30 VALENTINA

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31 de diciembre.

Víspera de año nuevo.

Mis padres después de mucho tiempo están conmigo, mi hermano está feliz con su novia y con su mejor amigo y yo soy afortunada de estar con ellos aquí, reunidos otra vez, felices otra vez.

Estaba terminando de arreglarme, Ada literalmente me había obligado a ir al centro comercial a comprar algo para hoy, ella eligió por mí, y admito que me gustó mucho su elección: un suéter negro campesino, una falda por los muslos de cuadros, tuve un conflicto cuando vi por donde llegaba la falda, así que decidí comprar unas medias pantis para tapar las marcas, con unas botas de tacón, me veía preciosa, estaba muy linda. Me dejé el pelo suelto y me hice un leve maquillaje, como siempre, me aprecie por última vez en el espejo y me gustó mucho, creo que mi autoestima está creciendo de a poco, porque ya me está empezando a gustar lo que veo en el espejo y se siente bien cuando llegas a un punto donde te ves a ti misma y no te das asco, no te desprecias, te valoras poco a poco, se siente bien, y espero seguir avanzando.

Bajé a la sala, allí estaba solo Ada sentada en el sofá grande.

- ¿Y dónde están los hombres de aquí? – pregunté con gracia y ella rio antes de levantar la mirada de su celular.

- Son peor que nosotras, se tardan demasiado, – al verme quedo muy sorprendida – Vale, estas muy linda. – se levantó y me hizo girar – Si, definitivamente, soy una buena estilista.

- Gabriel no tengo la culpa de tardarme tanto en el baño – dijo Jeyden mientras bajaba las escaleras.

- Eres peor que Ada, si ella se tarda dos horas en bañarse, tú te tardas... - mi hermano se calló al instante en que la vio, Ada se cruzó los brazos con la ceja alzada.

- ¿Cuánto me tardo en bañarme, amor? – preguntó acercándose a él.

- Nada, mi amor, todo lo que tú te tardas es para oler rico y tener la piel suavecita. – dijo con una sonrisa nerviosa – No digas nada de mí, Ada, te lo pido.

Ella sonrió y le dio un pico.

- No diré nada solo porque dijiste que huelo rico.

El suspiró y le devolvió el pico mientras la abrazaba.

- Estas preciosa mi amor. – dijo y luego volteo a verme, sus ojos brillaron y una gran sonrisa apareció en sus labios – Tina estas hermosa, me alegra que hayas decidido por vestiste así.

Sabía a qué se refería, a la falda, jamás me había puesto algo tan arriba de las rodillas, esto era un avance, pero no quita el hecho de que tuve que comprar las medias porque miles de pensamiento vinieron a mí y casi me da un ataque de pánico cuando Ada me mostro la falda, pero le di una solución rápido... mi autoestima puede estar un poco mejor, pero lo que se refiere al descubrimiento de mis cortes no, no quiero que nadie lo sepa.

- Gracias, Gabriel, en serio – lo miré a los ojos y supo por qué le daba las gracias.

Voltee a donde estaba Jeyden y el solo me miraba, su mirada brillaba como siempre cuando se dirigía a mí. Ya no podía esperar más, tenía que hablar con él, no podía seguir así, me daba tristeza que el sintiera cosas por mí y no poder corresponderle.

- Hola – lo saludé y centró su mirada en mi rostro.

- Hola, bonita – me sonrió y yo igual.

- Ya está lista la cena, vamos a comer – avisó mi madre con entusiasmo y la seguimos al comedor.

Todos tomamos asiento, mi padre saco una botella de vino y nos sirvió a cada uno.

- En esta noche, quisiera brindar por nosotros, – nos señaló a todos con su copa – por mi esposa, – mi padre la miró con mucho amor y mi madre igual, siempre estuve segura de su amor, él siempre fue muy dedicado a ella – por los que tienen la dicha de compartir este año con nosotros, – miré a Jeyden y Ada, estaban serios, pero con nerviosismo, se veían agradecidos por estar aquí – y por mis hijos, que son los motores de nuestros logros, y que gracias a ellos estamos completos en esta vida. – se tomó unos segundos para luego suspirar – Les queremos pedir perdón, – dijo mi padre cabizbajo – a los dos – Gabriel y yo nos miramos extrañados, no entendíamos a que venía eso.

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