Iván
Miro a la puerta por centésima vez en una hora. Sólo, ya sabes, para asegurarme de que pequeños duendes no salieron a gatas de algún conducto de ventilación y la abrieron. Pero no, aún sigue cerrada.
Se siente como que estoy haciendo algo malo. Como cuando metía la mano en el tarro de galletas cuando mi madre no miraba. Pero, tal vez, estoy siendo demasiado duro conmigo mismo. No hay nada malo con mirar porno. Soy un hombre de veintidós años con sangre en las venas. No soy virgen. No soy un mojigato. Sólo un tipo tratando de averiguar cuáles son sus fetiches.
Suspirando, me reclino contra las almohadas, con el portátil apoyado en los muslos mientras paso a través de las imágenes en la pantalla. Me quedo sobre una de las imágenes, que muestra un adelanto de lo que puedo esperar. De acuerdo. Parece bien.
Clico sobre el título: Atletas calientes chupar y diversión.
¿He mencionado que estoy hojeando porno gay?
Sí, soy un sucio mentiroso. Le dije a Rodrigo iba a tomar una siesta y mírame ahora.
Dejo salir un suspiro tembloroso mientras el vídeo se carga. Es un vídeo corto y empieza de golpe, en el medio de una escena de cualquier película de la que la página web sacase el trozo. Tengo el sonido bajo, pero puedo escuchar cada palabra baja y clara. Bueno, sólo uno de los tipos está hablando. El otro sólo es capaz de sorber ruidosamente y gemir profundamente mientras disfruta de la polla del primer tipo.
—Joder sí... oh joder sí... chupa esa gran polla...
Está bien, eso es simplemente cursi. Me rio mientras me imagino ordenándole a Rodrigo "chupa esa gran polla".
Siguiente vídeo. Este no está hecho para mí.
Pulso en algo llamado Follada al lado de la piscina. Suena prometedor. Me gustan las piscinas y follar. Nada puede ir mal con ese, ¿cierto?
—¿Te gusta esa gran polla en tu agujero chico? Eso es chico, tómala...
Yyyyyyy pulso detener. Nop. Simplemente nop.
Gano el premio gordo con mi siguiente selección. Dos tipos muy atractivos están estirados en una cama, acariciando sus duras pollas juntos.
Mi polla sale a saludar.
Interesante. Hay algo en el agarre que tienen en el otro que me excita. No es amable.
Hay un hambre lleno de energía en sus besos que aprecio. Que mi polla aprecia.
Mierda, que realmente aprecia. Ahora estoy endurecido, con la mirada fija en la pantalla mientras veo a un tipo besar al otro mientras baja por su estómago. Cuando su boca engulle la erección de su amigo, un golpe de calor se dispara por mi columna.
Tomando aliento, estiro la mano y tomo mi dolorida polla. Oh, joder, eso se siente bien.
Sigo mirando. Sigo masturbándome.
Y lo extraño es que no le estoy cambiando el rostro al tipo por el de Rodrigo. Esa había sido una de las razones para este pequeño experimento, para averiguar si es sólo Rodrigo el que me excita o los hombres en general.
El tipo recibiendo una mamada deja salir un gemido ronco. El sonido masculino me hace algo. Su amigo le chupa más fuerte.
Estoy, literalmente, a cinco segundos de correrme.
Cálmate, le ordeno a mi polla. Sólo estamos empezando.
Pero el pequeño portero tiene mente propia. No deja de latir, así que pulso la tecla de avance rápido para llegar a la verdadera prueba.
El anal.
Y, maldita sea, es una mierda seria. Hago una mueca cuando el sonido de carne golpeando carne estalla por los altavoces del ordenador. Jesús. ¿Cómo es que ese tío no está gritando de dolor?
Aunque está gritando. Bueno, gimiendo. Y hay gruñidos. No son cuidadosos el uno con el otro, pero todo ese entusiasmo torpe parece divertido. Sigo mirando al tipo que está recibiendo. Su bíceps se hincha mientras se masturba, cerrando los ojos de golpe, su cuello tenso de placer.
Y entonces se está corriendo. Y yo no estoy lejos. El ordenador cae de mi regazo mientras me acaricio más rápido, tomando mis pelotas con la otra mano. Jadeo en busca de aire, con los ojos pegados a la pantalla, a la vista de dos hombres follando. Mi espalda se arquea mientras mi polla tiembla en mi mano, derramándose por todo mi estómago.
Jo... der.
A mi corazón le lleva casi todo un minuto tranquilizarse. Una vez que mis extremidades ya no se sienten débiles, alcanzo la caja de pañuelos a mi lado y me limpio. Luego miro el techo por un tiempo.
Aunque no he acabado. Esa era sólo la primera parte del experimento. Vuelvo a tomar el portátil y entro en una nueva categoría. El clásico buen porno de lesbianas.
Estoy demasiado agotado como para endurecerme de nuevo, pero aun así pincho en la imagen, una que muestra a dos increíblemente atractivas morenas enredadas en un sofá blanco. Me subo el pantalón de nuevo y apoyo la mano en la entrepierna mientras me pongo cómodo para disfrutar la vista.
Y la disfruto. Estoy endurecido de nuevo. La lujuria no es tan fuerte como antes, pero eso es por el orgasmo que acabo de tener, no porque las chicas no me estén excitando. Lo están. A lo grande. Sus suaves curvas, hermosos coños y dulces gemidos.
Me atraen las mujeres, no tengo duda.
También me atraen los hombres, aparentemente.
Maravilloso. Compañero complicado, mi polla.
Cuando suenan pasos en el pasillo, cierro el portátil de golpe, casi golpeándome los dedos. Luego, dejo el ordenador a un lado y me levanto, tirando rápidamente los pañuelos usados a la papelera al lado de la cómoda.
Un segundo después, una llave tintinea en la cerradura y Rodrigo cruza la puerta. Me ve de pie en medio de la habitación, alza una ceja y pregunta:
—¿Cómo estuvo la siesta?
Tengo el presentimiento de que sabe exactamente qué he estado haciendo, pero simplemente me encojo de hombros.
—Justo lo que necesitaba. ¿Cómo estuvo la comida?
—No tuve ninguna. Acabé dando un paseo.
—¿Tienes hambre? —Recojo mi camiseta del suelo y me la pongo—. Porque yo sí.
Cuando paso la cabeza por el cuello de la camiseta, me encuentro a Rodrigo mirándome con cautela.
—¿Estás bien, Iván?
—Sí.
Camino hasta la puerta, mirándole sobre el hombro.
—Así que... ¿comida?
Frunce el ceño, llevando mi atención a la barra en su ceja izquierda. Le da todo ese aspecto de chico malo que me pone un poco... cachondo
—¿Rodrigo?
Deshecha cuales fueran los pensamientos que le tenían preocupado.
—Uh, sí. Comida suena bien.
Dejo la habitación sin comprobar si me está siguiendo. Sé que lo hace. Puedo sentir su mirada perpleja fija a mi espalda.
Después del modo en que pasé la tarde, no creo que esté ni de cerca tan perplejo como yo
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him; rodrivan
FanfictionNo jugaban en el mismo equipo. ¿O lo hacían? Ivan Buhajeruk nunca había sido capaz de entender cómo perdió a su mejor amigo. Hace cuatro años, su tatuado, increíblemente sabio, rompe reglas compañero de habitación le retiró la palabra sin ninguna ex...