CAPITULO 34

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✨ MINI MARATÓN 2/2✨
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CAPITULO 34

DOS RAYOS DE SOL
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El sonido de las olas junto con las gaviotas me hicieron despertar. Ahora era una costumbre siempre abrir los ojos y escuchar aquel sonido.
Bostecé cubriendo mis ojos por los rayos del sol que aún despertaban por el horizonte del océano.
Empezaba un nuevo día y agradecí, estiré mi mano tratando de abrazarla pero el otro lado de la cama estaba vacío. De forma inmediata me incorporé afirmando, Serena no estaba a mi lado, mis ojos se dirigieron al cuarto de baño pero no había nadie.
Busqué con la mirada en toda la habitación pero no había ni un rastro de ella. Ordené a mis pensamientos, probablemente ella esté en la cocina, o en su taller iniciando una nueva pintura pero por fortuna todas aquellas dudas y sospechas fueron nulas.

Me detuve en medio de la habitación mirando hacia el balcón. Ahí estaba, sentada sobre una cesta, abrazaba sus piernas y miraba hacia el océano.
El pecho se me oprimió, desde que Serenity, la hija de Zafiro y Hotaru nació, Serena había decaído emocionalmente.
Talvez el saber que nunca podrá saber la sensación de ser madre, debo admitir que de igual manera también me dolió la forma en como lloraba desconsolada en el hospital. En ese momento me permití llorar, el dolor de Serena también era mi dolor.
Desde ese día he tratado de hacer lo posible para mantenerla feliz, hacerla reír o sonreír pero muy pocas veces obtenía ese resultado.

Caminé hacia el balcón, Deslicé la puerta y me puse en cuclillas delante de ella.

—¿Por qué estás aquí? —pregunté sosteniendo sus manos, estaban frías.

—Ya no podía dormir —respondió levemente—. Quise observar el amanecer.

La contemplé, tenía ojeras, parecía estar sin vida. No era la misma Serena que me causaba dolor de cabeza por verla tan feliz, pero ahora mismo deseaba a la Serena feliz.

—¿Quieres algo de desayunar? —cambié la conversación—. Podemos desayunar aquí, la vista es perfecta.

Ella mostró una leve sonrisa para mirarme y asentir.

—Estaría perfecto.

—Bien, iré a preparar el desayuno. —la besé y me fui a la cocina.

Sabía que el desayuno de Serena solo era fruta y yogurth, rara era la vez en la cual probaba un bocado más. A pesar de todo está haciendo su esfuerzo de comer aún más pero fracasa, siempre tiene que ir al baño cuando su límite de comida excede.
Todo esto ya era preocupante para mí, a veces a Serena le dolía demasiado la cabeza, pasaba los días en la cama y no comía nada. Tuve que recurrir al doctor Jackson, y su respuesta fue la que siempre Serena menciona: son los efectos del nuevo medicamento, solo es cuestión de tiempo para que su cuerpo se acostumbre a la dosis. Pero a mí no me gustaba, la reacción de ese medicamento era aún más fuerte. Serena literalmente ya no era la misma de antes.

Aún no quería hacerme la idea de perderla, no estaba preparado ni mental no emocionalmente para la llegada de su muerte.
¿De verdad existe gente que se prepara para la muerte? Porque yo no.
Ni siquiera podía imaginarme una vida sin ella, puede que eso suene demasiado cursi pero es la verdad. Con Serena he experimentado cosas que ni sabía que yo podía mostrar.
Sabía que el amor era un problema pero también lo más bello, y en efecto, Serena me demostró que el amor era lo que yo necesitaba.

Hasta Que La Vida Nos SepareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora