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Al final, arreglé las cosas con mi papá. Me costó bastante, porque es un terco de primera. Se sintió tan bien ser perdonada; es lo más grande que tengo en la vida y no lo quería perder por una tontada. La verdad no sé como pude beber tanto vodka, me ardía la garganta de sólo recordar.

A la mañana siguiente, tenía que ir a la escuela. Pero no quería ir junto con los gemelos, más que todo por Ryan. Mucho menos deseaba toparme con Arabella. Ese era mi plan: esquivar a todos... Pero me salió el tiro por la culata.

Salía por la puerta cuando Ryan me llamó al celular. Obviamente no le iba a contestar, pero me di cuenta que me estaba observando desde el ventanal de arriba. Contesté.

-¿Qué pasó?

-No te vayas, estamos apunto de bajar -explicó al mismo tiempo que me saludaba con la mano. Se lo devolví por obligación.

Colgó. Cuando se quitó del ventanal y sólo pude ver la cortina, maldije. Los esperé, impacientemente, pero me quedé absorta al ver a Aidan. Tenía el cabello por toda la cara; como si no se hubiera peinado, aspecto soñoliento y estaba desaliñado.

-Hola -me dijo, alegre, Ryan. Se había levantado de buen humor. De hecho, era el único que lucía bien.

Caminamos en silencio. Ryan tenía muchas ganas de platicar, se le veía en la cara, pero ni Aidan ni yo pronunciamos una sola palabra.

Le echaba miradas rápidas a Aidan. Su actitud era muy rara. Era muy notorio que nos estaba ignorando. Llevaba audífonos puestos y la música tan fuerte que se escuchaba. Y no se atrevió ni a vernos.

Estuve tan concentrada en analizar al gemelo que no me di cuenta que habíamos tomado otro camino. Por un momento fui tan orgullosa que no quise preguntar, pero no soporté mucho y con un tono seco pregunté:

-¿A dónde estamos yendo?

-A casa de Arabella.

Lo que me faltaba. Mucho hijo de su madre. Hombres tenían que ser.

Supongo que estaba distraída como para darme cuenta. Ni siquiera noté que ya estábamos en frente de la casa. Ya no había tiempo para reprochar o hacer malas caras. En medio de mi drama interior, seguía pendiente de Aidan, no me le quitaba de encima. Es que me desconcertaba mucho... Bueeno, no es como si lo conociera de toda la vida, pero es obvio que estaba evitando cualquier contacto con alguno de nosotros. Y no sé por qué, pero sentía como si me esquivara mas a mí que a Ryan.

Arabella salió al instante. Quería parecer puntual con Ryan, porque, les juro, que ella es el ser mas tardero de esta galaxia. Y no es para más con esos grandes delineados y excéntricos peinados que se hacía. Lo peor es que sí le quedaban bien.

-Buenos días -dijo con voz cansada, al mismo tiempo que bostezaba.

De pronto, mi mejor amiga salió detrás de ella, sonriente. Hice una teoría la cual presentaba que Astrid, debido al alcohol, tuvo que dormir en casa de la pelirroja. Tenía sentido, ya que los padres de Astrid eran muy estrictos y si se hubieran dado cuenta que tomó ahora ella tendría problemas.

Nos saludamos con la mano, pero no llegamos a hablar. De hecho, en cuanto salió se pusó al lado de su novio. Me sentía como el mal tercio, aunque éramos cinco.

Dentro de los veinte minutos que caminamos hacia la escuela, decidí inspeccionar a los que iban conmigo. Astrid intentaba animar a Aidan, pero él ni la peló. Por otro lado, Ryan y Arabella parecían completos desconocidos. Tal vez el día de la fiesta pasaron sus límites y ahora se arrepentian.

Empezaba a creer que nadie tenía la intención de platicar hasta que Ryan lo hizo.

-¿Desayunamos? ¿O...

-Yo no niego esa invitación.

Astrid y yo asentimos. Aidan ni se inmutó; no rechazó el convite, pero tampoco aceptó.

Todos se movieron a la cafetería. Miré a los chicos antes de agarrarle la mano a Aidan.

-¿Qué te sucede?

Lo primero que se me vinó a la cabeza fue que quitaría la mano sin dudarlo, pero no. De hecho, la sujetó más fuerte. Su toque era suave a pesar de que su mano era más grande.

-¿Qué tienes?

Ahí fue cuando de un tirón apartó su mano y con un tono que parecía odioso, pero en realidad era seco dijo:

-No me toques.

Ay, pues, tan rogado el señor. Corrí hasta donde estaban los demás.

-¿Y Aidan?

-Por allá. Mejor ni lo vayan a buscar, es un delicado -contesté, botando la mochila en el suelo mientras tomaba asiento.

[...]

-Toca exposición y yo elegiré los equipos, dado que la última vez lo hicieron ustedes -avisó el profesor.

De todo lo que nos comentó el maestro, eso fue lo único que escuché. ¿Por qué? Porque Aidan no salía de mi cabeza, es más, ni siquiera era él sino su actitud. ¿Qué mosco lo picó o qué?

Pinches hombres, ahora están peor que nosotras las mujeres.

-Ian, Jasmine, Austin, ___ y... A ver, Ryan Gallagher -el maestro dictó los nombres del primer grupo.

Aparte de ser los primeros, ¿me tocaba ir con el todas mías? ¿Qué pecado estaba pagando?

Los gemelos GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora