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Iván

Rodrigo no estaba a mi lado la mañana siguiente. Me giré y estudié la habitación. Su cama estaba vacía. No parecía como si hubiese dormido en ella y no lo recuerdo saliendo de la mía durante la noche. Lo que recuerdo es despertar a las seis de la mañana para encontrar el brazo de Rodrigo rodeándome apretadamente. Después me volví a quedar dormido, así que debió marcharse en algún momento después de eso.

Probablemente me convierte en un imbécil, pero estoy aliviado. No estoy seguro de qué habría dicho si me despertaba encontrándonos acurrucados.

Según el despertador en la mesa, son casi las once y media. El comedor deja de servir el desayuno a las once. Me quedé dormido, pero está bien. Es nuestro día libre así que no me necesitan en la pista de hielo.

Por otro lado, es nuestro día libre. Eso significa horas y horas de tiempo libre. Tiempo que, probablemente, pasaré con Rodrigo. Con el que tuve sexo anoche.

Aunque no sentía nada diferente. Tonteé con un chico anoche... ¿no debería sentirme diferente?

¿Sentirte gay, quieres decir?

Una risa burbujeó en mi garganta. ¿Uno se siente gay?

Y, maldita sea, estoy desconcertado al descubrir que visto una erección y es más que solo un caso de erección mañanera. Es una erección Rodrigo, resultado de pensar en nosotros jugando.

Yo... creo que tal vez quiero hacerlo otra vez. ¿Y cuan jodido es eso? Había estado completamente preparado para ver la pasada noche como un experimento de química. Una prueba. No había esperado la cosa más malditamente alucinante.

De repente, la puerta se abre y Rodrigo entra penosamente, con el rostro rojo y respirando con dificultad. Está con su ropa de correr, el frente de su camiseta sin mangas empapado en sudor. Se la quita de su musculoso pecho y la tira a un lado.

—Hace muchísimo calor ahí fuera —murmura sin mirar hacia mí.

¡Oh, mierda! Va a hacerlo extraño. Ni siquiera puede mirarme a los ojos.

—¿Por qué no me despertaste? —pregunto—. Habría ido a correr contigo.

Se encoge de hombros.

—Pensé en dejarte dormir.

Se quita las zapatillas y los calcetines, después se saca el pantalón corto.

Ahora está desnudo. Y yo estoy aún más duro.

Aún sigue apartando la mirada, así que no tiene ni idea de que estoy admirando sus fibrosos músculos esculpidos y la tinta negra serpenteando alrededor de su fuerte bíceps. Me doy cuenta de que esta es la primera vez que lo he visto desnudo a la luz del día y su piel brilla a la luz del sol que traspasa las cortinas. Es todo músculo. Todo un hombre.

Y todas esas preguntas que me hice la pasada noche, ¿Estoy realmente atraído por él? ¿Me gustaría si follamos? ¿Estoy completamente loco?, ahora sé sus respuestas. Sí, sí y, tal vez.

Pero no había esperado despertar con más preguntas.

Salgo de la cama y noto que ahora está haciendo un esfuerzo aún mayor para no mirarme. Porque... sí, también estoy desnudo. Nos quedamos dormidos desnudos. En brazos del otro.

Me da la espalda mientras busca en el taquillón.

—Rodrigo —susurro.

No reacciona. Toma un pantalón de deporte azul del cajón de arriba y se lo pone.

—Rodrigo.

Sus hombros se tensan. Muy lentamente, se gira y centra sus ojos grises en mi rostro.

Hay una pregunta implícita ondeando allí... ¿Ahora qué?

him; rodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora