CAPITULO 31

294 60 5
                                    

CAPITULO 31
NUEVOS PROBLEMAS
─═❦𝑺𝒆𝒓𝒆𝒏𝒂❦═─


No la había visto en años desde que Samuel decidió irse a España.
Beryl seguía siendo la misma solo que ahora, supongo, que se había hecho varias cirugías y esas cosas para verse aún más joven.
Apreté mis manos al ver cómo miraba a Darien.

—Sigues siendo igual de guapo.

—Y tú una arrastrada —hablé—. No has cambiado para nada Scott.

Capté su atención. Me miró de arriba a bajo y optó un rostro de superioridad. Beryl era alta, casi la misma estatura a la de Darien así que yo era demasiada baja de estatura pero aún así no me iba a rebajar por esa mujer.

—Y tu sigues siendo tan… —hizo una mueca—. Tan entrometida cómo siempre.

—Ujum, si. No creo que entrometida sea la palabra correcta, más bien soy protectora, procuro que las personas a las que quiero no sean atrapadas por tus estúpidos encantos. Un claro ejemplo es Samuel.

—Oh si, tu hermano. Un excelente hombre, un jugoso bistec para mí comida —se rió—. Lastima que no me gustó el sabor y decidí probar otro.

Con fuerza apreté mis puños. Esa idiota se estaba burlando de mí hermano en mi propia cara.

—Creí que a las perras les gustaban comer croquetas pero recordé que eres una perra hambrienta y te vas por lo que te ofrecen. —sonreí.

Detrás de mí percibí una leve risa.
Mientras tanto, a Beryl no le gustó para nada mi comentario. Enrojeció de pies a cabeza, y cuando dio un paso hacia mí, no me quedé atrás así que respondí de la misma manera dando un paso al frente pero hubo unas manos sobre mi cintura que me hicieron retroceder.

—No vale la pena, Amor —susurró Darien sobre mi oido—. Ya no la humilles.

—Es lo menos que se merece. —protesté—. Esta perra necesita una lección.

—¿Y vas a dármela tú? —ahora Beryl habló—. Amarra muy bien el bozal de tu perra, Darien.

Gruñí preparada y lista para lanzarle un buen puñetazo pero Darien me sostuvo.

—Bueno al menos yo tengo dueño, ¿Y tú, Beryl? Sigues vagando por las calles —me reí y de reojo Observé a Zafiro caminar hacia nosotros—. Tal vez debería llamar a la perrera y reportar a una perra callejera.

Beryl alzó la mano, estaba a nada de golpearme pero una mano se lo impidió justo cuanto había rozado mi mejilla. Darien me hizo dar unos pasos hacia atrás y ponerme detrás de su espalda.

—Ni se te ocurra.

De inmediato reconocí la voz, me hice aún lado para así observar a la persona que habia detenido el golpe.
Beryl tenía los ojos muy abiertos y llenos de sorpresa al ver a mi hermano.
Samuel sostenía su muñeca, y lo que antes era una mirada de amor que le regalaba a Beryl, ahora era una mirada llena de odio.
Ya no había rastro de ese amor que sentía mi hermano por ella.

—Sa… Samuel, yo…

—No quiero escucharte —sentenció mi hermano—. Si te veo que vuelves a insultar a mi hermana o si la llegases a tocar, te juro que me olvidaré por completo del amor que alguna ves sentí por ti. Así que aléjate de mi hermana y de mi cuñado.

Hasta Que La Vida Nos SepareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora