Había pasado una semana y unos días de lo ocurrido con Natalie, no la hemos vuelto a ver, quitó las clases que veíamos juntas y no me la he topado por los pasillos, doy gracias por eso. Con Sebastián las cosas iban demasiado bien, me llevaba a mi casa, a veces nos íbamos a comer después de clases, me hacía reír, me consentía, me besaba, me amaba, no nos lo hemos confesado a la cara, pero ambos sabemos que nos amamos, solo falta decirlo a los cuatro vientos para confirmar lo nuestro. Todo iba de maravilla, tanto que me daba miedo de que algo malo fuera a pasar, porque es cierto lo que dicen, cuando eres demasiado feliz la desgracia llega de la forma más inesperada.
Iba camino a casa de Isabella, no hemos tenido tiempo de hablar mucho, ella ha pasado mucho tiempo con Daniel y yo con Sebastián, así que quedamos en vernos hoy en su casa, como ella estaba sola entonces íbamos a poder hablar con tranquilidad.
Toqué el timbre un par de veces y ella me recibió como solía hacerlo cuando la visitaba, toda desaliñada, llevaba un pantalón de pijama que le cubría los pies, una camisa más grande que ella que dejaba ver parte de su hombro derecho y el pelo en una cola alta toda despeinada.
- Que bello amanecer me recibe esta preciosa mañana. – digo y ella sonríe poniendo sus manos en sus mejillas.
- Siempre brillo más que el sol mí amada Vale. – me da el paso y vamos directo a su habitación – Deja me lavo los dientes y me arreglo un poco.
- Tranquila, tomate tu tiempo – ella entra al baño y yo me recuesto en su gran cama.
También quería hablarle lo que había pasado con los mensajes, ya se lo había ocultado por mucho tiempo, no podía seguir así, tenía que decirle, no lo había hecho antes porque sabía que se preocuparía y se pondría como loca, pero últimamente los mensajes han empeorado, se han vuelto más amenazantes, más fuertes, hasta han amenazado con matarme, el que más miedo me dio fue uno que decía:
Que maravillosa imagen de ti me viene a la mente de tu cuerpo lleno de cortes, pero hechos por mí, cortarte a tal punto que no quede una sola parte que no esté marcado por una hojilla, la sangre que correrá por todos lados, tiñendo esa piel, esas manos, toda tu.
Solo recordarlo me daba escalofríos, esa persona estaba enferman, claro que lo estaba, no pensé que iba a pasar a mas, que esto se iba a volver un juego del gato y el ratón, porque sí, me siento como si fuera una presa, al menos no me han acosado en la calle, que yo sepa.
Isabella salió del baño como nueva, con un short de mezclilla, una camisa holgada que dejaba al descubierto sus hombros y el cabello suelto pero bien peinado.
- Ahora si pareces una niña decente.
- Siempre soy decente. – levanto una ceja para recordarle con quien no es decente – Bueno, hay excepciones – dice lanzándose a la cama y yo rio.
- ¿Cómo te ha ido con tu amor?
- Muy bien, Vale, me siento de maravilla cuando estoy con él, y lo que más me encanta es que no me ha forzado a nada – sé a lo que se refiere y sé que eso a ella le importa más que cualquier cosa – No te niego que si hemos tenido muchas oportunidades, pero aún no he querido, no sé qué más necesito, pero sé que cuando pase, el solo hecho de que sea él ya habrá sido suficientemente perfecto para mí.
- Me alegro mucho, Isabella, en serio, después de lo que tuviste que pasar con Erick, al final te llego lo que tanto estabas buscando, un amor que es totalmente perfecto, tuyo y encaja contigo.
- ¿Y tú mí, Vale? como vas con don idiota – reí por cómo le dijo, ellos se llevaban bien, pero Isabella no va a olvidar nunca todo lo que me hizo llorar, por más que se traten y que se rían entre sí, una mejor amiga nunca olvida el daño que le hizo alguien a la suya.
ESTÁS LEYENDO
Lo que encontré en ti
Teen FictionSoledad, tristeza, odiar con toda tu alma a las personas que te hacen daño y tener un rencor tan grande al no saber cómo liberarte de ese espantoso sentimiento. Bueno esos sentimientos rondaban en mi día a día, pensaba que solo yo era la única que p...