25 de diciembre.
Día de navidad.
Día en el cual los niños se despierta y abren sus regalos que les ha traído Santa Claus, que revisan sus calcetines y ven que tienen dulces dentro.
Un día en que las familias están reunidas, los padres con sus hijos, todos se abrazan felices en este día tan especial.
Un día feliz para todos, pero triste para mi familia.
Triste para mí.
Recuerdos tras recuerdos aparecieron en mi mente con solo abrir los ojos.
Recuerdos de cuando era niño, recuerdos de mi padre y mi madre conmigo abriendo los regalos, recuerdos de todos comiendo galletas con leche, recuerdos de todos riendo y jugando, recuerdos de...
- Sebastián.
- Adelante.
Era mi madre, aún estaba en mi cuarto, eran las diez de la mañana, no quería salir de allí, siempre que llegaba esta fecha era muy difícil para todos, más para ella.
Entró y se sentó en la orilla de mi cama, me miró a los ojos y me acaricio la mejilla.
- Feliz navidad, mi cielo – la voz se le quebró y me enderecé para abrazarla.
Lloró apenas su cara tocó mi pecho, le acaricié el cabello y le di muchos besos en él.
- Feliz navidad, mamá.
Sus sollozos eran muy audibles, hipaba con cada respiración.
- ¿Por qué nos pasó esto? ¿Por qué tenemos que vivir este dolor?
Cada palabra salía con mucho dolor, me desgarraba el alma tan solo escucharla.
- Es mi culpa – dije con pesar, porque así era.
- No, Sebastián, nada de lo que paso es tu culpa, absolutamente nada – se separó de mí y me tomó de las mejillas, sus ojos estaban rojos, su mirada estaba triste, y aun brotaban lágrimas de sus ojos. No pude evitar que de los míos también empezaran a salir una que otra, pero tenía que ser fuerte.
- Si yo hubiera... Si tan solo no me hubiera ido a su casa, yo habría...
- Nada, Sebastián, nada, todo esto es culpa de ese desgraciado, de nadie más. No te mortifiques por eso, te lo suplico, no se puede cambiar nada de ese día.
- Pero...
- No.
Me limpió las lágrimas y solo pude asentir, no había caso que le dijera que todo esto era por mi causa, ella siempre diría que no es así.
Pero si lo era, todo esto se debía a mi causa.
- Bajemos a comer ¿sí? – me dijo con una leve sonrisa la cual le devolví y pasó a limpiarse el resto de las lágrimas.
- Esta bien – le besé la frente y así nos levantamos de la cama.
Mi madre para mi representaba una imagen de valor e ímpetu, porque cargar todo lo que había pasado sobre sus hombros y aun así trabajar para hace de cuenta que nada pasó, no era fácil, y tampoco está bien, no está bien que todo su dolor lo centre solo en trabajar, pero ¿cómo juzgarla? Si yo lo centré en cortarme y más adelante en drogas y alcohol. Ella había perdido lo más valioso que tenía en la vida en un abrir y cerrar de ojos y aun así tiene voluntad de salir al mundo con una sonrisa fingida. Me entristece su ausencia, claro que sí, también me molesta muchísimo, pero a veces quiero entenderla, porque cargar día a día con este dolor representa mucha fortaleza. Yo la entiendo muchísimo, en serio, pero ella solo siente tristeza por haber perdido a alguien, en cambio yo, aparte de tristeza, cargo demasiada culpa con respecto a lo que pasó.
ESTÁS LEYENDO
Lo que encontré en ti
Novela JuvenilSoledad, tristeza, odiar con toda tu alma a las personas que te hacen daño y tener un rencor tan grande al no saber cómo liberarte de ese espantoso sentimiento. Bueno esos sentimientos rondaban en mi día a día, pensaba que solo yo era la única que p...