𝑾𝑨𝑹 𝑶𝑭 𝑯𝑬𝑨𝑹𝑻𝑺 || 𝘾𝙝𝙞𝙨𝙝𝙞𝙮𝙖 𝙎𝙝𝙪𝙣𝙩𝙖𝙧𝙤

𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 ♧

___________Quédate en la Meta__________

Unos golpes en la puerta hicieron que mi cerebro volviera a despertarse, volviera a conectarse con mis órganos no vitales y se pusiera en marcha.

Me llevó al menos veinte segundos asimilar todo lo que había pasado, desde la desaparición de todo el mundo hasta tirarme en la cama de un hotel, habiéndome unido a una secta de chalados esperanzados.

Me levanté con cuidado, no me había cambiado de ropa y por lo que recordaba, debería buscar algún traje de baño para poder estar por ahí.

-Soy Kuina, te traigo al médico -suspiré y me acerqué a la puerta, notando que me arrastraban los pies.

Abrí la puerta y lo que menos esperaba ver, estaba plantado frente a mí. Igualito a las últimas veces que lo había visto.

La misma mirada, la misma expresión y... La misma chaqueta. Él me miró y sus cejas se alzaron más de lo que solían alzarse al verme.

-¿Por qué será que nos encontramos en todas partes? -pregunté, cambiando totalmente de humor.

Kuina miró a Chishiya y al verle, se giró hacia mí con una expresión de emoción que sólo podía haber visto en ella.

-¿Es ella por la que intentas aprender legua de signos? -casi lo chilló.

Esbocé una sonrisa mirando al chico. Mi mensajito había logrado picar su curiosidad.

-Parece ser que te dejé con la duda -solté una risita y él me miró fijamente.

-¿Por qué necesitas un médico? -se me había olvidado.

Toda mi diversión terminó y negué con la cabeza tragando saliva.

-Estoy bien, solo fue un golpe -intenté sonreír con la mayor franquedad que pude.

-No me lo pareció cuando te apartaste como si hubieras visto un fantasma -comentó Kuina, después se giró-. Bueno, en un rato te traeré algunas prendas que te pueden quedar bien -sonrió y se alejó por el pasillo.

Chishiya me miraba desde la puerta, no parecía tener intención de alejarse.

-¿Es por lo mismo por lo que te quejabas cada vez que te tocaba el hombro?

-Estoy bien, de verdad, solo fue un golpe -chasqueó la lengua y después pasó a la habitación, sin darme ocasión de sacarle.

-Déjame ver, quítate la sudadera.

-Si querías que me desnudara solo tenias que...

Me apretó el hombro, haciéndome soltar un chillido mientras me agachaba para intentar deshacerme del agarre.

-Un golpe no genera eso. Siéntate y enséñame el hombro -obedecí, respirando hondo y quitándome la sudadera.

-Gilipollas -murmuré.