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—Ryan Gallagher.

Él nos volteó a ver, todavía sosteniendo fuertemente a la mesera. Cuando Aidan me dijo que era un picaflor, me lo tomé a la ligera. Pero eso es lo que un cínico haría; besarse con cualquiera.

—¿Tú hermano es Aidan Gallagher? —preguntó la chica, pasmada. Se safó del agarre de Ryan y se acercó— Ay, Dios mío, soy tu fan.

Todo fue tan confuso que cuando lo comprendí fue graciosísimo. Ryan los miraba, horrorizado. Qué escenita más de Hollywood. Creo que estaba más sorprendido que enojado, la verdad.

—¿Me puedo tomar una foto contigo? En serio pensé que tu hermano eras tú.

Luego de tanto drama, decidimos irnos.

Discutía con Ryan mientras Aidan abría la puerta de la casa. En el camino, nos apresuramos pensando que nuestros padres ya estaban ahí.

—Básicamente me utilizó.

—¡Ni la conocías, Ryan!

—No la conozco, pero te juro que jamás la voy a olvidar.

—Sin ofender, pero te pasa por embramado, por necesitado.

Los dos estadounidenses me miraron, confundidos.

—¿Qué es eso?

—Digo que tienes la culpa por fácil. Y si no me paso de confianzuda, por caliente.

No tenía cara de quererme contradecir, pero, de todas formas, yo en lo incorrecto no estaba. Aidan se rio libremente.

—Buenas noches.

Ahora solo éramos yo y Aidan. Sinceramente hasta el día de hoy, creo que Ryan se fue a dormir porque no tenía nada que decir. Estábamos en completo silencio.

—¿No vas a dormir?

—Con lo que pasó, lo único que quiero es burlarme de Ryan.

—El señorito debe estar furioso porque le arrebataste su momento de gloria.

—Creo que estás en la misma onda que yo —me sonrió, jocosa y divertidamente.

Agarramos dos sodas del refrigerador y salimos al jardín. Corría mucho aire y eso hacia que nuestros cabellos volaran. A él le sentó bien, a mí la ráfaga de viento sólo me arruinó el peinado.

—Pero quitando a Ryan de todo esto, esa chica se le sirvió en bandeja de plata. Qué poco respeto se tiene. ¡Sólo se le lanzó!

—A la gente ya no le interesa mantener su reputación intacta. Pero, en serio, me gusta cómo piensas.

Bebí un poco de mi gaseosa. Le sonreí.

—Mucha gente me ha dicho que soy aburrida —expliqué—, pero personalmente creo que esas mismas personas no se quieren a sí mismas.

Nos bebimos el resto de nuestros refrescos en silencio y entramos de nuevo en la casa. Si me di cuenta que yo y Aidan compartimos una opinión, no llegué a notar que Ryan nos había visto desde una ventana todo el tiempo.

[...]

Bostezaba de puro aburrimiento. Estaba en clases de matemáticas. Esta vez los gemelos se sentaron juntos, yo estaba sola. Astrid me dijo que había amanecido muy enferma.

 Astrid me dijo que había amanecido muy enferma

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Los gemelos GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora