CAPITULO 43

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CAPITULO 43
LA ESPERANZA ES LO PRIMERO QUE MUERE.
─═❦𝑺𝒆𝒓𝒆𝒏𝒂❦═─


Abrí los ojos con delicadeza, poco a poco. La Luz de esta habitación era fuerte, talvez porque era de día y la luz solar se filtraba por la ventana. Me dolía un poco la cabeza y mi cuerpo, quise recordar lo que había sucedido y saber el porqué me sentía tan desorientada de este mundo.
Miré a mi alrededor, quise mover mi cuerpo pero dolió provocándome un leve gemido.

—¿Nena?

Parpadeé a dirección a esa voz, esa dulce y hermosa voz.
Darien de forma inmediata se acercó a mí dándome una enorme sonrisa de felicidad pero noté lo cansado de su rostro, los ojos brillosos y las ojeras. Detrás de él estaban mis padres y Samuel quienes no dudaron en acercarse hacia mí.

—Darien —dije. Ningún sonido salió de mi boca. Intenté aclararme la garganta, pero me dolía tragar. Intenté llevar mi mano hasta la garganta, pero mi brazo estaba débil y apenas podía moverlo.

El pánico brotó dentro de mí.
Darien sonrió, tomó lo que al parecer es un vaso de agua que mi madre le había ofrecido. Con sumo cuidado Darien me ayudó a beber el agua, fue un momento de gloria para mí, cómo si nunca hubiera probado el agua.
Volví a mirar a mi alrededor pasando cada detalle hasta detenerse sobre mi brazo y notar los cables. La intravenosa, suero, dosis, entre otras cosas. El pánico llegó a mí tratando de recordar lo que había Sido de lo último. Solo recuerdo querer ponerme en pie al sentir mi cuerpo débil y el pensar que mi momento había llegado. Sentí las lágrimas amenazando, eso quiere decir que de cierta manera algo grave pasó para que todos estuvieran aquí.

—Tranquila princesa, todo está bien, vas a estar bien. —mi esposo me acarició la mejilla con suavidad sonriéndome.

Estaba pálido, de verdad tenía un rostro demasiado cansado como si no hubiera dormido en días, y no solo él tenía esa clase de rostro, todos aquí estaban de la misma manera.
¿Cuánto tiempo estuve aquí? Porque no pueden haber Sido una noche o día, debió Sido más. Y eso me hizo pensar que les había causado problemas y molestias, lo que tanto me negaba estaba apunto de suceder.

No dejé de llorar, me dolía absolutamente todo, e incluso al tomar un poco de aire por causa de los sollozos me dolió demasiado los pulmones. Gemí del dolor intentando llevar mis manos hacia mi pecho y después quitarme los tubos que tenía en mi nariz, quitarme el maldito oxígeno que me molestaba y odiaba pero unas fuertes manos tibias me detuvieron, tomaron mis manos entre las suyas y depositó un leve beso.

—Necesito que te tranquilices amor, por favor.

Negué.

—N…no…no —susurré pero no estaba segura si mis palabras lograron escucharse con claridad, aún sentía la garganta adolorida.

—Tranquila pequeña, —papá me consoló—. Nos alegra verte de nuevo.

Sus palabras no ayudaron de nada. Seguía llorando sin entender exactamente que es lo que había sucedido, si mi final ya estaba cerca o no.

—¿Qué…qu..que.. su…

Me costaba demasiado hablar, cada palabra era un rasguño.

—Estas bien, estás bien. Tuviste una parálisis pero ahora estás bien.

Cerré los ojos. Una parálisis, ahora entendía el porqué mi cuerpo se negaba a obedecer cuando me sentía desesperada. Nunca me había sentido como estuve en esos minutos que se convirtieron en horas eternas para mí. El golpe al caer al piso, el silencio entre mis sollozos y casi mis locas ideas de morir sin despedirme de mi familia.

Hasta Que La Vida Nos SepareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora