26 VALENTINA

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- ¡¿Cómo que Sebastián está abajo hablando con mis papás?!

Pues sí, esa es la gran noticia con la que mi hermano me despierta, literalmente me sacudió de los hombros para que me despertara, pero al saber de lo que se trataba de inmediato se me quitó el sueño.

- Estoy igual de impactado que tú, yo también estaba recién despertando y bajando para desayunar cuando lo vi sentado en el sofá hablando con ellos. – dijo moviendo mucho las manos – No me vieron, porque apenas lo vi, subí las escaleras lo más silenciosamente que pude y vine para acá.

Estaba en blanco ¿Qué hacía aquí? No lo veo desde hace dos días y quedamos en vernos el día del cumpleaños de Daniel, que es mañana veinte de diciembre, que lindo, Isabella, Sebastián y el cumplen el mismo mes, pero centrémonos en el presente ¿Qué carajos hace aquí?

- Ok, voy a bajar a ver que necesita.

- Vas a verlo ¿así? – dijo mirando mi pijama.

- Que tiene de malo, es bonita.

- Tienes gatitos en bicicleta por todos lados – dijo con obvio cansancio.

- Déjame, amo los gatos, no me cambiaré por él, así que cállate – me quité la sabana de encima y me peiné el cabello para irme a cepillar los dientes. Me miraba en el espejo mientras evaluaba mi atuendo, mi pijama era bonita, una camisa manga larga y un pantalón holgado de algodón, estaba bien para estar recién despierta, si no le gustaba que se tape los ojos.

Gabriel y yo bajamos juntos, cuando llegamos a la sala mis padres voltearon hacia donde estábamos y sonrieron, Sebastián lo hizo también y su mirada brilló, él, al igual que mis padres se levantaron de los sofás.

- Hola.

- Hola – dijo con una leve sonrisa.

- Sebas. – Saludo mi hermano con entusiasmo acercándose a él para darle un abrazo - ¿Qué haces aquí tan temprano?

Que directo Gabriel.

- Es que... – volteó a verme, se le notaba nervioso.

- Sebastián nos estaba pidiendo permiso para llevar a Valentina a Coney Island – dijo mi madre con frenesí y yo abrí los ojos de par en par.

- ¿A dónde? – no podía salir de mi asombro.

- Me dijiste que querías ir a la playa, y te prometí que te llevaría – aclaró Sebastián con una sonrisa.

Sí, dijo que me quería llevar a ver la playa, pero no pensé que fuera dos días después de eso.

- Tienes nuestro permiso hija, Sebastián es un buen muchacho, y fue muy agradable hablar con él un rato – mi padre se acercó a él y le apretó el hombro – Pero quiero que cuides muy bien a mi pequeñita, ¿quedó claro? – dijo con un tono autoritario y el solo asintió, se le notaba nervioso.

- Entonces ¿Qué dices? – preguntó Sebastián con suplica en la mirada.

Miré a mis padres y con su mirada me daban una afirmación, y cuando volteé a ver a Gabriel estaba asintiendo como loco con una sonrisa de oreja a oreja, traté de no reír y miré a Sebastián.

No sabía qué hacer, ¿y si esto era una trampa para burlarse de mí? Tiene tiempo que no me trata mal, realmente me ha tratado mejor de lo que esperaba, y el día de su cumpleaños, después de que me entrego el anillo, esos besos, esas caricias, todo se sentía diferente, había algo más, todo era más intenso, más fuerte, no quería hacerme una ilusión errónea, pero sus actos han cambiado mucho, y ahora esto, le prestó atención a mi deseo de ir a la playa, no pensé que fuéramos a ir realmente y si íbamos no tan pronto.

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