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En cuanto el raciocinio volvió a mi ser, me separé de Ryan. Mi única neurona instó en que debía huir, pero Ryan fue mucho más rápido al tomarme del brazo. Tuvo la intención de retenerme, pero no me iba a prestar a alguna otra barbaridad, así que, cuando se distrajo, tomé la decisión de escabullirme. Corrí hasta nuestra mesa, donde pude divisar a Aidan, solo, mientras conversaba con su aparente amigo imaginario.

Busqué a Hannah con la mirada desesperadamente, como si ella tuviera la capacidad de librarme de las consecuencias de mis actos. Podía sentir como Ryan caminaba hacia nosotros. Casi se me cae la quijada al suelo cuando miré como Hannah se besaba agresivamente con una chica. Era violento, pero delicioso... La chica sabe de lo que hablo. Si hubiera sabido que Hannah besa así, no habría sido Ryan de quien escapaba. Just saying.

Tampoco fui la única en sentirme así; cuando salí del trance post orgasmo visual, miré a mis lados, donde los Gallagher observaban la escena sin despegar ojo. En ese momento, a Aidan se le fue cualquier índice de ebriedad y yo creo que Ryan se replanteó si terminar con Hannah había sido la mejor idea. Al final, nos miramos el uno al otro, como si ninguno creyera lo que vio y nos reímos.

[...]

Regresamos a casa al día siguiente. Todos nos despedimos de Hannah cuando la dejamos en su casa, pero ella simplemente no entendía por qué nos reíamos cuando Ryan hacia sonidos de beso. Uno sabe cosas, pero se queda yeison.

Acerca de Ryan no puedo decir mucho. El asunto de Hannah fue tan impactante que absorbió cualquier rastro de relevancia acerca de nuestro beso o al menos eso pensaba yo. Si Ryan no me recriminaba no había necesidad de hablar del tema ni mucho menos hacer incómoda nuestra relación. Por ende, mi plan era hacerme la loca y negar cualquier cosa.

—¿Qué putas? —la cara de Astrid era de espanto— Sólo te fuiste por tres días, ¡tres malditos días, ___!

—Imagínate si me hubiera quedado más.

—Dios, déjame recapitular. Casi matas a un ciclista, Hannah y Ryan: la reconciliación, el condón y el cuarteto de oro: el borracho, la que le juega a los dos equipos, el mirrey y la norteña. Si esto fuese un libro, te puedo afirmar que el autor se droga.

Me reí como nunca. Saliendo de la boca de alguien más, sonaba caótico y medio perturbador, pero jamás aburrido.

—Hernández, llevo toda la clase lidiando con usted y su amiga. No paran de hablar. Cambie de lugar con Ryan.

Pensé que Astrid le insistiría un poco al profe, ya saben, para evitar que tuviera el mínimo contacto con Ryan, pero nooo. No apeló nada, al contrario, se fue más rápido a compartir mesa con Aidan.

—¿No vamos a hablar al respecto? ¿No me preguntarás por qué lo hice? —mascullé después de que Ryan se sentara sin siquiera mirarme o saludar.

A pesar de que me estuviera contradiciendo (porque muy abiertamente dije que esquivaría cualquier índice de hablar de lo sucedido con Ryan), sentí la necesidad de traer el tema a la luz. Tal vez lo hice porque sentí que era una inmadurez evadir algo que tarde o temprano terminaríamos debatiendo o porque quizás sí me gustó el beso, no me arrepentía en lo absoluto e inconscientemente tenía la urgencia de saber qué había pensado Ryan. Pero sólo quizás.

—¿De por qué me besaste? —escucharlo punzaba en la vergüenza. Asentí— ¿Estás segura? Siento que te estás obligando a ti misma.

Suspiré pesadamente, cayendo en la idea de que debí continuar con mi vida e ignorar el errorcito que cometí. Anhelé que como por arte de magia el tiempo se rebobinara y que Ryan me estuviera hablando de Red Hot Chili Peppers o alguna banda cuyas canciones no conociera ni remotamente.

—No. Lo hago voluntariamente —respondí, mintiéndome hasta a mí.

—Me da igual que me hayas besado. Sólo ignoraré que pasó, porque creo que es lo más conveniente para ambos. No quiero que te perjudiques por algo que sé que en verdad no quisiste hacer —y finalizó con una sonrisa apenas visible, pero muy llena de dulzor y de algo que me hizo sentir culpable. Literalmente él se preocupaba por mí como un buen hermano haría cuando yo sólo preguntaba, y lo admito, para liarla más. Si es que yo ya no tenía remedio.

[...]

Me encontraba sentada en un banco mientras el recreo transcurría. Comía un sándwich cuando me di cuenta lo buena idea que sería que Hannah, Arabella y yo uniéramos fuerzas y creáramos El Club de los que Odian a Ryan Gallagher y la única regla es que no se podría hablar del club, así como en El club de la pelea, aunque seguro nos acusarían de robo de derechos de autor y de hacer la copia barata menos creíble jamás vista. O, bueno, eso hacía hasta que Arabella salió de la nada y se sentó a mi lado.

—Hola.

—Hola.

Ambas nos miramos durante un par de segundos, como si hubiéramos olvidado el cómo se sentía estar una frente a la otra.

—Perdón por haberme besado con el tonto de tu hermanastro. Sé que no debí hacerlo y por eso tomé algo de distancia. Me daba pena darle la cara a él y mucho más a ti.

—No te preocupes. Lo que hiciste es una minucia a comparación de otras cosas —dije en doble sentido.

—No, pero de verdad discúlpame. Supe como te hizo sentir lo de Astrid y Aidan y en vez de tomarlo de ejemplo, lo agarré como base para arruinarlo más.

—Pero eso fue diferente. Astrid es mi mejor amiga desde que tengo memoria, esperaba más comprensión de su parte. Y de cierta forma, de parte de Aidan también. Pero ¿de Ryan? ¿Qué podría esperar de alguien que se besa con meseras y sigue teniendo enredos con su ex? Por no decir más de él —suspiré con pesadez.

—Entonces, ¿me perdonas?

No tenía ningún inconveniente en hacerlo, porque, la verdad, no sentía que ella hubiera hecho algo tan malo que necesitara de perdón. Pero tuve menos inconveniente en hacerlo, porque yo había cometido el mismo desliz de darle un beso al gran pendejo de Ryan. Perdonarla sería como perdonarme a mí misma.

—Sí.

—Gracias —y luego me apretujó con un extenso abrazo.

—Ya, que después dirán que eres lesbiana —bromeé un poco.

—Después de que mi última interacción romántica haya sido con el greñudo de ya-sabemos-quién, pasarse al otro lado sería lo más sabio —nos carcajeamos.

Reconciliarme con Arabella era como quitarle un poco de angustia a mi vida. Ya más adelante le contaría lo que pasó en la discoteca, por el momento quería seguir conservando algo de paz y armonía.

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2023 ⏰

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Los gemelos GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora