ectópico.

—Parece que te sucede mucho—dijo Alex tirando el envoltorio de las galletas—. Yo creo que puede ser una hernia hiatal.

—¿Apuestas? —preguntó Chishiya cuando cruzaron el pasillo de urgencias.

—No apuesto a perder, pero está bien—Chishiya y Alex se tomaron de las manos cerrando el trato—. El que gane entra como primer cirujano.

Chishiya giró los ojos. Aquello no estaba permitido, pero nueve de cada diez emergencias terminaban siendo una apendicitis, así que estaba cubierto.

Movió la cortina para observar a la paciente, hizo las preguntas de rutina y luego observó los estudios de imagen.

—Hernia hiatal—celebró Alex, luego se recompuso rápidamente cuando se percató de que la paciente la estaba viendo—. Lo siento, de verdad lo siento.

—Protocolo de cirugía, ¿puedes llenar los formados? —preguntó Chishiya a uno de los internos que asintió con rapidez—. Iremos a preparar quirófano.

—Por supuesto, doctor.

—No puedo creer que lo hayas adivinado—se quejó de mal humor saliendo del cubículo—. Ahora repasa la anatomía nuevamente porque no pienso ser benevolente si entro como tu segundo. Esto se queda entre tú y yo, nada de hablar de esto en el pasa de visita.

Y cuando Chishiya le dio la espalda y estuvo dispuesto a salir, Alex giró y guiñó el ojo levemente con el interno.

También tenía a ese residente de su lado ahora, y Dios sabe lo que pensaba lograr en las siguientes guardias.

Apenas era el inicio.

One Shots|| 𝙰𝚕𝚒𝚌𝚎 𝙸𝚗 𝙱𝚘𝚛𝚍𝚎𝚛𝚕𝚊𝚗𝚍 [ᵖᵉᵈⁱᵈᵒˢ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒˢ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora