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Después de dos horas de puro ocio y juego acuático, decidimos regresar a la cabaña. Lo primero que hice fue darme una buena ducha. Estaba asoleada y con la piel hecha una pasa. Después de enfundarme en un short y un camisón, bajé a por un vasito de agua. Pude divisar a Hannah y Aidan sentados en el sofá de la salita.

Silbé, juguetona.

—¿Qué contiene tanta elegancia?

Lauren rio un poco al mismo tiempo que sostenía una cartera que combinaba con su vestido. Y ni hablar de mi papá, quien parecía todo un señor de las lomas con su smokin.

—Al casino.

—¿Y regresarán tarde? —la voz de Ryan embistió el momento, literalmente salió de la nada.

—Más o menos —contestó la rubia.

—¿Un aproximado?

—Qué necio eres, Ryan —le convino su madre—. Si quieres saber si vendremos tarde o temprano, tendrás que esperar y verificarlo por ti mismo.

—Demasiado aburrido, viejita —bromeó.

—Entonces no hagas preguntas tontas, muchachito —le siguió el rollo, pero rápidamente se enserió—. Bien, chicos, recuerden no hacer nada que los meta en problemas, al menos no legales —nos guiñó un ojo—. No, es chiste, más vale no hacer locuras.

Se despidieron rápidamente de nosotros no sin antes advertirnos unas seiscientas veces que si se nos alborotaba la hormona y hacíamos alguna bestialidad nos iban a hacer algo peor a nosotros. Tan amorosos ellos

Decidimos jugar dominó. Teníamos una bolsa de caramelos, el que iba ganando agarraba uno. Hannah era muy buena, iba tres rondas invicta.

—¿Qué te traes entre manos, Ryan? —preguntó su gemelo.

Todos lo quedamos viendo.

—Me parece que no estás siendo muy específico.

—¿Por qué le preguntaste a mamá a qué hora regresan?

—¿Qué hay de raro en eso? —Ryan colocó una ficha, la doble cinco.

—Paso, ___, no tengo piezas para poner —me indicó, dado que seguía mi turno. Después de ver que ficha había acomodado, prosiguió—. ¿Qué planeas?

—¿De qué se supone que me acusas?

Hannah posicionó su última pieza.

—Y... Gané.

Fue ignorada por todos. Tiré todas mis fichas a la mesa, decepcionada; nunca me había esforzado tanto para ganar una mísera gomita azucarada.

—Si le preguntaste a mamá es por algo. ¿Qué harás?

—No te incumbe.

—Ryan, mamá dijo muy claramente antes de irse que no hiciéramos nada loco y sabes bien que se refería a ti y a tus ocurrencias.

—¿Quién habló de hacer locuras?

—Nadie, pero tus planes siempre están relacionados con la imprudencia y la insensatez.

—Quizá, quizá, pero sólo iré a la discoteca un rato.

A Aidan casi se le salen los ojos.

—¡¿Discoteca?!

—Te acompaño—habló la pelirroja.

—¿Es enserio que le harás caso al loco de mi hermano, Hannah? Sabes perfectamente que se emborrachara hasta desmayarse y como es mal borracho está garantizado que se peleará con alguien y los terminaran echando de la discoteca. Con Ryan presente es seguro que nadia saldrá ileso de ningún lugar.

Los gemelos GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora