28 VALENTINA

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Puños, sangre, gritos.

- Sepárenlos – gritaba Isabella.

Daniel se acercó a ellos mientras tomaba a Sebastián en sus brazos.

- Vuelve a hablar así de ella y te mato maldito hijo de puta – grito Sebastián furioso.

Derek solo rio.

- Ella va a ser mía idiota – dijo con la cara toda hinchada y llena de sangre.

Daniel sometió a Sebastián que casi se le iba encima otra vez.

- Suficiente, Sebastián, cálmate – dijo con autoridad y el pareció relajarse, pero solo un poco, también le dijo algo en el oído y volteo a verme.

Se soltó del agarre de Daniel y pasó por mi lado sin mirarme, lo seguí y vi que se dirigía hacia el salón de la televisión, entré detrás de él y noté tención sobre sus hombros. Se pasó las manos por el cabello frustrado, cerré la puerta detrás de mí y fui con el despacio.

- Sebas – dije en tono bajo, no quería que se alterara – Sebas, mírame.

Lo volteé poco a poco tomándolo de una mano, la tenía lastimada y llena de sangre, cuando lo tuve de frente su cara estaba muy golpeada, era un desastre.

- Ven, siéntate, buscaré para curarte eso.

Obedeció y se sentó en el sofá grande, entre los cajones que estaban allí encontré un botiquín. Me aproximé rápidamente a él y con un poco de algodón y alcohol le di con leves toques en las heridas.

- Auch – dijo cuándo le pase el algodón cerca de la comisura del labio.

- Lo siento – seguí con lo que estaba haciendo, no me había percatado que su camisa estaba también llena de sangre, no se notaba mucho por el color, pero si se notaba que algo había salpicado – Quítate la camisa.

- No te aproveches de la situación, estrella – dijo con insinuación en su voz, al menos ya no estaba de mal humor. Yo también reí.

- No seas tonto, tienes sangre, debes quitártela – se vio el suéter y cuando se dio cuenta se lo quito, por un segundo me quedé perdida viendo su cuerpo y recordé lo de hace rato, me había gustado mucho, sus labios por mi cuello, sus besos, la presión que hacía con su entrepierna cuando se pegaba a mí, era muy placentero.

- Vale – me llamo y salí de mis pensamientos.

- ¿Qué?

- ¿Qué si me vas a seguir curando las heridas?

- Ah, sí sí, claro que si – disimulé los pensamientos que había tenido y seguí con lo que hacía.

Después de haberlo curado lo mejor que pude guardé el botiquín y me senté junto a él.

- ¿Qué fue lo que paso, Sebastián? – no era normal que se haya peleado con alguien, y sobre todo con Derek.

- Dijo cosas que no debía decir – solo dijo eso.

- ¿Cómo qué?

- Cosas que nadie debe decir cuando se refiere a una mujer, sobre todo cuando se habla de la persona que el mencionó – no iba a decir quién era, lo notaba, así que no insistí más y solo me quedé allí con él.

Se acostó en mis piernas y allí se durmió mientras yo le acariciaba el cabello. Pasó alrededor de media hora cuando noté que la puerta se habría, era Isabella.

- ¿Cómo se encuentra? – pregunto con obvia preocupación.

- Esta mejor, se quedó dormido con solo acostarse – ella asintió, no me miraba, algo le pasaba – ¿Qué tienes, Isa?

Lo que encontré en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora